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That’s the question

En EEUU no existe el sujeto pueblo. Lo único que queda demostrado en estos 200 años de supuesta democracia, es que en los EEUU no se ha construido un ser social colectivo y civilizado.

Donald Trump, el “magnificado” presidente cuya boca es más grande que sus aciertos. Será recordado por sus torpes discursos supremacistas, y las erráticas actuaciones con las que impulso su voluntad en marco de la consabida diplomacia de la dominación.

En Venezuela, por ejemplo, siempre lo tendremos presente, sobre todo, cuando por alguna razón tengamos que referirnos, al autoproclamado presidentito y sus robos continuados; la sentencia de muerte al presidente Maduro; el bloqueo, los intentos invadir, y el apoyo a un magnicidio que afortunadamente quedó en grado de frustración.

Sólo, los más aletargados, enajenados y embrutecidos por las embestidas irracionales de la ultra derecha fascista y sus intoxicantes campañas mediáticas, continuarán ponderando como bueno y superior los supuestos “esfuerzos” de los presidentes norteamericanos en “favor” de las naciones categorizadas por ellos como subdesarrolladas, del Tercer Mundo, negadas al progreso y enemigas del American Way of Life.

El resto de los mortales, las mujeres y hombres libres que viven en naciones donde se consagra el derecho legítimo de la autodeterminación, están consciente de lo peligroso que es el imperio, y lo tóxicos que suelen ser sus gobernantes.

Pero en descargo del pobre Donald, es menester decir que él no es el causante de las desgracias imperiales; él solo es una marioneta que se rebeló al Estado Profundo, y por ello fue evacuado de la Casa Blanca, y asumido como líder de un ejército de seres, cuya falta de sentido socio histórico, evidencia las consecuencias que acarrea al Ser, el individualismo, el egoísmo, la competencia descarnada y la explotación.

Por ello, paradójicamente Mr. Trump, al final de su mandato ha dejado claro que todo los análisis e investigaciones sobre la decadencia del imperio, y lo expresado históricamente por las víctimas de la política exterior de Norteamérica, es absolutamente cierto, y por ello pasará a la historia como el mandatario que mostró lo más podrido del poder en los EEUU. Así como el bajo nivel de formación y conciencia de un pueblo sometido a orbitar alrededor de las poderosas corporaciones que le someten, siendo utilizado como pieza intercambiable para el bien de su modelo económico exclusivo y excluyente.

En ese orden de ideas, es importante dejar claro que Mr. Trump no llegó a la Casa Blanca producto del azar, ni es distinto a cualquier otro norteamericano racista, xenófobo y aporofóbico, que extermina todo lo que se le oponga en nombre Dios (el Dios del Mercado), pues justifica sus acciones tras los preceptos de la Democracia Liberal Burguesa en detrimento de las mayorías.

Es más, las acciones criminales de Mr. Trump, si bien han causado enormes daños a las tres cuartas partes de la población del mundo, no es menos cierto, que las mismas han servido para mostrar lo podrido que está la sociedad y el Estado-Nación en los EE.UU, pues el grandilocuente y derrotado presidente, denunció con todas sus fuerzas ser víctima de un fraude igual o peor al que él cometiera para llegar al poder.

Todos sabemos que en EEUU, el pueblo vota pero no elige a sus gobernantes. De allí que el debate político sea una pantomima que se pone en escena para diversión de los aturdidos televidentes consumidores. Allí nada colectivo es posible, y la reflexión, el pensamiento y la praxis social, solidaria, son malas palabras que solo las conjugan los comunistas enemigos.

Usted lo vio en vivo y directo, hombres y mujeres disfrazadas de animales y cosas (Batman, El Capitán América, Pluto, Mickey Mouse, Un Búfalo y la Estatua de la Libertad), armadas hasta los dientes, sin consigna, ni discurso político, entraron al Capitolio a sabotear.

Sin embargo, lo trágico no fue el hecho en sí, ya que la turba fue disuelta y el reconocimiento al Presidente Biden se llevó a cabo. Lo que sí es motivo de preocupación para la humanidad, es que el país más violento del mundo, desmoronó sus bases esenciales de convivencia y civilidad con el resto del planeta, para hacerse temible aunque cause risa.

Por eso Trump, en un arranque de clara inconformidad por su derrota, muestra a todos de qué clase de estiércol está hecho el poderío del tigre de papel que es el imperio.

Con la toma del Capitolio no solo se vulneró la hermética seguridad del Estado norteamericano, sino que los seguidores del expresidente mostraron los valores éticos y morales que les inspiran, y las perversiones que les apasionan.

Adiós Donald, fuiste de gran ayuda para que el mundo verificara en vivo y en directo el malestar de esa cultura en la que sobrevive un país sin nación, que se tambalea al borde del precipicio. Todos los imperios más temprano que tarde caen.

Fue echado de la Casa Blanca por los mismos que le contrataron hace 4 años, y a falta de una fosa con cocodrilos fue brindado como presa del Águila Calva que simboliza los instintos carroñeros del poder imperial. Víctima del Tío Sam que lo perseguirá hasta cobrarle el último centavo adeudado por los abusos de poder en favor de sus empresas.

¿Qué dirán ahora los masca chicles de la derecha criolla, la inefable OEA, la burguesía y sus encantadores análisis supremacistas; sobre estas auténticas turbas fascistas que vulneran el Estado de Derecho en la democracia más vieja del mundo?

En EEUU no existe el sujeto pueblo. Lo único que queda demostrado en estos 200 años de supuesta democracia, es que en los EEUU no se ha construido un ser social colectivo y civilizado, pues votan pero no eligen; viven para trabajar y cuando se les agota la vida, trabajan para morir.

Tienen un descalabro social, armado hasta los dientes y una inconsciencia inducida y protegida por los amos del poder profundo y real.

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