La crisis de Ucrania demuestra el colapso del modelo de macrogranjas
La invasión a Ucrania ha activado las preocupaciones en el sector agrícola de una España que ha acabado por convertirse en el principal establo de Europa.
La crisis de Ucrania desnuda la fragilidad del modelo de macrogranjas por su dependencia del exterior. La invasiva ganadería industrial española importa al año 16,5 millones de toneladas de grano, buena parte de él transgénico, para alimentar los animales cuya exportación se estima en 2,6 millones de toneladas de carne.
Y es que el contexto de guerra en Europa del Este sigue trayendo duras consecuencias económicas para los países de la Unión Europea (UE), en especial para España, quien está viendo comprometida su producción agrícola.
Según el ministro de economía “España es un importador neto de cereales, con un déficit estructural de la balanza comercial” ya que “la producción nacional no llega a cubrir las necesidades internas, en particular las de la industria de elaboración de piensos para consumo animal”.
Para los operadores españoles esto trae como consecuencia la necesidad de abastecer el mercado nacional con los mercados internacionales, principalmente comunitarios, para suplir el déficit de producción a través de las importaciones.
En España se produce buena parte de la carne de cerdo que importa China con cereal proveniente de Francia, Brasil y Ucrania. De este último país se obtiene entre la sexta y la séptima parte del grano con el que se fabrica el pienso que comen los animales de abasto en las macrogranjas españolas.
Andrés Góngora, responsable de Frutas y Hortalizas de COAG considera que “Europa tiene que proteger sus mercados interiores. El aumento de los costes de producción es cada vez más difícil de aguantar, y algunas entradas masivas de género antes de que comiencen las temporadas de cosecha aquí hunden los precios de venta. Eso pone en peligro muchas explotaciones”.
La invasión a Ucrania ha activado las preocupaciones en el sector agrícola de una España que ha acabado por convertirse en el principal establo de Europa. Según Jaume Bernís, responsable del sector porcino de la organización agraria COAG, “Las fábricas de pienso tienen stocks para un mes, que es el margen con el que se suministraba el cereal desde Ucrania“.
Ante el contexto bélico, los suministros desde Ucrania han comenzado a quedar estrangulados incluso antes de la invasión, ya que las navieras de granos habían comenzado a restringir sus rutas para evitar riesgos con sus barcos.
“Si esa situación se mantiene habrá que comenzar a buscar suministros en otros países, pero eso no es algo que se haga de un día para otro porque los que pueden servir como alternativa tienen ya sus flujos establecidos“, sostiene el responsable porcino.
Por su parte, la ministra de Economía, Nadia Calviño, insistió que no hay “ningún riesgo” de falta de suministro de cereales o fertilizantes en España por el conflicto en Ucrania, aunque sí está habiendo una repercusión directa de la guerra en términos de precios.
Sin embargo, y mientras Rusia centra una parte de sus operaciones militares en aislar a Ucrania del mar Negro, que es la salida natural de su granero, el nerviosismo es visible en el sector, que ve como se obturan las rutas comerciales con un país del que llega a España un volumen de maíz equivalente a más de la mitad de la producción nacional.
Esta extrema dependencia de mercados internacionales demuestra la sensible debilidad del modelo de las macrogranjas en España, el cual muestra las duras consecuencias del alejamiento de la producción nacional tradicional.
España se está convirtiendo en el vertedero de Europa de la industria ganadera intensiva, no solo tiene graves efectos sobre el cambio climático, sino también sobre los habitantes de las poblaciones cercanas a las macrogranjas de explotación animal.
La ganadería en España es un sector clave desde hace muchos años y en la actualidad si cabe mucho más. Para ello, ha sido tradición el uso de la ganadería extensiva, realizada con disposición total o parcial de una base territorial con aprovechamiento de pastos, prados, pastizales, hierbas y rastrojos, propios, ajenos o comunales, de forma permanente o temporal para alimentar el ganado.
La ganadería intensiva, consiste en la industrialización de la explotación ganadera. Para ello, el ganado se encuentra estabulado, bajo unas condiciones creadas de forma artificial, con el objetivo de incrementar la producción de carne y otros derivados animales como huevos, leche, lana, etc. en el menor tiempo posible.
Este tipo de ganadería necesita grandes inversiones en instalaciones, tecnología, mano de obra, etc. El gran incremento de la población en el mundo durante el siglo pasado unido a que cada vez se come más y la disminución de los costes de explotación han hecho que este tipo de ganadería, también llamada industrial haya crecido mucho en los últimos años.
La producción intensiva y en ascenso lleva a que las emisiones de efecto invernadero de solo 20 grandes corporaciones europeas equivalgan a tres cuartas partes de todo el CO2 liberado por España en un año, o a la mitad de potencias como Francia, Gran Bretaña o Italia.
En este respecto, la izquierda en España y su manifestación en el espectro político, ha fijado posición. Unidas Podemos (UP) por medio del ministro de Consumo, Alberto Garzón, se han propuesto defender a la ganadería extensiva, después de que tanto el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, como la ministra de Hacienda y anterior portavoz del Ejecutivo, María Jesús Montero, defendieran a la “industria cárnica” y advirtieran sobre los peligros de mandar mensajes que pueden dañar la imagen del sector.
“Es especialmente importante el papel de la ganadería social, extensiva y familiar, es un modelo que crea empleo, previene incendios, y es un modelo que necesitamos defender porque somos conscientes de las consecuencias del cambio climático“, ha asegurado Garzón.