El pasado 11 de abril Ecuador acudió a las urnas con la voluntad de elegir al próximo binomio presidencial, tras los cuatro años “del peor gobierno de la historia de Ecuador”, catalogada así por el pueblo ecuatoriano la gestión de Lenín Moreno.
A tempranas horas del cierre de todas las urnas en el país, el Consejo Nacional Electoral comenzó a dar cifras oficiales. En una primera instancia buscaron posicionar en el imaginario colectivo del pueblo ecuatoriano que el candidato de la derecha Guillermo Lasso, llevaba una amplia ventaja sobre el candidato progresista Andrés Arauz, para que posteriormente el presidenciable de UNES fuera recortando distancias y acercándose más a Lasso. Y ya con más del 99% de actas computadas se ha oficializado la victoria del conservador.
“Solo le pido que cese el lawfare, que destruye vidas y familias”, publicó Rafael Correa en su Twitter, recordándole las persecuciones políticas que se han venido desarrollándose durante todo el gobierno de Moreno, siendo también el expresidente víctima de esa persecución, su canciller Ricardo Patiño, la presidenta de la Asamblea Nacional Gabriela Rivadeneira, entre otros más asilados en México.
“Agradezco a los más de 4 millones de ecuatorianos y ecuatorianas que nos apoyaron. Nuestro proyecto es de vida y es una lucha por la construcción de un futuro más justo y solidario. Jamás los abandonaremos, porque este no es el fin, sino un nuevo comienzo”, manifestaba Andrés Arauz en sus redes sociales.
El poder mediático de los medios de comunicación estuvieron muy presentes y acompañando a su candidato de CREO, en todo el periodo de campaña y durante las jornadas electorales, pero principalmente trabajando en contra de la fórmula presidencial Arauz-Rabascall.
En Ecuador terminó imponiéndose el poder del banquero neoliberal que cabe resaltar que tiene cuentas off shore en guaridas fiscales como las islas Cayman. Un empresario que literalmente prometió en campaña “menos Estado“. Seguramente esas promesas sí las terminará cumpliendo.
Fue ministro de economía del presidente responsable del feriado bancario, un momento de la crisis ecuatoriana de en los años de 1998 y 1999 y que produjo la migración masiva más grande del país, hasta hoy en día son inmensas las comunidades de ecuatorianos viviendo en Italia, Argentina y Estados Unidos.
Son obvias las medidas que va a impulsar Lasso en Ecuador: políticas de privatización a los servicios básicos del pueblo ecuatoriano, más endeudamiento, más ajuste y acuerdos de libre comercio que darán beneficios especiales a Empresas Transnacionales para explotar y saquear recursos naturales en el país andino.
Hay dos peculiaridades que harán que este periodo que se viene para Ecuador sea realmente complicado.
Primero, el país está dolarizado. Desde hace tiempo los especialistas advierten de los peligros de la dolarización: el Estado necesita dólares, pero ¿Dónde los consigue?
Dos opciones: mejorando exportaciones y asegurando distribución de la riqueza, como en los tiempos del expresidente Rafael Correa, o fortaleciendo el endeudamiento con organismos de crédito, al mismo tiempo que se ajusta el gasto estatal y se privatiza todo lo que se pueda.
Entre algunas de las medidas de Lasso está la de privatizar el Banco Central de Ecuador. Es decir, si ya se perdió la autonomía monetaria del Estado ecuatoriano, ahora se irá más lejos y las políticas fiscales estarán a cargo de empresas privadas y las élites financieras.
Segundo, el país está atravesando una crisis que no puede resolverse con “menos Estado.” El gobierno de Lenin Moreno ya había demostrado los problemas de ausencia estatal en tiempos de crisis. Lasso no hará más que profundizar esas políticas. Si Lenin Moreno fue horrible, Lasso sin duda será mucho peor, esperamos que por el bien de Ecuador esta vez la historia se equivoque.