En 2020, el COVID-19 detuvo al mundo. Y en América Latina hay dos rostros de la pandemia que deben ser comparados por su forma de elegir entre la generación riqueza para unos pocos o la preservación de la vida humana.
Bolivia y Ecuador lo están enfrentando de formas muy distintas y los resultados, más allá de las cifras, contrastan al comparar el modelo neoliberal de Lenin Moreno con el empuje progresista de Luis Arce.
La magnitud de la tragedia
La muerte ha azotado a todos. El COVID-19 se ha llevado más de dos millones de vidas en el mundo entero, y en América Latina no ha sido diferente. Sin embargo, la magnitud de la tragedia ha estado íntimamente ligada a los modelos políticos de cada país.
En Bolivia se ha dado el caso especial de la confrontación de los dos modelos. Jeanine Áñez manejó de manera deficiente la pandemia, y a su salida del gobierno en diciembre de 2020 el COVID-19 había dejado un saldo de 150.000 infectados y más de 9.000 fallecidos.
Contra la opinión del gremio médico, Jeanine Áñez suspendió la cuarentena en julio de 2020, decisión que fue calificada de irresponsable por los médicos bolivianos, y paralelamente se la señaló por presuntos actos de corrupción en la adquisición con sobreprecio de 324 respiradores destinados a enfrentar la pandemia.
Por su parte, Luis Arce Catacora abordó la pandemia atendiendo a criterios técnicos especializados, poniendo en marcha una serie de medidas como la restricción en el ingreso de viajeros de Europa y la compra inmediata de 5,2 millones de vacunas rusas Sputnik 5.
Lamentablemente, en Ecuador la tragedia de Guayaquil dio la vuelta al mundo, los cadáveres de los enfermos por COVID-19 se acumulaban en las calles, y las cifras oficiales de fallecimientos fueron cuestionadas por funcionarios del gobierno de la provincia de Guayas, donde en mes y medio llegaron a morir 16 mil personas.
La catástrofe en Guayaquil obligó a la entonces Ministra de Salud, Catalina Andramuño, a renunciar a su cargo argumentando que no le estaban siendo suministrados los fondos suficientes para gestionar la pandemia. Posteriormente el presidente del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social, y el Viceministro de Gobernanza y vigilancia de salud, también renunciaron.
Lenín Moreno ha prometido dos millones de vacunas para el Ecuador de las cuales solo han llegado 8.000, los medios de Ecuador señalan que entre los primeros vacunados está el actual Ministro de Salud, Juan Carlos Zevallos y su familia.
Esta decisión ha causado rechazo en la población, y la Asamblea Nacional de Ecuador ha pedido a Lenín Moreno a destitución de ese ministro.
Por su parte, las autoridades de salud del gobierno de Luis Arce han priorizado claramente la vacunación para personas mayores de 60 años, personas con enfermedades de base y el personal que trabaja en los centros de salud.
Luis Arce ha declarado que la vacuna será administrada progresivamente a toda la población boliviana, y para ello negoció con Astra Zeneca la adquisición de 5 millones de vacunas adicionales a las Sputnik 5 que complementaran a su vez a las vacunas gratuitas que llegarán por la acción de la Organización Mundial de la Salud.
Economía para unos pocos o salud para la mayoría
Si bien es cierto que es necesario mantener la rueda económica para evitar crisis y hambruna, el manejo de estas variables no ha sido igual en las economías neoliberales latinoamericanas en comparación con los gobiernos progresistas de la región.
Ecuador llegó a ser el cuarto país con más infectados y fallecidos por COVID-19 detrás de Brasil y Perú, países mucho más grandes y más poblados. Cuando se decretó el estado de emergencia y se ordenó el confinamiento, fue demasiado tarde. Esas medidas comenzaron a relajarse en mayo de 2020, cuando aún la enfermedad seguía propagándose rápidamente.
Entre las iniciativas aplicadas por Lenin Moreno estuvo la solicitud de aportes de la clase trabajadora que debía aportar más de 500 dólares mensuales, esta polémica medida fue rechazada por el Frente Unitario de Trabajadores del Ecuador.
Aún cuando Luis Arce llegó en una etapa de la pandemia donde hay otras opciones disponibles como es el caso de la vacuna, la gestión de las restricciones de movilidad han sido razonable, y ha pedido a la población paciencia para evitar el incremento de contagios.
Bolivia sigue adquiriendo pruebas y gestiona restricciones en el transporte. Siguen prohibidas las aglomeraciones, de igual forma las compras en los supermercados se organizan por terminal en la tarjeta de identificación, y así se mantiene el distanciamiento físico sin paralizar la actividad económica.
En sus primeras semanas de gobierno, Luis Arce distribuyó ayudas económicas en forma de bonos contra el hambre por un valor de 140 dólares a más de un tercio de la población boliviana, con la finalidad de colaborar en la economía familiar de la clase trabajadora.