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El mito ideológico de Vladímir Putin: ¿Rupturista o conservador?

Putin forma parte de un bloque contrario al Occidental que, a diferencia de la Guerra Fría, no se basa en la izquierda y la derecha

Al calor del conflicto ucraniano se encuentran los ataques mediáticos de Occidente, donde se dirigen calificativos hacia el presidente Vladímir Putin tildándolo de derecha, e incluso, comparando sus acciones militares con las implementadas en la segunda guerra mundial por la Alemania nazi.

En este sentido, qué tan apegados a la realidad resultan tales epítetos. Tras la actual crisis en Ucrania, muchos se han preguntado sobre la posición política-ideológica del presidente ruso, el cual, lleva más de 20 años a la cabeza de Rusia.

Ha sido cercano a figuras tan disímiles como Jair Bolsonaro, Nicolás Maduro o el fallecido Hugo Chávez. Por otra parte, Putin ha estado vinculado a los partidos Nuestro Hogar y desde 2008 a Rusia Unida, que corresponde a la tendencia conservadora y nacionalista.

Los orígenes de Vladímir Putin se remontan a su nacimiento en Leningrado, actual San Petersburgo, donde en la ex Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) estudió derecho en la Universidad Estatal de Leningrado. Tras graduarse trabajó para la KGB en Alemania Oriental hasta la caída del Muro de Berlín, momento en que volvió a Rusia y trabajó como asesor del político ruso, Anatoli Sobchak.

Tras trabajar por casi 5 años de la mano con el alcalde de San Petersburgo, fue líder regional del partido Nuestro Hogar – Rusia, una agrupación política, desaparecida, de corte liberal y reformista. Luego de mudarse a la capital, Moscú, Vladímir Putin escaló rápidamente hasta llegar a ser Presidente del Gobierno de Rusia bajo la denominación de Primer Ministro, la segunda autoridad ejecutiva tras el presidente, que en ese entonces era Borís Yeltsin.

Rusia Unida es el nombre del partido político que respalda al actual presidente de Rusia y se identifica como centralista, nacionalista y conservador. Ese centralismo y nacionalismo es lo que lo ha llevado a tener el poder por tanto tiempo. Putin ha sabido unir a los rusos dentro de un territorio étnico y culturalmente diverso.

Putin, al convertirse en Presidente de la Federación Rusa tras ganar las elecciones con el 52,99% de las preferencias, llevó adelante diversas reformas legales, tributarias y de reorganización político territorial. Asimismo, profundizó la apertura hacia nuevos mercados y la privatización, sin embargo, también devolvió al control estatal algunas empresas controladas por la oligarquía.

La tendencia reformista de Putin se enmarcó en un abierto rechazo al neoliberalismo radical de los primeros años de Boris Yeltsin y la introducción de una planificación estratégica controlada por el Estado.

A partir de este contexto, Rusia fue transformándose en un Estado que impulsa la modernización económica, llegando a controlar a plenitud los recursos naturales y la distribución de la producción estatal.

Putin utilizó su poder político para redistribuir algunas de las propiedades rusas valiosas y transformar el sector energético controlado por el capital privado en un sector dominado y controlado por el Estado.

Entre 2000 y 2005 el gobierno de Putin creó un programa para robustecer el control estatal denominado “campeones nacionales”, el cual consistía en redistribuir los activos de los bancos, las empresas aeronáuticas, los medios de comunicación y la industria automovilística y pesada.

Cuando Vladímir Putin llegó al poder en Rusia, uno de sus principales objetivos era el de devolver a su país la condición de potencia global que había perdido tras la desintegración de la Unión Soviética.

En función de estas aspiraciones, Putin recuperó las áreas que históricamente habían sido estratégicas para la antigua URSS. Uno de esos enclaves fue América Latina, quien vio cómo la influencia de Moscú se redujo significativamente tras la disolución de la URSS y cómo fue ganando peso con la llegada de Putin al Kremlin.

Aun cuando Putin dentro de las fronteras de Rusia parece enmarcarse en el conservadurismo junto a evidentes matices de reformismo de Estado, en el ámbito internacional, no ha tenido problemas al relacionarse con partidos y estados circunscritos a la izquierda política.

Rusia es la heredera de la Unión Soviética y, por lo tanto, en su nueva política exterior se va a aprovechar de los lazos históricos que había forjado con la izquierda mundial. Sin embargo, en la actualidad Rusia no se apoya tanto en la ideología, como en la Guerra Fría, sino que tiene una visión mucho más pragmática, con la que busca diversificar sus relaciones exteriores.

Todo ello apoyándose también en la praxis antiestadunidense como elemento cohesionador entre sus aliados internacionales con tendencia a la izquierda. Asimismo, ante las diferentes sanciones económicas como producto de sus acciones en 2008, con la guerra de Georgia, y en 2014, con la anexión de Crimea, Rusia necesita aliados extracontinentales.

En este sentido América Latina contribuye a esas aspiraciones de reinserción como actor global, al mismo tiempo que diferentes países buscan también ampliar sus relaciones multilaterales, bilaterales, con otros países y no depender de los EEUU y su política exterior.

Este deseo de multilateralidad de Rusia, el cual busca también contrarrestar el liderazgo de EEUU, es activamente compartido por China, el cual en las últimas décadas se ha convertido en un actor clave en América Latina.

Vladímir Putin forma parte de un bloque contrario al Occidental que, a diferencia de la Guerra Fría, no se basa en la izquierda y la derecha. Tampoco en el capitalismo o el comunismo. El mismo presidente ruso no puede ser circunscrito enteramente dentro de la izquierda.

Con el objetivo de frenar el avance internacional de Rusia, occidente ha trasformado a Ucrania en un enclave plagado de conflictos internos y resentimientos nacionalistas, los cuales han sido alentados inicialmente desde EEUU.