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5 bandas de música que lo tenían todo para triunfar pero…

La constancia a la hora de encontrar el éxito puede flaquear con el paso del tiempo, de ahí que la suerte sea un factor importante que no siempre llega pronto.

¡La vida es injusta (a veces)! Sobre todo si tus padres no son ricos ni famosos en el ámbito en el que quieras triunfar, si no que se lo pregunten a Austin Dickinson. Leía el otro día que Tom Morello, el colosalmente genial guitarrista de Rage Against The Machine y Audioslave, expresó que le gustaría que la banda Nova Twins triunfase a lo grande, considera que se lo merecen, y a la vez avisó que durante sus tres décadas como músico ha visto muchas bandas que merecían ese éxito pero que no lo consiguieron.

Nos vamos a centrar en algunas de ellas. Las que van a aparecer aquí no suponen un fracaso, simplemente que merecían mucho más: romper las estadísticas de YouTube y Spotify, realizar giras mundiales en estadios, grabar su documental para Netflix.

Uzzhuaïa

Era una banda cuyo sonido se movía entre el Hard Rock moderno y el rock clásico, con influencias del pop español y del metal moderno americano. Más o menos. Formada a mitades de los años 90, no tuvo a su alineación asentada hasta la primera década del presente siglo.

Su primer disco con su line up definitivo fue Diablo Blvd, lanzado en el año 2003, en el que se observaban unas marcadas influencias stoner. Con ese disco asentaron las bases de lo que sería su sonido, que alcanzaron con su siguiente disco, el genial Uzzhuaïa, en el que versionaron “La Chispa Adecuada” de Héroes del Silencio, suponiendo un mayor éxito que con sus propias composiciones.

A cada paso discográfico que daban, cosechaban mayor éxito -premios, menciones, nominaciones-, pero dentro siempre de los límites del rock estatal, siendo imposible romper ese techo de cristal a pesar de componer auténticos temazos de rock como “El Solitario“, baladas para romper las listas como “En Ciernes“, contando con un cantante como es Pablo Monteagudo, un auténtico showman en directo y con una voz perfecta para el rock.

Finalmente, cansados de intentarlo y saber que lo merecían, decidieron dar un descanso indefinido a la banda, separándose en el año 2014.

American Head Charge

En los tiempos en los que el Nü Metal era la ley del Rock, Slipknot eran el referente del estilo. Y para su gira mundial más importante, la de su aclamadísimo disco “Iowa“, contaron con American Head Charge como teloneros.

Fue la banda comandada por Corey Taylor y Shaw Crahan los que pusieron a AHC en el mapa. Sin embargo los teloneros sorprendieron, sin llegar a eclipsar a sus padrinos, con un directo que derrochaba energía. Además los temas de su disco de 2021 “The War Of Art” tenían la calidad suficiente para ser la nueva sensación del momento.

Las drogas y algunos problemas internos en la banda relacionados con el ego, retrasaron el lanzamiento del que debía ser su disco de confirmación cuatro años. “The Feeding” llegó en el año 2005, cuando el Nü Metal había sido desplazado por el Metalcore, y pese a mantener un buen nivel en las composiciones pero sin lograr un single a la altura de su anterior bombazo, “Just So You Know“, no consiguió satisfacer las expectativas de la propia banda, que observó cómo no solo no superaban, sino que ni siquiera igualaban los números de su anterior lanzamiento.

Después de ello decidieron separarse. No fue hasta 2016 que lanzaron un tercer disco de estudio “Tango Umbrella“, aprovechando el regreso del Nü Metal tanto mediante las bandas más grandes del género como de otras nuevas que han levantado la bandera del Nü Metal (Motionless In White); e incluso de algunas que comenzaron a dejar salir sus influencias del género una vez que el odio contra el mismo se evaporó, (Of Mice And Men).

Por desgracia, su trabajo, de una calidad inferior que los dos anteriores, no los situó en una posición ni siquiera cercana al éxito, por lo que desde entonces han desaparecido sin haber vuelto a dar señales de vida.

Dikers

Hay ocasiones en las que tener influencias dispares aleja al público. Eso les pasó a Dikers, la banda de Iker Pedrafita. Se quedaron entre dos tierras sin llegar a conquistar ni a los fans del punk californiano que disfrutaban con Blink 182, The Offspring y Green Day; ni a los del rock urbano que se volvían locos como Marea, La Fuga y Reincidentes. Y eso que en su música hay muchas más influencias: metal, pop, rap. A veces en las composiciones y otras veces en la producción.

Con su primer disco “A que esperamos” podrían haber ocupado el lugar de El Canto del Loco, aunque los navarros siempre sonaron más potentes, y de hecho aparecieron en varias ocasiones en los 40 Principales con su temazo “no me importa“.

