Al igual que a finales de 2019, Irak se ha llenado de protestas al final del año pasado contra la permanencia de las tropas militares de EEUU en uno de los países más castigados por la guerra y la política anglosajona.
Las protestas han sido masivas, impulsadas además por el asesinato de Soleimani, de ascendencia kurda, general de la Guardia Revolucionaria Iraní, principal organizador de la resistencia guerrillera antisionista y antiyihadista, por las fuerzas de EEUU en Irak bajo la dirección del hoy golpista Donald Trump.
Irak debe alejarse de las relaciones con los yankees. Para empezar debe desarrollar una política basada en la unidad contra el terrorismo y las matanzas étnicas. En la lucha contra los anglosajones y el sionismo internacional. Haciendo así un país que pueda reconstruir su economía, hacer políticas que beneficien y reestructuren la unidad y la formación de la clase obrera con principios sólidos de tolerancia, hermandad y antimperialismo.
Con esa base interna, podrá reconciliarse con vecinos que nunca fueron sus enemigos, creando estabilidad de convivencia con sus hermanos y hermanas de Oriente Medio.
Un Irak que supere la visión cerril, autoritaria, anti chiita, anti kurda y colaboracionista con los EEUU que impuso Sadam Hussein, pero a la vez que elimine todo rastro de política que evite la reunificación, estabilidad y establecimiento de la paz en Mesopotamia.
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