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¡Emprende! Puedes conseguir lo que te propongas

En su vida privilegiada, no conciben que sin justicia social no hay libertad de elección. Desconocen las barreras estructurales que abocan a situaciones de marginalidad

Imaginad a alguien cuya mesa de trabajo está llena de mensajes motivacionales: “¡Sonríe!”, “Coge las riendas de tu vida y sé feliz”, “Puedes conseguir todo lo que te propongas”. Normalmente, estos personajes relatan su vida a golpe de post en Instagram, y suelen aconsejarte que salgas de tu zona de confort, arriesgues y emprendas.

Ya sabes: tu triste vida se debe a que no te has esforzado lo suficiente. Siempre, siempre, tienen un amigo emprendedor; un joven de éxito que, -tras algunos fracasos de los que siempre se repuso con una sonrisa-, creó la startup del momento (casi siempre, en un garaje) y pronto saldrá en los periódicos como uno de los “diez emprendedores del año”.

Desconfía de ellos; son los hijos del capital. Cuando te hablan de su entorno de éxito, obvian decirte que el amigo emprendedor tiene detrás a sus acaudalados padres para sufragar todas las empresas sin futuro surgidas de su portentosa mente.

Tienen el poder de equivocarse, de probar, de innovar en un garaje. Pero tú, con tu trabajo a jornada partida, con horas extras no pagadas y abocado a un agotamiento vital, estás así porque no te has esforzado ni arriesgado lo suficiente. ¡Emprende!

Libertad

Libertad es la palabra favorita de nuestro protagonista. Libertad para prostituirse, libertad para ser vientre de alquiler. En su mundo ideal, algunas mujeres prestan sus vientres a parejas por puro altruismo y no porque lo necesiten económicamente; de la misma forma, piensan que la prostitución es tan solo un trabajo más -que, curiosamente, en su familia nadie ha elegido-.

Si no te gusta tu trabajo, búscate otro; eres libre. La chica que limpia y cuida a sus niños también es libre y, además, privilegiada, que le damos de comer en casa. Aunque solo tenga la tarde del domingo de fiesta -siempre que no vengan invitados- ella, no lo dudes, trabaja allí porque quiere y porque es una más de la familia.

En su vida privilegiada, no conciben que sin justicia social no hay libertad de elección. Desconocen las barreras estructurales que abocan a situaciones de marginalidad; para ellos, esas barreras se convierten en alfombras rojas para llegar antes a la cima.

Sin conciencia de clase

Sin embargo, el personaje imaginario de esta historia no está solo: tiene aliados entre la clase oprimida. El capitalismo está tan incrustado en nuestra sociedad que incluso aquellos a los que explota son firmes defensores del mismo. Muchos trabajadores no tienen hoy en día conciencia de clase; el neoliberalismo ha conseguido desvincular a la clase obrera de la propia percepción como parte de un colectivo oprimido, anulando su capacidad de movilización y de lucha.

El individualismo – disfrazado de mensajes motivacionales – y la precariedad están desactivando nuestra conciencia de clase, anulando nuestro pensamiento crítico y asumiendo su pensamiento único como una verdad inmutable. ¿Crees que el empresario te explota? ¿Estás cansado de tu inestabilidad? ¡Emprende! Porque tú puedes conseguir todo lo que te propongas.