Hijo de zapatero y costurera, como muchos “baby boomers” fue criado por sus abuelos, hasta que llegó el tiempo de migrar a Quito con sus padres, al barrio de San Roque enclavado en el centro histórico, vecindad del antiguo Penal García Moreno.
Médico de profesión y radiodifusor por vocación, músico por afición y dirigente deportivo por amor al club deportivo El Nacional.
El destino lo llevó a la política, fue asambleísta por la provincia de Pichincha, y desde el 2019 fue elegido Alcalde de Quito Capital del Ecuador. Ahí fue donde “ardió Troya” pues a las rancias élites capitalinas de “pedigree” les cayó como un balde de agua fría que este advenedizo de origen indígena y de extracción pobre, llegue a ocupar el cargo que una vez ocupó el mismísimo Gonzalo Pizarro como primer gobernador, Hernando de Santillán como primer presidente de la Real Audiencia de Quito, y de Jacinto Jijón y Caamaño como primer alcalde de Quito.
Todos ellos de rancia alcurnia y abolengo, excepto Pizarro, que era un ambicioso mercenario y aventurero, por lo que el que Yunda haya ganado las elecciones para ejercer el cargo de Alcalde, ha sido una afrenta a las élites que repudian todo aquello que huela a “pueblo”.
Hoy en día, el loro está “enjaulado” por no decir engrillado con uno de esos artilugios electrónicos que llevan por apodo “grillete”, por el supuesto delito de comprar pruebas para detectar la COVID-19, este pretexto usan las élites que han sacado la pantera a perseguir al loro, para por la vía del lawfare, lavar la afrenta popular de haber elegido al longo sin clase como alcalde de todos los quiteños.
Lo cierto es que este lorito ha sabido hasta ahora volar por encima de todas las patrañas que le han tratado de endilgar para denostar, no solo su forma de administrar la ciudad, sino por el peor pecado: haber surgido con el voto popular de los más desposeídos y menos atendidos por las administraciones municipales anteriores, que vieron en él, tal vez por ser de su propio extracto, quien venía a reivindicar sus menoscabados derechos, y terminar con los desprecios infames de los encopetados criollos, mestizos tirados a aristócratas y apenas son inconscientes de su propia realidad y rechazan lo que mismo son y vienen siendo.
Queriendo infamar al Alcalde Yunda, le imponen una condecoración en el tobillo, no saben los ilusos que mientras más se busca el escarnio para los líderes populares, más los respalda el pueblo, y el escarnio entonces como boomerang retorna a los victimarios para infamarlos y despojarlos de toda humanidad, dejando desnuda su alma inquisidora y despreciable por renegar de su propio origen, y pretender canibalizar por envidia y ambición a quienes como en el caso del loro de Guano ha venido a Quito para conquistar y dejar huella.
En respuesta –como hacen los verdaderos mandatarios- ha dispuesto una parte del presupuesto municipal para contratar la importación de vacunas contra la COVID -19, para atender las necesidades populares en primer lugar sin desestimar a la clase media y a los otros también, que todos tengan su vacuna, sin dejar chance para que el gobierno le haga el juego a la privatización de la medicina entregando la importación y comercialización a un hambriento “empresauriado” que ya se relame las fauces pensando en ganar dinero a costa de la salud de los más pobres, bajo la máxima “la vacuna es para quienes pueden pagarla”.
Tranquilo puede estar el Loro de Guano, que el 11 de abril se terminarán sus angustias, y la persecución de la aristocracia quiteña, con el advenimiento del nuevo gobierno progresista de Andrés Arauz y Carlos Rabascall.
Vienen recargados con la nueva Revolución Ciudadana, para poner nuevamente al pueblo por encima del capital, y sobre todo para poner orden y reinstitucionalizar el país, terminando con el episodio de terror implantado por Trujillo, que dio licencia a la pantera 10/20 para, selectivamente, inventar delitos en contra de los adversarios políticos con el fin de neutralizar vía lawfare a quienes sí les interesa el bienestar de las grandes masas ciudadanas.
elestado.net no tiene por qué compartir todo el contenido que se publica en su sección de opinión.