Percepción política mediante el lenguaje y los valores sociales (II): El voto
La gente no vota necesariamente por sus intereses, votan por su identidad.
Partiendo de nuestra percepción, conformamos nuestras metas, nuestros planes, nuestras maneras de actuar y establece el criterio para discernir sobre lo buenas o malas que son nuestras acciones.
En este sentido, George Lakoff en su libro “No pienses en un elefante” nos habla sobre el proceso de construcción de los denominados “marcos”, los cuales definen la idiosincrasia del individuo.
Lakoff comenta que “Los marcos no pueden verse ni oírse. Forman parte de lo que los científicos cognitivos llaman el «inconsciente cognitivo» estructuras de nuestro cerebro a las que no podemos acceder conscientemente, pero que conocemos por sus consecuencias”.
Es común creer que la gente toma iniciativas políticas o participe en elecciones motivados por sus intereses. Los valores suelen tener un peso importantísimo a la hora de fijar determinada postura o tomar alguna decisión.
En este sentido George Lakoff sostiene en su libro que: “La gente no vota necesariamente por sus intereses. Votan por su identidad. Votan por sus valores. Votan por aquellos con quienes se identifican”.
No es que la gente no se preocupe nunca de sus intereses, pero generalmente votan por su identidad. Y si su identidad encaja con sus intereses, votarán por aquello sobre lo cual se sientan identificados. Es importante entender este punto. Es un grave error dar por supuesto que la gente vota siempre bajo una concepción pragmática.
En este sentido, se puede afirmar que votamos en función de los valores, así como de los estereotipos culturales. Lo que determina nuestra intencionalidad de voto, es el modelo referencia en el cual nos adherimos, activándose este para nuestra comprensión de la política durante el contexto electoral.
Para Lakoff “se tiene que hablar desde la perspectiva moral en todo momento”. La citada frase se enmarca en la forma en la que el progresista debe hacer llegar su mensaje y sus exigencias frente a los conservadores.
En el debata político no solamente basta decir la verdad para defender una idea o postura política, dicha verdad debe estar relacionada a los axiomas liberadores del pensamiento que se contraponen y se diferencian de forma efectiva al pensamiento conservador.
En este sentido, toda crítica progresista debe estar enmarcada en las ideas y en la moral progresistas. Por lo tanto hay que clarificar los valores y utilizar el lenguaje de los valores propios. Esta es una forma de apartarse del discurso politiquero.
Todo candidato o grupo sigue determinado patrón ideológico, valores concretos que los hacen juzgar su realidad y diferenciar lo bueno de lo que es malo. Todo candidato y el equipo que representa deben tener constantemente presente los valores que los direcciona, por otra parte, dirigir su discurso siempre en concordancia a esa misma dirección política.
La perspectiva moral es lo que fijará la pertenencia de un individuo en determinado grupo. Para Lakoff “Las ideas surgen bajo la forma de marcos. Cuando los marcos están ahí, las ideas surgen inmediatamente”.
Hay recursos discursivos que son generalmente usados a modo de eufemismos, los cuales son generalmente empleados cuando hay una deficiencia en el marco a utilizar, y se busca minimizar un daño o reacción determinada.
Según Lakoff “en ciencia cognitiva hay una palabra para este fenómeno: hipocognición, la carencia de aquellas ideas que necesitas, la falta de un marco prefijado, relativamente simple, que pueda ser evocado mediante una o dos palabras”.
En este sentido, referido autor sostiene que las direcciones de la política prevalecen sobre las políticas concretas. Las ideas y valores progresistas sirven muchas veces de marco para definir la dirección en la que llevaran a cabo sus acciones políticas, independientemente haya consenso o no entre los mismos progresistas sobre estas últimas.
Es importante tener claro los valores para proyectar y tener presente determinada dirección política. Haciendo uso de los valores y principios debe haber acuerdo sobre las direcciones básicas en la que debe encaminarse la política, ya que hay más probabilidad de división de sus miembros en función de la valoración de las políticas más concretas.
Lakoff nos hace entender que todo candidato o grupo político debe tener un norte, entendiendo esto último como un conjunto de valores que se traducen en determinada visión y proyección política.
Este norte moral es lo que va a garantizar la existencia de una iniciativa más allá de las acciones políticas. La moralidad y la disciplina también pueden ser formas de expresar un orden moral que debe poseer cualquier persona que viva en sociedad.
El hecho de que el modelo progresista no sea uno en el que impere el castigo y una rígida moral, no implica que no exista forma de establecer disciplina. En el modelo familiar protector, la disciplina es más racional, en ella se recibe estímulos no violentos para su consolidación.
La disciplina es conseguida mediante la compensación del comportamiento considerado aceptable, se construye con estímulos que recompensan una buena actuación y se castiga con la inhibición de algún privilegio.
En este sentido, se trata de un modelo más abierto que busca también establecer cierto grado de disciplina y que, a diferencia de modelo conservador, busca crearla mediante la colaboración del individuo en actividades aceptables. También la valoración de los privilegios conseguidos mediante la colaboración positiva crea normas de conducta claras y aceptables.
En este sentido, los valores y el voto están íntimamente relacionados. Ambos presuponen que los valores influyen en las preferencias políticas de las personas, porque estas tienen preferencias por consecuencias valoradas y las preferencias hacen más o menos atractivos los símbolos o los mensajes ideológicos de los partidos.
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