Honduras y las elecciones, el fraude como elemento permanente
Honduras acudirá a las urnas el próximo mes de noviembre, durante los tres últimos procesos electorales se han producido fraudes.
Libertad y Refundación (LIBRE) es el partido en el que la mayoría de los hondureños han cimentado sus esperanzas para salir de la narcodictadura, que se ha perpetrado en Honduras después del fatídico Golpe de Estado que le dieron al expresidente José Manuel Zelaya Rosales en el año 2009, por lo que Juan Orlando Hernández (JOH) es la extensión de este suceso.
LIBRE nació como el brazo político electoral del Frente Nacional de Resistencia Popular (FNRP), que es el ente encargado de la lucha social en las calles de nuestro país, conforma un espacio político-social en el cual se aglutinan varios movimientos, organizaciones, sindicatos y gremios de lucha social. El FNRP sale a flote por la necesidad del hondureño de salir a protestar en contra de la opresión de los gobiernos.
Tres procesos electorales han sucedido en Honduras después del Golpe de Estado, dando inicio a la dictadura nacionalista en 2010 quedando electo como presidente Porfirio Lobo Sosa, quien durante su mandato calló y avaló los actos de desfalco y corrupción que en su administración realizaron en el Instituto Hondureño de Seguridad Social (IHSS).
Durante ese periodo más de 3 mil derecho-habientes murieron por la negligencia imperante en su administración, aunado al escándalo de las “pastillas de harina“, supuesta compra y venta de medicamentos irregulares, que eran distribuidas en los hospitales públicos del país por Astropharma, empresa dirigida por Lena Gutiérrez, que en ese entonces era diputada del Congreso Nacional de Honduras, quien fue a juicio por cinco delitos, pero no fue condenada por ninguno.
En 2013 LIBRE participó por primera vez en un proceso electoral al que el pueblo acudió masivamente a votar. Xiomara Castro la candidata de la organización de izquierdas prometía en su campaña electoral regresar a la democracia y revertir las secuelas del Golpe de Estado.
El ganador de ese proceso, tras un fraude monumental, fue el candidato nacionalista y expresidente del Congreso Nacional Juan Orlando Hernández, quien desde ese entonces se atornilló en el poder de la nación, con repetidas violaciones a la constitución, y teniendo a su favor el Poder legislativo, la Corte Suprema de Justicia y las Fuerzas Armadas, las mismas que en 2009 ejecutaron el golpe de estado.
Hernández se reeligió en 2017 como candidato presidencial, con artimañas maliciosas e inconstitucionales reformando artículos pétreos de la Constitución de la República que básicamente detallan en el numeral 239 que “el ciudadano que haya desempeñado la titularidad del Poder Ejecutivo no podrá ser elegido Presidente o Vicepresidente de la República“.
En el artículo número 4 ordena “la obligatoriedad de la alternabilidad en el ejercicio de la presidencia”. Y que en el articulo 41 estipula que “cualquier ciudadano que incite al continuismo del presidente de la República perderá la calidad de ciudadano de Honduras“, y que instruye que “la única vía para su modificación es a través de un referéndum o plebiscito mediante una Asamblea Nacional Constituyente, a través de una consulta popular que emita una nueva constitución de la República“. En 2016 ordenaron inaplicabilidad en cada uno de los artículos mencionados, y por medio de reformas inconstitucionales eliminaron todos estos mandatos de la constitución.
La sociedad en oposición se manifestó en las calles por el acto ilegal, realizaron denuncias nacionales e internacionales sobre el hecho, pero dirigidos por líderes que aún no se sabe si le apuestan a la democracia o a mantener el actual status quo, participaron en el proceso electoral avalando la ilegalidad por la que Hernández se reeligió.
LIBRE se unió a la bautizada como Alianza de Oposición contra la Dictadura, junto con el partido Innovación y Unidad (PINU), y con diferentes sectores de oposición llevando a la cabeza al excandidato del Partido Anticorrupción (PAC) Salvador Nasralla, Alianza que unificó sectores, recogiendo el voto duro de cada partido y el de los indecisos que estaban de acuerdo en apoyar a la alianza rotundamente, para combatir el fraude esperado y la reelección ilegal.