El Donbás: centro de la batalla geopolítica entre Kiev y Moscú
El Donbás, cuya independencia se sus regiones Donetsk y Lugansk ha sido reconocida por Moscú el pasado lunes 21 de febrero de 2022, ha sido el centro visible de un conflicto que ha llevado a Rusia a implementar operativos militares especiales para asegurar su legítima defensa.
La actual crisis entre Rusia y Ucrania es un constructo de las manifestaciones ocurridas en la Plaza Maidán de Kiev en octubre de 2013, producto de la negativa del entonces presidente Víctor Yanukovich de firmar el Pacto de Asociación con la Unión Europea, lo cual, inició un proceso de enfrentamientos dentro de la sociedad ucraniana.
Todo ello trajo como consecuencia que Ucrania sufriera una fuerte polarización interna entre pro-rusos y los grupos neonazis apoyados por los Estados Unidos (EEUU). Los conflictos entre ambas facciones desembocaron en la instauración de un nuevo gobierno de facto que nunca llegó a tener las credenciales necesarias, ni las facultades pertinentes para avanzar en el proceso de negociación y de pacificación nacional.
Para la política guerrerista de EEUU, siempre ha sido conveniente una Ucrania gobernada por fuerzas ultranacionalistas de extrema derecha que, bajo un análisis acucioso podrían resultar inestables y poco confiables, pero que serían preferibles antes que aceptar un gobierno subordinado a Rusia.
Con base en estos acontecimientos, a partir del año 2013, Ucrania se convierte en la prioridad de la política exterior de Rusia, no solamente en el marco del llamado “cercano extranjero”, sino también dentro de la política exterior global del Estado ruso, ya que este contexto puede traer repercusiones regionales e incluso mundiales.
En función de tales objetivos geoestratégicos, para la Federación Rusa ha resultado fundamental el control político y militar de la región de Donbás, un importante enclave histórico, cultural y económico ubicado al sureste de Ucrania. Dicho territorio se encuentra ocupado por dos grupos separatistas en el curso de la guerra ruso-ucraniana que se hacen llamar República Popular de Donetsk y República Popular de Lugansk.
Asimismo, Donbás también se constituye como centro de una batalla cultural entre Kiev y Moscú. Esta región junto con gran parte del este de Ucrania, se encuentra poblada por rusoparlantes que deben ser protegidos del nacionalismo ucraniano.
Dicho conflicto quedó en manos del instrumento jurídico denominado “Acuerdos de Minsk” de 2015, el cual en gran parte de su vigencia se encontraba en un punto muerto, debido a que el gobierno ucraniano y los separatistas se acusan mutuamente de no respetarlos. Aunque se instauraron varias treguas, quedaron obsoletas por las repetidas violaciones.
Las repúblicas separatistas prorrusas de Donetsk y Lugansk, cuya independencia reconoció Moscú el pasado lunes 21 de febrero de 2022, ha sido el centro visible de un conflicto que ha llevado a Rusia a implementar operativos militares especiales para asegurar su defensa y contrarrestar la amenaza que ha representado Ucrania y sus intenciones de ingresar a la OTAN.
En este sentido, la Federación Rusa ejecuta actualmente acciones diplomáticas, políticas y militares consecuentes con sus concepciones de política exterior adoptados en los años 1999, 2008 y 2013, así como en las doctrinas de defensa y nuclear, consideradas para contextos hipotéticos de inestabilidad y conflicto semejantes a los observables recientemente en Ucrania y que son asumidos como amenazas a la seguridad nacional.
Asimismo, es importante destacar el injerencista papel que juega la Unión Europea y EEUU en la escalada del conflicto. Los apoyos por parte de representantes de la Unión Europea y de gobiernos occidentales, lejos de lograr un apaciguamiento del descontento interno, sirvieron para acelerar el proceso de creación de escenarios de abierta beligerancia militar.
La estrategia de EEUU durante los últimos años en Ucrania ha sido la de aumentar los ejercicios de entrenamiento militar y la presencia de soldados estadounidenses y de la OTAN en los países de Europa del Este, los cuales, son fronterizos con Rusia. Es decir, pretenden llevar a cabo una estrategia que es considerada por Rusia como una amenaza directa a su seguridad nacional.
Ucrania constantemente ha representado un objetivo fundamental para la OTAN por tener el segundo ejército más numeroso de Europa y contar con la frontera europea más extensa con Rusia, pero luego del fallido intento de alejamiento de Rusia con la Revolución Naranja en el año 2004 no se les había presentado una oportunidad como la actual.
Actualmente, las manipulaciones de occidente han llegado lejos, al punto de empujar a Ucrania a una guerra creyéndose esta última apoyada por los Estados Unidos y la OTAN. Pero el panorama para su presidente, Volodymyr Zelensky, es bastante sombrío desde el día viernes 25 de febrero cuando declarara públicamente que su país “se ha quedado solo” defendiéndose.
Asimismo, Zelensky subrayó que no ve “quien esté dispuesto a darle a Ucrania una garantía de unirse a la OTAN“. En mandatario lanzo las interrogantes retóricas “¿Quién está listo para luchar con nosotros? Honestamente, no los veo. ¿Quién está dispuesto a darle a Ucrania una garantía de unirse a la OTAN? Honestamente, ¡todos tienen miedo!“, sostuvo el presidente ucraniano.
Se concluye que el insistente involucramiento de Ucrania por parte de occidente, se trató de una estrategia para intentar debilitar a Rusia mediante sanciones económicas, las cuales se buscaron justificación en las recientes acciones militares de Moscú. Todo ello, mientras se acciona una guerra mediática dirigida por Departamento de Estado de los EEUU en un intento de mellar la imagen de Rusia y de su presidente Vladimir Putin ante el mundo.