Sin embargo en sus siguientes lanzamientos no subieron en popularidad como cabría esperar -las principales radios se olvidaron de ellos-, y eso que sí lo hicieron en calidad al menos en sus dos siguientes lanzamientos, “Se Escribe sin C” y “Dale Gas“, en los que su sonido se volvió más homogéneo y compacto, asentando unas preciosas melodías tanto vocales como musicales en la base de sus composiciones, agregándoles influencias del Nü Metal tan de moda en aquellos momentos (el final de “Y soñaré“, las guitarras de “Mi Sucio Corazón“), acercándoles por momentos a los Linkin Park más melódicos.

Dentro del ámbito del rock español sí crecieron, pero sin terminar de explotar. Su siguiente disco “Las Noches que me inventé” publicado en 2005 mantuvo la calidad de los anteriores, incluyendo la balada “Ronco Invierno“, un tema que debería haberlos puesto de moda rompiendo los límites del rock, sin embargo la industria musical permaneció inmutable ante el arte de los navarros, quizá por no disponer de más singles potenciales -un mayor número de baladas- o por contar con unas letras densas, impidiendo un consumo rápido de su música.

Tras dos lanzamientos más en los que Dikers fueron un poco irregulares, a causa de un problema en la voz de Iker la banda de disolvió en 2016. Desde entonces no ha habido noticias sobre la reactivación de la actividad del grupo, aunque su líder sí ha regresado a los escenarios junto a su padre Alfredo, ex de Barricada.

36 Crazyfists

Algo que gusta de manera general dentro de gran parte del ámbito metalero es que los grupos mantengan o endurezcan su sonido. Sucede pocas veces, en la mayoría de las ocasiones se hace el camino contrario, buscando llegar al público masivo.

36 Crazyfists es una de esas bandas que endurecieron su sonido, y al hacerlo fueron perdiendo seguidores. Pero vayamos al principio. “Bitterness The Star“, su primer lanzamiento discográfico era un excelente trabajo de Nü Metal, con unas marcadas influencias del Post Hardcore que, junto a la raramente genial voz de su cantante Brock Lindow, los hicieron destacar. Sus giras pasaron a ser mundiales, compartiendo cartel con Trivium y Killswitch Engage, compañeros que hoy disfrutan de una popularidad mucho más alta que ellos.

Su segundo disco, “A Snow Capped Romance” fue un más y mejor en toda regla. Supieron mantener su personalidad, a la que añadieron un poco más de metal -sin el Nü-, respetando el espacio para la melodía. En este caso la lógica acompañó, y dieron un par de pasos adelante acrecentando su base de fans y llenando salas más grandes.

El camino al éxito se torció a partir de su tercer trabajo “Rest Inside The Flames“, encuadrado totalmente en el Metalcore, diluyendo en gran parte su personalidad en favor de subirse al carro de la nueva moda. Lo único que unía a la banda con su sonido original era la voz de Lindow. El endurecimiento de su sonido no reportó un cierre de filas de la comunidad metal.

Cuatro discos más tarde no ha cambiado su situación. Mantienen una posición de popularidad intermedia, con una modesta pero sólida base de fans que no crece debido a que 36 Crazyfists están cómodos en su sonido ya asentado desde el cambio de su tercer disco, con un poco más de hardcore a veces como en “The Tide and Its Takers” o más metal como en “Time and Trauma“, pero sin moverse ni sorprender. Todos sus temas tienen un buen nivel, pero no hay ninguno que destaque sobre los demás como sí los había en sus primeros dos lanzamientos, como “Bloodwork” y “Slit Wrist Theory“.

Black Tide

Durante unos años parecía que el Heavy Metal volvía. Unos chavales de instituto formaron la banda Black Tide, y en plena decaída del Nü Metal y alzamiento del Metalcore, se fueron a los años 80 y trajeron un disco de Heavy Metal en 2008, “Light From Above” lo suficientemente clásico para sorprender, y lo necesariamente moderno como para gustar.

Rompieron todos los límites, incluso la revista inglesa Kerrang! los consideró la revelación del año, encumbrándolos como The Next Big Thing del metal. Sin saber muy bien por qué, su segundo disco, “Post Mortem” fue un ejercicio de Metalcore de manual sin rastro de la personalidad de su primer disco. Lo publicaron tres años después del primero, en 2011.

Al sonar tan genéricos y abandonar el sonido que los caracterizaba no pudieron competir con las mejores bandas del estilo que hacían ahora, por lo que su popularidad cayó en picado. Su último intento de recuperar el terreno perdido fue en 2015, con la publicación del notable “Chasins Shadows“, en el que volvían a recuperar su sonido original, mezclado con esencia de metal moderno americano que le sentaba muy bien.

Sin embargo no fueron capaces de conectar con su base de fans del primer disco, ni llamar la atención de una nueva, más atenta de los movimientos de otras bandas similares como Bullet For My Valentine, Avenged Sevenfold y Black Veil Brides.