PP y VOX: cómplices fascistas en el pleno de Lorca
Las manifestaciones en Lorca es el resultado de una confabulación derechista donde irrumpieron en el edificio municipal para enfrentar violentamente a los agentes emplazados.
La derecha española encarnada en los partidos VOX y PP han dado claras muestras de apoyo a los más recientes actos violentos producidos en el pleno de Lorca, en el marco de las regulaciones legislativas a la construcción de granjas porcinas alrededor de terreno urbanizable, las cuales se pretendían aprobar en el Ayuntamiento.
En este sentido, en total complicidad con la violencia, a través de la red social Twitter, Pascual Salvador comenta que “Al final se ha suspendido el pleno. No se puede jugar con el futuro de los ganaderos y sus familias“. Salvador, es el único diputado de VOX afín a Santiago Abascal en la Región de Murcia.
Por otra parte, el presidente del PP en Lorca, Fulgencio Gil, ha expuesto un comunicado consecuente con los reprobables hechos, y ha sostenido que el campo ha sido políticamente encendido en Lorca “contra los continuos ataques” del gobierno de coalición.
En este sentido el representante derechista afirma que “el campo ha dicho basta, se les ha arrastrado a una situación límite ante la que no aguantaban más. No se puede estar jugando una y otra vez con el pan y la desesperación de miles de familias“.
En este mismo orden de ideas fascistas, Juan José Liarte, uno de los porta voces del grupo VOX, ha declarado una simulada condena a la violencia producida en Murcia, pero destacando que los manifestantes no son “violentos per se“.
Liarte, bajo esta condena camuflada, afirma que su grupo parlamentario “siempre ha condenado la violencia. Contra las personas, los partidos políticos, las instituciones. Pero al mismo tiempo lo que también deberíamos analizar como sociedad es si no estaremos presionando mucho más allá de lo admisible a algunos de los grupos sociales a los que más les debemos“.
Las manifestaciones son el resultado de una confabulación derechista donde horas antes de los hechos citados, se saltaron los cordones policiales e irrumpieron en el edificio municipal, donde se enfrentaron violentamente a los agentes emplazados en el perímetro.
Es de notar que buena parte de los manifestantes se trataban de ganaderos locales, miembros de asociaciones ganaderas municipales y empresas afines, según fuentes del Ayuntamiento lorquino. En la referida concentración, también se encontraban la alcaldesa del PP de Puerto Lumbreras, María Ángeles Túnez, y la de Fuente Álamo, Juana María Martínez.
Dentro de los hechas del Ayuntamiento de Lorca se constata el desespero de los lideres de una derecha donde primero encienden al personal con soflamas discursivas y después observan desde la barrera cómo se descontrola la situación para luego culpar a las medidas reguladoras de provocar el estallido de violencia.
Esto constata que derecha española representada por PP, Ciudadanos y VOX, se ha caracterizado históricamente por la implementación constante de tácticas de crispación política para inocular matrices de opinión que rechazan cualquier posibilidad de progresismo social.
A menudo el conservadurismo español impulsa como propuesta un contexto de conflictividad que dista mucho de los actuales procesos de concertación política promovidos por el gobierno de coalición conformado por el PSOE-UP.
Todo ello ante la ausencia de una agenda pública sistematizada que pueda movilizar voluntades por medio de la razón en vez de la emocionalidad y el rencor. Mediante la tesis “amigo – enemigo”, el conservadurismo español plantea polemizar los diferentes escenarios donde se desenvuelve la izquierda rupturista.
En este sentido, VOX ha presentado su ideario más radical de cara a su acción política para el año 2022. Afortunadamente, un contexto de conflictividad o un pasado muy relacionado con periodos autoritarios o fascistas dificultan extremadamente su implantación.
El incipiente auge de los partidos populistas de derecha radical puede ser considerado una suerte de anomalía social que transmite a muchos ciudadanos una sensación creciente de inseguridad ante el presente y el futuro.
Si bien en España, la llamada transición no supuso un cambio sustancial con relación al franquismo, la derecha aún cuenta con una serie de estigmas dentro de la sociedad que bloquea la emergencia de los partidos conservadores.
El reformismo promovido por la monarquía, las élites económicas y los principales partidos políticos de la época, no fue más que una simple reforma del pasado franquista con el objetivo de hacerlo compatible con un sistema democrático que fuera homologable con los vecinos europeos.