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‘Cuando vinieron a buscarme, no había nadie más que pudiera protestar’. España y la extrema derecha

Actualmente, las formaciones de extrema derecha marcan gran parte de la agenda política y social de Europa. En abril de 2021, 21 de 27 países europeos estaban liderados por partidos liberal-conservadores, o por coaliciones donde la derecha lidera el gobierno.

Cuando los nazis vinieron a llevarse a los comunistas,
guardé silencio,
ya que no era comunista,

Cuando encarcelaron a los socialdemócratas,
guardé silencio,
ya que no era socialdemócrata,

Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas,
no protesté,
ya que no era sindicalista,

Cuando vinieron a llevarse a los judíos,
no protesté,
ya que no era judío,

Cuando vinieron a buscarme,
no había nadie más que pudiera protestar

“Primero vinieron” es un poema escrito por el pastor luterano Martin Niemöller, en 1946, que trata la cobardía de los intelectuales alemanes tras el ascenso del nazismo al poder, y la purga de determinados colectivos. Cada vez que lo recuerdo pienso en la situación actual sobre el ascenso de la extrema derecha, tanto en Europa como en España, porque es un reflejo del proceso que está teniendo lugar.

Actualmente, las formaciones de extrema derecha marcan gran parte de la agenda política y social de Europa. En abril de 2021, 21 de 27 países europeos estaban liderados por partidos liberal-conservadores, o por coaliciones donde la derecha lidera el gobierno. Además, desde 1999, el Partido Popular Europeo ha tenido la mayoría de los asientos en el Parlamento europeo, la única institución de la Unión Europea elegida por sufragio universal directo.

Se trata, en este caso, de la derecha conservadora clásica, aunque sus posturas han comenzado también un proceso de radicalización, para adaptarse al nuevo “intruso” de la extrema derecha, con el que combaten por conseguir parte del electorado.

La identificación con la izquierda o la derecha parece ser una elección derivada de un universo conjunto de valores y no solo de una preferencia electoral. Pierre Bréchon

Es necesario entender los elementos que componen la extrema derecha: sus continuidades y discontinuidades, su “relato” histórico, sus relaciones con otros movimientos de extrema derecha, analizar su discurso, etc. Para entender su función en la política española, saber de dónde ha surgido y hacia dónde se dirige. Pero también aprender a confrontarlo.

En un período de grave crisis, como el actual, la emergencia de la extrema derecha está comenzando a controlar las coordenadas simbólicas de la guerra cultural. Esto les permite apuntar a falsos culpables de la crisis (inmigrantes, feministas, independentistas, okupas, etc.), criminalizar la pobreza, centrarse en un soberanismo mal entendido, eliminar la lucha de clases, etc.

El contexto de crisis proporciona un arsenal de argumentos y marcos ideológicos, unos discursos que ya se han probado en otros países y contextos, y que se han demostrado viables. Les permite influir y definir la agenda política, como ya ha sucedido en muchos países europeos.

La “novedad” de la extrema derecha

Aunque lo parezca, el fenómeno de la extrema derecha no es nuevo: desde 1945 fueron surgiendo grupúsculos que cuestionaban a las democracias occidentales. En aquella primera fase, la fórmula para combatir esos movimientos estaba clara: consolidación y reconstrucción de los derechos democráticos en los Estados surgidos tras la derrota del fascismo, y el afianzamiento y reafirmación de las anteriores democracias occidentales, a través de su Estado del Bienestar. En esta primera fase, se oponían a las reglas democráticas existentes, igual que habían hecho los fascismos originales.

A partir de los años 1970, para combatir su propia marginalidad, la extrema derecha fue cambiando sus objetivos originales y sus estrategias de actuación. El “enemigo” ya no era el sistema democrático, sino las élites políticas de esos Estados, especialmente desde las izquierdas.

Ya no es una oposición abierta a la democracia, como sistema político, sino que se transformó para “aceptar” las reglas democráticas y buscó la integración de sus programas e ideologías en la sociedad. La estrategia ya no era derrocar el sistema democrático, sino “transformarlo” y controlarlo desde dentro.

Estos elementos ideológicos deben servirle para crecer electoralmente, como no lo había conseguido hasta aquellos momentos. Y el cambio fue muy fructífero para sus aspiraciones: si hasta los años 1980 apenas llegaba al 5% del electorado en Europa, a partir de los 1990 comenzaron a superarse esas cifras y a entrar en los diferentes parlamentos europeos.

Los diferentes partidos de derecha y extrema derecha son muy diferentes entre sí, dependiendo de sus respectivos contextos locales, aunque comparten algunos rasgos comunes. VOX se diferencia, en muchos aspectos, de sus homólogos europeos.

Nueva ideología y nueva estrategia

La nueva ideología de estos grupos de extrema derecha se basan en ideas nativistas, populistas, xenófobas y autoritarias, pero dentro del “juego” y la apariencia democrática.

En este nuevo marco ideológico, la extrema derecha se centra en el discurso anti-inmigratorio, contra la integración supranacional (euroescépticos) y las nuevas élites políticas, la lucha contra el “terror” derivado del 11S, la crisis económica de 2008, la crisis de los refugiados de 2015, etc. Las razones de esta “derechización” se relacionan con unos valores ideológicos que se han extendido en la sociedad.

Para las clases obreras, la inmigración genera competencia sobre el mercado laboral y pone presión en los niveles salariales; para las clases medias, consume una parte excesiva de la solidaridad que [esas clases medias] creen que están financiando. Dominique Reyni.

La nueva extrema derecha mantiene un discurso de falsas seguridades, explotando los miedos que atenazan a la sociedad, presentando su ideología a través de una lucha entre civilizaciones: la defensa de nuestra civilización nacional y religiosa, frente a los cambios derivados de fenómenos como la inmigración o la globalización.

