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El fotógrafo Alfonso

Cuidado con la memoria. Sala de exposiciones del Canal de Isabel II

 

EL FOTÓGRAFO ALFONSO

CUIDADO CON LA MEMORIA

Sala de exposiciones del Canal de Isabel II

 Acompañadme al antiguo depósito elevado de agua (el primero de este tipo que tuvo Madrid, conocido como “la cuba”), para poder cumplir a comienzos del siglo XX con el compromiso de abastecer de agua corriente a todos los barrios de la capital, incluso para aquellos que tenían una cota algo más elevada que el resto, reconvertido hoy en una interesante sala de exposiciones.

Nos encontramos con la obra imperecedera de este genial fotógrafo, en una muy lograda exposición con gran éxito de público, y cuyo título tan curioso ( CUIDADO CON LA MEMORIA), espero no olvidar contaros luego.

Alfonso Sánchez García (Ciudad Real, 1880, Madrid 1953), conocido como Alfonso (admirad su logotipo modernista), fue un fotógrafo español hijo de un empresario teatral,​ que entró en el taller de uno de los pioneros de la fotografía española al fallecer este.

Era padre del también fotógrafo Alfonso Sánchez Portela (y de otros dos hermanos, lo que hace imposible en ocasiones determinar la autoría de algunas fotografías; aquí las presentaremos de forma conjunta).

Su primer premio internacional lo recibió en 1904 con una foto de su mujer lavando la ropa. Se lo concedieron en ese año en Nueva York.

Fotografió todo tipo de temas, habiendo pasado su obra, sin el pretenderlo, a constituir la de un historiador, al margen de los avatares que sufrió en el pasado siglo la sociedad española, ya que también resulta retratada con total honestidad toda una serie de personajes populares representativa de toda la escala social.

Como veréis, el pueblo más sencillo, los ricos más ricos que inauguran aerolíneas en sus viajes, los más brillantes intelectuales, los artistas y deportistas, y los malditos militares que provocan horribles guerras y dan golpes de estado.

Imágenes costumbristas como la venta de pavos (quizás su fotografía más conocida, y además acorde con esta época navideña). Perdonadme el comentario, pero me parece maravilloso el coqueto gesto de la vendedora en los aledaños de la Plaza Mayor, a la que podemos suponer Alfonso le ha pedido se coloque en ese lugar y que adopte la postura que ella desee, y (el eterno femenino) ni la actriz más en boga de la época hubiese podido mejorar ese estilazo que vemos, esa mezcla de descaro y timidez, y en definitiva esa ilusión por ser admirada que trasluce en la pose adoptada por esta sencilla mujer.

Y los pavos también pensamos que se colocaron muy en su sitio y resultaron perfectos y muy sabrosos en su papel.

Alfonso empleaba cámaras con negativos de cristal de 9 x 12 cm hasta que en 1932 comenzó a usar cámaras con formato de 35mm.

La famosa fotografía de Ab del Krim, el líder rifeño que infringió severas derrotas al ejército español (empleando una especial crueldad tanto con los desgraciados prisioneros como en la profanación de cadáveres). Como anécdota, Alfonso contaba que no utilizó flash ya que a su lado tenía un guardaespaldas, con el cual no había posibilidad de entenderse, que no le quitaba ojo y con la pistola amartillada dispuesta a utilizarla ante la menor sospecha.

El general Primo de Rivera sale del Palacio Real investido como protagonista de su propia dictadura. Para la monarquía, como luego ocurriría muchos años después a la muerte de Franco, lo importante es mantenerse.

Atención a las caras de satisfacción (y de: ya está el tema donde debe estar….), de los acompañantes.

Y las caras tan distintas de la gente al escuchar el bando…

Disfrutad ahora con la instantánea que refleja el júbilo popular por el triunfo de la República

Verano en el Manzanares (nuestro aprendiz de río).

En la Gran Vía, un día de fiesta.

¡Vaya dos!

El general Moscardó…, y Su Excremencia.

(Que por cierto, el madrileño gimnasio municipal al que acudo a diario para intentar tener un poco controlado  mi peso y disimular algo el paso de los años, todavía ostenta su ominoso nombre-Moscardó-, pese a la Ley de Memoria Histórica). Manda huevos.

Santiago Bernabéu y Alfredo Di Stéfano, el futbolista más grande que yo he visto. Jamás he vuelto a ver a nadie con tanta autoridad en un campo de fútbol ni ser tan decisivo con su sola presencia en el terreno de juego. Baste decir que, al menos durante todos los años que estuvo en el Real Madrid, tan solo en único día no fue el mejor como era habitual, o al menos estuvo entre los mejores; lo anuló un medio del Valencia que se llamaba Mangriñan y que solo por ese hecho pasó a la pequeña historia del fútbol. Ningún otro pudo decir lo mismo, el resto de los mas grandes no han podido escapar a dar dos o tres (o más) petardazos por temporada.

Como madridista siempre le estaré eternamente agradecido, no por haber dejado escuela por su forma de jugar (algo absolutamente imposible por otro lado), sino por habernos legado su indomable carácter, ese no rendirse nunca, ese salir limpiamente siempre con determinación a vencer e intentarlo sin desmayo hasta el minuto noventa.

