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Elecciones en Honduras: entre el fraude y su primera mujer presidenta

La izquierda hondureña ha logrado unirse en torno a la figura de Xiomara Castro de Zelaya, del partido LIBRE.

Xiomara Castro de Zelaya es una mujer feminista y de izquierdas que lidera las encuestas de cara a los comicios generales que se celebrarán en Honduras, una pequeña nación de Centroamérica, el próximo domingo 28 de noviembre.

Sin embargo no es su primera vez. Para poner las cosas en contexto hay que saber que fue la Primera Dama de Honduras hasta que a su marido, el expresidente Manuel Zelaya lo derrocaron mediante un golpe militar perpetrado por la oligarquía hondureña en alianza con el gobierno de Estados Unidos, en ese momento representado por Barack Obama.

Desde entonces, en 2009, la actual candidata con más opciones de vencer en las elecciones, ha permanecido en las calles movilizándose con la mayoría social de Honduras frente a la dictadura que se impuso tras el golpe, y que se ha ido perpetuando a base de procesos electorales fraudulentos.

No solo los golpistas usan fondos públicos para sus campañas, generando un clima de desigualdad, sino que cambian las boletas electorales para ofrecer los resultados que más les convengan -llevan ganando así en las generales de 2013 y 2017-, y además han concentrado el poder en el ejecutivo, por lo que rompen la constitución para reelegirse cuando lo estiman oportuno aunque esté prohibido.

Sin embargo, la izquierda hondureña organizada en torno al partido Libertad y Refundación (LIBRE), dirigido por Manuel Zelaya, ha sabido sostener la movilización popular desde 2009, generando unas condiciones en las que su victoria electoral no puede ser frenada con el alcance del fraude, o al menos eso muestran las encuestas que dan a Xiomara cerca de un 40% de los sufragios, a más de diez puntos de su principal competidor, el ultraderechista Nasry Asfura, que pertenece al ala más radical de los golpistas que asaltaron el poder en 2009.

Xiomara ha venido teniendo una tendencia positiva en los sondeos desde el inicio de su candidatura, las elecciones primarias de los principales partidos observaron como la progresista impulsó la participación de sus bases muy por encima de los demás.

Sumado a ello, su alianza con Salvador Nasralla (Salvador de Honduras), quién hoy es su compañero de fórmula a la vicepresidencia, la ha reimpulsado hasta una posición en la que se da por segura su victoria. Nasralla ya había sido aliado de LIBRE, solo que en 2017 él era el candidato a presidente y Xiomara su compañera de fórmula.

Una generosidad de LIBRE que le salió cara, puesto que tras sufrir fraude, el político de Salvador de Honduras no cerró filas y aceptó un diálogo con la dictadura que rompió al movimiento progresista. Las cosas han cambiado en esta ocasión, al tener LIBRE más fuerza social, Nasralla ha tenido que asumir una posición subalterna y aceptar un acuerdo mucho más cerrado en favor de una actuación coordinada de manera conjunta y netamente de izquierdas.

Las propuestas de esta alianza pasan por la conformación de una Asamblea Constituyente que redacte un nuevo texto constitucional en el que los derechos actualmente sean garantizados e incluir otros nuevos que respondan ante el nuevo escenario laboral y social, que apueste por la nacionalización de los sectores estratégicos, la gratuidad de los sistemas de salud y educación entre otras medidas como el fin de la censura y la represión.

El problema de la migración forzada es otro de los focos de la candidata, que ya ha formulado propuestas para mejorar las condiciones laborales de los y las trabajadoras, así como comenzar a aplicar una reforma fiscal progresiva para redistribuir la riqueza.

Xiomara Castro de Zelaya espera también iniciar una ruptura con el actual sistema neoliberal, en concreto con su pilar patriarcal, para mejorar la realidad de las mujeres y del colectivo LGTBI+.