Ganadería Extensiva: lo que el ruido no deja oír
La iniciativa de ganadería extensiva está generando diversas reacciones entre seguidores y detractores.
El discurso de Alberto Garzón, apoyado por los ecologistas, ha causado una gran polémica, puesto que hace un llamado a que se reduzca el consumo de carne para mejorar la salud y las condiciones ambientales, esto como parte de la iniciativa de ganadería extensiva.
La postura fue criticada por las demás fuerzas políticas de España, propiciando una discusión dentro del Gobierno de coalición por las diferentes opiniones de la administración pública.
El tuit del ministro estuvo acompañado de datos para justificar la petición, de acuerdo a las cifras expuestas “el 14,5% de las emisiones de gases de efecto invernadero proviene de la ganadería”.
Esta afirmación desencadenó una serie de reacciones por parte de los distintos sectores de la sociedad española, especialmente de las asociaciones ganaderas que se manifestaron a través de una misiva en la que consideran “preocupante” que Garzón intente generar una confrontación basándose en datos “erróneos“.
Al mismo tiempo, dichos representantes defendieron la ganadería argumentando que actualmente se generan más de 2,5 millones de empleos en el país, además de 9.000 millones de euros en materia de exportación.
Resulta lógico afirmar que todas las actividades humanas pueden ser más eficientes y menos contaminantes de lo que son actualmente, con miras a la aplicación correcta de mecanismos y optimización de los procesos para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
Por otro lado, es importante destacar que la ganadería de por sí ha tenido un margen de mejora a la hora de reducir su huella en el impacto ambiental.
La ganadería extensiva es un sistema de producción agrícola que maximiza la capacidad de productividad a corto plazo haciendo uso de los recursos naturales presentes en el lugar. Dejando de lado los productos químicos, el riego o los drenajes
Fue cuestión de horas para que el presidente de Gobierno, Pedro Sánchez, desautorizara la posición de Garzón, mientras que el ministro de Agricultura evitó el debate, limitándose a señalar que son necesarias las dietas variadas y balanceadas.
Asimismo, trajo a colación que el consumo de carne ha ido en decrecimiento en la última década, salvo en 2020 que se registraron cantidades exorbitantes y que en consecuencia, la pandemia produjo profundos cambios y mantuvo los números en cantidades “estándares”.
Sin embargo, el pasado 14 de julio, Luis Planas, se presentó optimista en la reunión con los consejeros de las comunidades autónomas, en la que planteó la posibilidad de lograr un acuerdo amplio que beneficie a todas las partes, en aplicación de la futura Política Agrícola Común (PAC) para el nuevo periodo 2023-2027.
La discusión de la estrategia nacional ha comenzado con el pie izquierdo y no será hasta finales de año que se establecerán los parámetros aprobados, una vez efectuadas las conversaciones.
Todas las figuras involucradas, tanto el sector público como el privado, son conscientes de la dificultad de llegar a un consenso, más allá de las distancias ideológicas entre los partidos, hay posturas disparejas que responden ante los intereses de cada región.
Finalmente, nos encontramos con un tablero político fragmentado en el que Garzón y quienes secundan su propuesta de ganadería extensiva están en desventaja, por lo que necesitará valerse de más aliados, tomando en cuenta que el presidente Pedro Sánchez, el ministro Planas y la derecha española tienen posturas similares.