Recuerdo que él siempre decía que se lo debía todo a los muchachos, que el mérito era igual para todos, y que él no sería absolutamente nadie sin ellos. Algún balón de oro de estos de ahora podía tomar nota y reflexionar, modificando en algo su habitual comportamiento y considerar que el fútbol es, fundamentalmente, un deporte de equipo. Esta es la frase (suya, por supuesto), que leen los jugadores del Real Madrid antes de pisar el césped del Bernabéu: “Ningún jugador es tan fuerte como todos juntos”. Pues eso.

Nuestra felicitación al “artista” que dispuso tan sabiamente estas dos siguientes fotografías en la exposición.

La mirada serena y cargada de sabiduría de Tierno Galván, el viejo profesor, parece contemplar con escepticismo y cierta extrañeza a Manuel Fraga, mal que pese a la gente actual del PP, ministro de Franco y fundador de su partido. Pero amigos, la Historia no se puede borrar.

Valle Inclán, que al parecer, habitualmente escribía de esta guisa. Ahora se entienden mejor sus esperpentos.

La mirada profunda e inquisitiva del filósofo Ortega y Gasset

Ramón Gómez de la Serna, para el que al parecer el joven Alfonso en una época trabajo, retratado dentro de un espejo, como si se tratase de una de sus famosas greguerías”.

Para aquellos lectores más jóvenes, la greguería consiste en un aforismo trufado de cierto surrealismo que presenta una visión personal, sorprendente, aguda y frecuentemente humorística de algún aspecto de la realidad.

Os pongo un ejemplo:

“los mejillones son las almejas de luto”

La grandísima Victoria Kent

Sorolla, el pintor de la luz.

Nadie hasta él había sido tan valiente al utilizar los blancos desde Zurbarán.

Julio Romero de Torres con sus modelos

Azaña

Dolores Ibarruri, la Pasionaria

Los cadáveres tras la toma por el ejército y el pueblo armado de Madrid del Cuartel de la Montaña, el único acuartelamiento que se sublevó en la capital en 1936 atendiendo al llamamiento fascista.

El pueblo en la Gran Vía tras la toma de dicho cuartel.

El ánimo de las milicianas

Esta fotografía tiene un aire a las de los Cappa, ¿Quién influyó a quien? Seguro que los Alfonso conocieron a la pareja ya que compartieron frentes, aunque desgraciadamente no esta documentado.

El pueblo de Madrid se protegía en el Metro de los bombardeos (que duraron casi tres años).

Fue la primera vez, junto a Guernica, que un ejército bombardeaba una población indiscriminadamente, sin seleccionar especialmente objetivos militares.

Con el triunfo de Franco, las monjas haciendo el saludo fascista.

Hay que decir que la Iglesia apoyó sin reservas al bando vencedor (como luego continuaría haciendo durante los cuarenta años de dictadura).

Franco y Millán Astray invitados por el Conde de Romanones

Si disponéis de un soporte que os permita ampliar este articulo, merece la pena.

La advertencia chulesca que da título a la exposición está tomada de este  artículo del que os extracto algunos pasajes, publicado en el órgano oficial del régimen tres años después del triunfo de los sublevados, conminando a los Alfonso a trabajar en un muy segundo plano y a no exhibirse:

“Son muchos los que no han recobrado aún la serenidad nerviosa ni la salud que les arrebató el terror y el crimen de las pandillas bolcheviques. No cometieron ni un solo desmán. Aparecían sin embargo, al lado de los asesinos y de los ladrones. Un fotógrafo tuvo a gloria difundir su colaboración en la prensa roja. Que ese fotógrafo ostente, al público, su nombre  en una calle céntrica nos irrita un poco los nervios. Que se oculte, que trabaje, pero en silencio  porque no se puede provocar a los que tienen memoria, y menos aún a los que tienen ofensas que perdonar y agravios que vencer”.

El subrayado es mío. Acojona un poco pese al paso de los años, y es fácil suponer la inquietud de nuestros héroes. El artículo, que no tiene desperdicio, no tiene firma, es como un editorial, pero hay que reconocer que el cabrón que lo escribió conocía el oficio, esa frase subrayada, pese a lo infame de su contenido, me parece realmente brillante. El que pueda y tenga tiempo, que lo amplíe. Creo que merece la pena.

Una familia en el barrio madrileño de Tetuán

El autogiro de La Cierva.

Para los que no lo sepáis, el helicóptero es un invento español. Igual que el submarino.

Baile popular

Una maratón de baile

Aquellos chalados en sus locos cacharros….

El elefante que mató el Duque de Alba, desprovisto de sus colmillos (que luego montarían), a su paso por Cibeles durante el traslado al Museo de Ciencias Naturales, donde aún hoy se puede contemplar.

Ahora una curiosa instantánea; la que recoge la “lidia” de este toro nada menos que en la Gran Vía.

La cosa fue así: Un toro bravo se escapó a la altura del Manzanares cuando iba camino del matadero, sembrando el pánico en el mercado de San Ildefonso y dejando tres heridos, hasta llegar a la Gran Via, donde quiso la casualidad que estuviese paseando un afamado torero, Diego Mazquiarán, apodado Fortuna, quien con un improvisado estoque consiguió darle muerte, siendo izado a hombros por varios de los asistentes. Alfonso tenía el estudio cerca, hizo el reportaje que se publicó al día siguiente con esta fotografía.

La jet set de la época en 1930 inaugurando una line aérea a Moscú, pasando por Barcelona, Génova, Marsella, Ámsterdam y Berlín (¡Que valientes!. Yo no me subiría)

Nos despide La Chelito, en una foto gigante de fondo con la cámara original del fotógrafo en 1919

¡Hasta siempre, Alfonso!