Crispación social como propuesta legislativa de la derecha española
La derecha ejerce la continuidad de una praxis que la ha representado en el tiempo por los discursos hostiles que denotan un intento de normalizar el odio.
La derecha española representada por PP, Ciudadanos y VOX se ha caracterizado históricamente por la implementación constante de tácticas de crispación política para inocular matrices de opinión que rechazan cualquier posibilidad de progresismo social.
A menudo el conservadurismo español impulsa como propuesta un contexto de conflictividad que dista mucho de los actuales procesos de concertación política promovidos por el gobierno de coalición conformado por el PSOE-UP.
Todo ello ante la ausencia de una agenda pública sistematizada que pueda movilizar voluntades por medio de la razón en vez de la emocionalidad y el rencor. Mediante la tesis “amigo – enemigo”, el conservadurismo español plantea polemizar los diferentes escenarios donde se desenvuelve la izquierda rupturista.
Se trata de una derecha de altas contradicciones políticas, llegando incluso, en tiempos recientes, a ejercer presiones contra el rey Felipe VI, por su participación constitucional en el proceso de indulto a los miembros de Procés, cuya firma como monarca es necearía para completar dichos trámites antes de ser publicado vía “Boletín Especial”.
El contenido constitucional no ha bastado para apaciguar las caldeadas emociones de la derecha. El pasado domingo 13 de junio, la presidenta en funciones de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, acusó al jefe del Ejecutivo, Pedro Sánchez, de querer hacer a Felipe VI “cómplice“, con su firma de los indultos a los líderes del procés.
Durante el referido acto de derecha, frente a la sede del PP en Madrid, y acompañada por el presidente nacional del partido, Pablo Casado, su secretario general, Teodoro García Egea, y el alcalde de Madrid, José Luis Martínez Almeida, entre otros, Ayuso increpó ante los medios de comunicación con lo siguiente:
“¿Qué va a hacer el Rey de España a partir de ahora, va a firmar esos indultos, le van a hacer cómplice de eso?”. Todo ellos señalando que el presidente del Gobierno debe aclarar “qué más van a hacer” y si optará por “la vía escocesa y la independencia de Cataluña“. A su entender, debe decir “cuál es su siguiente plan” para “mantenerse en La Moncloa“.
Uno de los temas más recurrentes de la derecha populista consiste en el discurso contra la inmigración. Parten del principio de que estas organizaciones políticas obtienen mejores resultados cuanto mayor es el impacto de la inmigración en el conjunto de la sociedad, sobre todo, al resaltar aquellos elementos extranjeros involucrados en “actos delictivos” que atenten contra el principio de “ley y orden”.
En este sentido, la derecha mediante la confrontación discursiva plantea polemizar las ayudas recibidas por migrantes en España, bajo el argumento que los nacionales del país ibérico están siendo discriminados por la legislación vigente.
En este sentido, varios políticos del Partido Popular y VOX han asegurado en entrevistas o en actos políticos que los extranjeros tienen un trato de favor en el acceso a las ayudas sociales. Estas aseveraciones son emitidas sin fundamento, y sin precisar el tipo de ayudas en cuestión, demostrando así falacias argumentativas y grandes contradicciones.
Durante el año 2019, específicamente en el marco de la campaña del 4-M en Madrid, VOX conduce su discurso bajo parámetros xenófobos. El partido liderado por Santiago Abascal publicó un mensaje en sus redes sociales donde señaló directamente a varias personas que reciben ayudas al alquiler de la Comunidad de Madrid, todas ellas extranjeras.
El miedo, instrumentalizado y agitado como un trapo rojo delante de la población, es la forma en la que la derecha espera obtener el suficiente capital político para cumplir sus objetivos. El generalizado estado de miedo y de ansiedad generado por sus discursos es el cemento que busca cohesionar a su militancia.
En términos históricos, la acción conspirativa de la derecha no fue solo el resultado de la vulnerabilidad del Régimen republicano, sino que también lo fue una construcción cultural franquista, misma que aún sigue vidente en los estamentos políticos y económicos del conservadurismo español.
Durante la dictadura de Franco, la justificación de la rebelión militar ante un pretendido estado de caos social y contra la “amenaza roja”, alimentando constantemente en el temor a un golpe comunista se convirtió en un elemento de encuadramiento cultural que permitió a la derecha cohesionar voluntades para incitar a la movilización electoral y emprender acciones contra la izquierda.
Esta tarea de ruptura retórica de la normalidad a través de la difusión de un discurso catastrofista fue la tarea prioritaria de los portavoces de la derecha durante el franquismo y en épocas posteriores a la transición.
España, es uno de los países europeos donde las tendencias derechistas han tenido más problemas para penetrar en la arena política y ocupar puestos parlamentarios. Durante los comienzos de la “democracia”, la evolución de las organizaciones políticas de derecha en España están marcadas por el final del franquismo y la transición política.
En este contexto, el conservadurismo español fue incapaz de adaptarse a la nueva dinámica democrática y a un entorno social, cada vez más distanciado de los valores franquistas. De igual forma, al no tener un liderazgo sólido, estas mismas organizaciones se dividieron, dificultando así su protagonismo en contiendas electorales.
Durante los años noventa, los partidos de derecha en España no lograron capitalizar la creciente crítica social dirigida hacia los sistemas democráticos europeos, donde la corrupción de los partidos tradicionales, los efectos económicos de la globalización, así como el aumento del fervor nacionalista favoreció el crecimiento de la extrema derecha en la región.
Ya en los 2000 nacen nuevas organizaciones políticas de derecha en España, entre las cuales se encuentran Plataforma per Catalunya (PxC) y VOX, este último fundado en el 2013. A pesar de sus esfuerzos de renovar esa tendencia política y lograr algunos espacios de conducción gubernamental, su peso político, es irrelevante hasta las elecciones de 2019 donde VOX obtiene un 10,26% de los votos.
El incipiente auge de los partidos populistas de derecha radical puede ser considerado una suerte de anomalía social que transmite a muchos ciudadanos una sensación creciente de inseguridad ante el presente y el futuro.
Asimismo, los procesos de globalización han condicionado profundos cambios en las estructuras de los mercados y en las relaciones laborales de las empresas con la clase obrera. De igual forma, el contexto pandémico, la introducción de nuevas variables económica y sociales, hacen más difícil el crecimiento económico, así como una calidad de vida optima.
Tal situación genera un estado de incertidumbre constante en la población, incitando a las manifestaciones más instintivas y básicas del colectivo social, tales como el miedo, el odio, la venganza, las cuales son aprovechados por la línea discursiva de la derecha.
En este sentido, los partidos populistas y radicales de derecha han sido especialmente hábiles para captar franjas electorales a partir de la recuperación de los valores tradicionales y del valor simbólico del nacionalismo cultural heredado del franquismo.
La llamada transición de 1978 no representó un sustancial cambio en la influencia del franquismo en las estructuras del Estado. Se trató de una reforma continuista de los valores derechistas y capitalistas del Régimen dictatorial de Franco que aún sigue siendo aprovechado por el conservadurismo político español.