El 2021, año de la ruptura en el Perú
Perú no esta cerca de deslastrarse del neoliberalismo. No obstante, las cosas han cambiado, la ruptura comenzó y ya Perú no será el mismo país.
El Perú no imaginó que el 2021 sería el año de la ruptura de un sistema. Comenzó con la expectativa por unas elecciones presidenciales que confrontaban a la izquierda moderada, a la desgastada ultraderecha representada por Keiko Fujimori, pero por obra del mismo sistema, todo cambió.
La campaña mediática contra Verónika Mendoza, el temor a que el Perú siguiera el “mal ejemplo” de la Venezuela de Chávez y Nicolás Maduro, fungió como herramienta de desgaste de la propuesta de transformación social que necesitaba el Perú.
La primera vuelta fue en abril, y Keiko Fujimori con Fuerza Popular consiguieron su objetivo, al menos parcialmente, Verónika Mendoza y Juntos por el Perú quedaron fuera de la contienda.
Pero apareció Pedro Castillo, junto al lápiz de Perú Libre, y durante la campaña para la segunda vuelta, el “establishment”, observó impávido como el profesor de Cajamarca, casi un completo desconocido para la opinión pública, subió como la espuma, hasta superar la intención de voto de la experimentada candidata Keiko Fujimori.
Desde el momento de la votación, y los días que le siguieron, todo ha sido estremecimiento en el Perú.
El Perú votó por una constituyente
La carta que más producía temor en el poder establecido en el Perú jamás fue ocultada. La constituyente era una exigencia de la izquierda más radical, y Pedro Castillo la tomó como bandera durante su campaña.
Lo que se pensó era una propuesta demasiado arriesgada, resultó ser el principal motivo que movilizó a la masa que seguía a Perú Libre, y arrastró más voluntades, los ronderos campesinos, las amas de casa, los estudiantes, todos querían un Perú diferente, y la constituyente les pareció necesaria.
Votaron, y Pedro Castillo resultó electo, después de semanas de conteos, reconteos, apelaciones y dilaciones promovidas por un sistema que no aceptaría a un campesino como presidente, reconocieron el triunfo, y los ataques hacia Perú Libre se intensificaron, escalando siempre, hasta lo que se puede observar actualmente.
La constituyente tiene su razón de ser, no habría ruptura con el neoliberalismo, sin que se dejara atrás la Constitución que Alberto Fujimori dejó al Perú en 1993.
Esta carta magna, entre otras cosas, ha servido para que el Congreso, controlado por las fuerzas conservadoras de derecha, quite y ponga presidentes, en una constante violación al principio de separación de poderes amparado en esa Constitución.
Y no solo se trata de la estabilidad del Estado de Derecho, se trata de la voluntad del pueblo, que es doblegada con el abuso interesado de algunas premisas jurídicas.
El gabinete de la discordia
El empuje de Perú Libre comenzó a encontrar muros contra los cuales estrellarse, el principal era el Congreso, dominado por los principales partidos de derecha. Fuerza Popular, Renovación Popular, Avanza País, y otras fuerzas conservadoras, se trazaron el objetivo de sacar a Pedro Castillo, y tenían las herramientas para lograrlo.
“Vacar”, un verbo utilizado en el Perú para referirse actualmente a Pedro Castillo, fue la consigna de los seguidores de la derecha y de los propios diputados, que en principio, enfilaron contra el primer gabinete de Castillo, liderado por Guido Bellido, y compuesto por varios profesionales que militaban en Perú Libre, así como otras figuras de la izquierda peruana.
Siendo la vacancia el fin último, las amenazas comenzaron contra el gabinete. Las mociones de censura salieron a la mesa, y el primero en la lista fue Héctor Béjar, un prominente sociólogo reconocido mundialmente por su trabajo con población vulnerable, y también por su simpatía con las revoluciones cubana y venezolana.
El Canciller Béjar, había comenzado con pie de plomo anunciando la salida de Perú del Grupo de Lima, y revocando el reconocimiento de Perú al gobierno interino de Juan Guaidó.
Señalado como terrorista, y miembro de una organización a la cual él mismo combatió, Béjar fue víctima de la primera emboscada de la derecha y salió del gabinete para evitar más inestabilidad con una eventual moción de censura o la censura completa del gabinete.
De nada sirvió, después de Béjar vino Íber Maraví, y uno a uno fueron atacados todos, hasta el propio Bellido. Sobre errores magnificados o sobre mentiras, se levantaron más que procedimientos judiciales, una serie de juicios mediáticos, donde lo principal ha sido descalificar a cada actor político de la izquierda.
Sin embargo, Pedro Castillo sucumbió a las pretensiones de la derecha, y cambió a su gabinete, por actores de la izquierda más moderados, ello aceleró la fragmentación de la alianza política que le llevó a la presidencia.
Todos los poderes en contra
La Fiscalía, el poder judicial, el poder legislativo, y el más fuerte de todos, el poder mediático reaccionan a la ruptura que representa la llegada de la izquierda a la presidencia del Perú.
Todos accionan, surge una feroz guerra judicial acompañada de la ofensiva mediática, y al mismo tiempo, el parlamento mantiene el cuestionamiento de cada movimiento y pieza que proponen Pedro Castillo y su equipo de gobierno.
Por otra parte, el poder político que mantiene la derecha, también obra en función de dividir a la izquierda, y lo están logrando, con la notoria separación de Pedro Castillo de algunos sectores de Perú Libre que han llegado a aliarse con la derecha para objetar su mandato.
La alteración del orden de las cosas
La ruptura en Perú no ha consistido en la transformación radical del orden de las cosas, la reacción del sistema ha sido intensa, consistente, y multidimensional, así que tendremos que reconocer que apenas, se alteró el panorama político en el Perú.
Pero actualmente, el debate político se ha centrado en asuntos fundamentales: revisión de concesiones para la explotación del gas, descentralización de los programas sociales, subsidios para las familias afectadas por la recesión en pandemia, la Constituyente.
Aún cuando Pedro Castillo, abandonó temporalmente el horizonte revolucionario de la Constituyente, una parte de la mayoría social sigue empujando las transformaciones sin ser perseguida, y ello es síntoma de una incuestionable alteración del orden que imponían los sectores conservadores del Perú.
Los peruanos se movilizan
Ya a finales del 2021, la vacancia de Pedro Castillo era casi un hecho, y por ello, miles de manifestantes en Lima pedían la continuidad del gobierno que eligieron.
Una gigantesca bandera del Perú recorrió las calles de Lima, en una marcha que la prensa comercial quiso ignorar, dándole mayor cobertura a otra marcha a favor de la destitución de Castillo, sin embargo, la vacancia naufragó, y la calma retornó a las calles.
El 2022 augura más conflictos, más contradicciones, Perú no está cerca de deslastrarse del neoliberalismo. No obstante, las cosas han cambiado, la ruptura comenzó y ya Perú no será el mismo país.