  • El nativismo se basa en la idea de privilegiar a los “nativos” y sus intereses en un determinado territorio, rechazando la emigración, que se convierte en una amenaza para el estado-nación homogéneo. El nativismo es el resultado de la combinación de un nacionalismo extremo y esencialista, basado en mitos relacionados con un pasado lejano, junto a una actitud xenófoba y rechazo de la inmigración. Se rechaza también todo aquello que amenaza su ideal de nación “homogénea“, defensa de la “patria” de aquellos que considera sus “enemigos“, tanto los internos (el independentismo catalán o vasco) como los externos (inmigración, terrorismo, globalización, etc.), con el objetivo de conseguir una sociedad estrictamente monocultural, mononacional, que “representa” al conjunto de España.
  • El componente del autoritarismo está basado en que todos los sectores políticos y sociales deben asumir los valores de ley y orden que ellos defienden. Cualquiera que no esté dentro de este sistema (o que se oponga a él) se convierte, automáticamente, en un enemigo del Estado. Se trata de una narrativa totalmente opuesta al pluralismo político, que se enfrenta a los derechos de las minorías. Llevado al extremo, se trata de un discurso claramente antidemocrático, como VOX ha demostrado repetidamente desde las tribunas públicas o en sus campañas electorales.
  • El discurso anti-inmigratorio se ha convertido en el motor de impulso reciente. La crisis migratoria de 2015 reavivó el tema político, llevando a una percepción negativa por parte de la ciudadanía, despertando fuertes debates emocionales entre todos los segmentos de la población.
  • En lo económico, la extrema derecha europea ha difuminado sus propuestas, para ampliar su base electoral, con un discurso destinado a atraer a las clases trabajadoras y populares. Mantienen igualmente unas propuestas neoliberales, basadas en la reducción del gasto público, privatización de servicios, recortes de impuestos, etc.
  • La defensa de los valores tradicionales hace que la extrema derecha se haya apropiado de la “representación” del pueblo español, considerándose como único representante “auténtico” de la españolidad, una españolidad basada en la defensa de los toros, la caza, lo rural, unas esencias que tendrían que estar superadas hace tiempo.
  • El fomento del individualismo, que intenta marginar a determinados sectores sociales más desfavorecidos (los parados no tienen trabajo porque prefieren vivir “del cuento“). Puede asociarse con la desconfianza expresada hacia el sistema político como conjunto. El escepticismo hacia las instituciones democráticas incita a la ciudadanía a basarse únicamente en ellos mismos para conseguir el cambio social.
  • Una profunda desconfianza en las instituciones, que se ha extendido al conjunto de la sociedad.
  • Contrariamente a movimientos de extrema derecha del pasado, no se utiliza el recurso abierto a la violencia, aunque de trata de un discurso que incita, defiende y legitima su uso contra colectivos que se convierten en el objetivo de sus ataques.
  • Aceptación implícita del juego democrático, aunque no tienen problemas para criticar ese sistema, si sus intereses lo requieren (legan incluso a afirmar que “los españoles votan mal“).

Esta estrategia e ideología ha proporcionado dos cambios, que permitieron el surgimiento de la extrema derecha como opción política.

En primer lugar, la extrema derecha ha abrazado posturas más “novedosas“, radicales y populistas que, anteriormente, hubieran sido impensables en la sociedad occidental, plasmándose en una “derechización” de los valores sociales.

En segundo lugar, la extrema derecha se abrió a nuevos espacios políticos: si el PP ha seguido un curso de moderación de sus propuestas para abarcar un espectro electoral más amplio, eso abrió nuevos espacios de la derecha, permitiendo la entrada en escena de nuevos actores que impulsen una “renovación” ideológica.

En este nuevo contexto debemos analizar el surgimiento y consolidación de las opciones políticas más radicales y el relevo de las derechas tradicionales por otras opciones más radicales.

La principal diferencia entre la extrema derecha radical y la derecha conservadora tradicional es, principalmente, el nativismo: aunque también es nacionalista y tradicionalista en sus valores de ley y orden, no se centra en elementos etnoculturales, sino cívicos; el componente xenófobo solo ha aparecido en los últimos años, en relación con la competencia por el nicho electoral más radicalizado.

En cuanto al electorado de la extrema derecha, el voto procede, es cierto, de zonas de alto poder adquisitivo, pero también de clases más populares y desfavorecidas, junto a sectores de “clase media” o aspirantes a clase media pero que, en realidad, son pretendientes a una burguesía que, en momentos de crisis, se ha proletarizado rápidamente. Ha sido el voto de las clases más desfavorecidas el que se ha trasvasado desde el PP a VOX, debido a la búsqueda de una “nueva esperanza” que supondría el populismo de la extrema derecha. Esta heterogeneidad del voto de VOX es lo que hace difícil encontrar una explicación racional sobre aquellos que forman su electorado.

Como han demostrado las elecciones de Madrid, la extrema derecha crece más en aquellas zonas en las que se ha destruido la industria, precarizado el empleo, donde la recuperación económica ha pasado de largo, zonas en las que las tasas de desempleo han crecido sustancialmente. Es lo que Andrés Rodríguez Pose ha definido como “la venganza de los lugares que no importan“.

La polarización y el discurso del miedo favorecen, claramente, el voto de la extrema derecha, especialmente en su discurso racista, xenófobo y anti-inmigratorio. Pero también la situación en Catalunya ha servido como detonante de ese voto, a través de su discurso sobre la integridad nacional y el “españolismo” más rancio: España versus el resto de nacionalidades, un conflicto centro-periferia.

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