Defensa del Franquismo y el abandono saharaui, el PSOE de Sánchez
El gobierno de España está configurando una suerte de franquismo del siglo XXI a la luz de sus intereses en ocupar un espacio en el “nuevo orden mundial” que impulsan los EEUU y sus aliados
Pedro Sánchez, con su giro político respecto al caso marroquí, no solo supone una defensa a los actuales intereses imperiales de los Estados Unidos (EEUU) y sus aliados. También forma parte de un defensa activa de ese franquismo que aún sigue vivo en España, al cual el PSOE se ha plegado.
Justamente marruecos, el país que forjó el mito militar de Franco, ahora se perfila como un elemento injerencista que ha dividido la política española. De igual forma, esta división interna en el espectro político de España ha dejado tanto a los nómadas como a las tribus saharianas desahuciadas en una coyuntura diplomática que no los va a tener en cuenta.
La decisión de Pedro Sánchez fue considerada “absolutamente en contradicción con la legitimidad internacional” por el Frente Polisario y rechazada por sus socios de gobierno. En este sentido, no solamente se trata de la defensa de intereses hegemónicos por parte del PSOE, también interviene la histórica actitud de España frente al pueblo saharaui, el cual ha sido invisibilizado de toda reclamación autonómica y territorial.
A pesar de ser un diferendo de larga data en España, el español promedio desconoce la relación real entre España, Marruecos y el pueblo saharaui, ni siquiera se sabe exactamente cuántos son los miembros de este grupo nacional.
El único censo de su población que se conoce lo elaboró España en 1974 con el fin de proceder de forma inmediata a un referéndum de acuerdo con la ONU, consulta a la que respondió la llamada la marcha verde.
Esto ha dado pie a que la dictadura marroquí y la colonización argelina, desaparecieran los datos de este pueblo, el cual España ha dejado a su suerte. Con ello, la nueva posición de Pedro Sánchez, además de ser inconsulta dentro de la coalición formada junto a Unidas Podemos (UP), se tradujo en el categórico rechazo de esta última fuerza política.
En este sentido, y contradiciendo al jefe de gobierno, la vicepresidenta Yolanda Díaz señaló: “Reafirmo mi compromiso con la defensa del pueblo saharaui y con las resoluciones del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Toda solución al conflicto debe pasar por el diálogo y el respeto a la voluntad democrática del pueblo saharaui. Seguiré trabajando en eso”.
Asimismo, la ministra de Derechos Sociales, Ione Belarra, citando oportunamente la Resolución 2602 del Consejo de Seguridad de la ONU, de 29 de octubre de 2021, donde se reafirma el compromiso de “alcanzar una solución política justa, duradera y aceptable” para todas las partes y que “prevea la libre determinación del pueblo del Sáhara Occidental”.
De igual forma, la referida ministra también afirma que “España no debe apartarse del derecho internacional“. En este sentido, los saharauis deben ser reconocidos como los habitantes legítimos del Sahara Occidental.
La mayor parte de este pueblo habitan en la parte del Sahara ocupado por Marruecos, mientras que otros viven en los Territorios liberados o exiliados en los campamentos de refugiados en las arenas de la provincia de Tinduf, Argelia.
Todo ello es muestra de que el Gobierno de España se está configurando una suerte de franquismo del siglo XXI a la luz de sus intereses en ocupar un espacio en el “nuevo orden mundial” que impulsan los EEUU y sus aliados en el marco de la nueva geopolítica generada por la guerra entre Rusia y Ucrania.
En este sentido, España está buscando reforzar sus alianzas estratégicas internacionales. Sin embargo, la legitimación del criterio marroquí por parte de la posición unilateral de Pedro Sánchez podría suponer el inicio de otra crisis con Argelia. En este sentido, los argelinos han asegurado que darán una “respuesta global” al pronunciamiento del líder español.
Dentro de la conformación de esta red de alianzas internacionales de España, también figura la Alemania del canciller socialista Olaf Scholz, el cual anunció el restablecimiento de las relaciones diplomáticas con Marruecos, aunque destacó que no ofrecería respaldo alguno al plan de autonomía marroquí sobre el Sáhara Occidental.
De esta manera, la ausencia de la neutralidad española condena todavía más el futuro del pueblo saharaui, aun cuando el gobierno hace un control de daños político, asegurando que no los “abandonará”. En este sentido, España se suma a la defensa del plan de autonomía para el Sáhara Occidental presentado por el reino alauita en 2007 frente a las Naciones Unidas.
Se trata de una estrategia que busca defender la cesión de algunas competencias a los saharauis, pero en el marco de un Estado robustamente centralista como es el marroquí. En función de dicho texto presentado en la ONU, “la región autónoma del Sáhara”, una suerte de provincia, tendría competencias en los cauces jurídicos, administrativos y judiciales, así como en el aspecto económico, tributario y sociocultural.
Por otra parte, respecto a la moneda, la religión, la Defensa, los asuntos exteriores o la bandera, la competencia recaería únicamente en el gobierno de Marruecos. Ya fue hasta 2006 cuando el rey Mohamed VI propuso la creación del Consejo Real Consultivo para los Asuntos del Sáhara. Todo ello después de haberse presentado un año antes un plan de autonomía del Sahara bajo soberanía marroquí.
Dicho lo cual, el plan del 2006 es el que ahora España defiende como el más “serio, realista y creíble” para la resolución “ordenada” del conflicto. Esta nueva posición del Gobierno Español pone en debate las posibles causales que llevaron a Sánchez a cambiar el esquema diplomático respeto a Marruecos.
Probablemente, tras el apoyo de Donald Trump a la soberanía marroquí sobre el Sáhara Occidental, y la presión de Marruecos sobre España para que compartiera el mismo criterio que los norteamericanos, sea uno de los catalizadores de las acciones de Sánchez. Sin embargo, también la guerra de ucrania ha sido uno de los más potentes condicionantes.
Tanto la OTAN como la Unión Europea han llegado a manifestar la conveniencia intentar aliviar todo tipo de tensiones regionales de sus países miembros como parte del contexto internacional que se construye por medio de la guerra en Ucrania.
Para la OTAN, la crisis bilateral entre Marruecos y España es precisamente una de esas tensiones que ameritan ser solucionadas con celeridad en vista de los actuales escenarios bélicos. En estos momentos, España se ha puesto en una posición de debilidad y esto puede estarle trayendo consecuencias negativas.