Gustavo Petro busca vicepresidente: electoralismo o militancia
Encontrar una opción viable para la vicepresidencia dependerá de un cálculo político fundamentado en base a diferentes escenarios de alianza, tanto por parte de la izquierda como de la derecha.
Tras la arrolladora victoria de Gustavo Petro, dirigente de plataforma política Pacto Histórico, se abona el terreno para definir quién será su pareja de formula de cara a las elecciones que se celebrarán el próximo 29 de mayo, mismas que establecerán quién ocupará la Casa de Nariño en sustitución de Iván Duque.
Encontrar una opción viable para la vicepresidencia del país neogranadino no será fácil, ya que eso dependerá de un cálculo político fundamentado en base a diferentes escenarios de alianza, tanto por parte de la izquierda como de la derecha.
En líneas generales, la nueva hegemonía política de la izquierda colombiana buscará maximizar sus opciones a la presidencia partiendo de dos escenarios bien diferenciados. Al respecto, solo una alternativa será la que mejor traduzca el histórico e inédito escenario de renovación política en Colombia.
Puede entenderse la existencia de una diatriba dicotómica en función a dos enfoques fundamentales. El primero, el cual parte de la concertación política con factores de centro. Esto conllevaría en fijar alianzas con elementos políticos fuera del Pacto Histórico para así moderar la proyección política de Petro y captar votantes fuera de la izquierda.
Por otra parte, se puede optar un enfoque que aglutine la totalidad de las fuerzas de izquierda contenidas en el Pacto Histórico. Buscando de esta manera explotar el máximo del potencial que puede ofrecer por medio del voto este espectro político. Todo ello motivado a los buenos resultados de las elecciones del 13 de marzo.
La primera alternativa, si bien al principio parece atractiva bajo la idea de captar el voto de un mayor segmento poblacional, esta estrategia cuando se analiza con profundidad parece disolverse en sus propias inconveniencias.
Si Gustavo Petro se planteara una alianza con el centro en Colombia, podría traerle como consecuencias una movilización del voto hacia la derecha. Por otra parte, aquellos votantes que se circunscriben a la izquierda consideraran votar por modos de izquierdas más puros y que funjan como alternativa viable y un nicho ideológico menos contradictorio.
El votante tradicional tiene la capacidad de detectar aquellos electoralismos más propios de los juegos de poder que de auténticas movilizaciones populares. En este sentido, el colombiano percibe que mientras se recurre a estas estériles alianzas, menos legítimo es tanto su discurso como sus propuestas.
Precisamente lo que le ha acarreado un costo político para la derecha en Colombia han sido los discursos carentes de fundamentos morales y poco consecuentes con el verdadero sentir de la ciudadanía. Asimismo, se habla de un sistema de partidos en plena crisis de legitimidad provocada por la corrupción gubernamental.
Si la visión política de Petro, así como la del Pacto Histórico se encuentra realmente contextualizado en su posición historia respecto al alcance actual de la izquierda en Colombia, se traduciría que el nicho más adecuado para encontrar la fórmula vicepresidencial, está en la misma izquierda.
En este sentido, se perfila con fuerza Francia Márquez, la segunda candidata más votada en la última jornada electoral, quien al igual que Petro, procede del Pacto Histórico. Hay soluciones que pueden estar al alcance sin llegar a depender de un factor externo.
No es desdeñable que alguien que obtuvo casi 800.000 votos sea la persona llamada a ocupar la vicepresidencia, en lugar de alguien de centro, menos legítimo y que pueda alterar una estrategia ganadora en un movimiento desleal.
La elección de Márquez como vicepresidenta representaría también una oportunidad de consolidar un importante proceso de escucha de las bases políticas de la izquierda. Esto último resulta crucial porque se conservaría intacta la voluntad partidista generando al mismo tiempo esperanza y motivación en el propio electorado.
Además, el Pacto Histórico puede ser considerado lo suficientemente heterogéneo, condición que garantizaría un amplio alcance dentro de los distintos segmentos sociales en Colombia, no en la oligarquía, sino en aquella Colombia profunda que sufre la consecuencia de la desidia dejada por la derecha tras décadas en el poder.
En el actual escenario electoral el Pacto Histórico tiene la suficiente fuerza política para vencer. En una elección de características genuinamente rupturistas, es fundamental tener el apoyo de aquel núcleo sobre el cual debe basarse toda candidatura, es decir, un movimiento social fuerte. En este sentido, el Pacto Histórico se posiciona políticamente como dicho movimiento.
Al elegir para la vicepresidencia a alguien del pacto Histórico ilusiona y motiva a la audiencia de izquierda. En cambio si por un fin electoralista se eligiese como compañero de fórmula a alguien de otro grupo ideológico, es probable que la gente se desmovilice llevando al proceso eleccionario, en el peor de los casos, a un contexto de abstención generalizada.