Estereotipos forzados sobre la mujer en el franquismo
Todavía hay una lucha contra los estereotipos forzados hacia la mujer, ¿Cuáles fueron impuestos por el franquismo?
Todos reconocemos que los estereotipos están sembrados en cualquier sociedad. Los mismos han ido variando y diversificándose con el tiempo; debido a su adaptación a las características de las personas y el contexto geográfico-histórico en el que se sitúan.
Antes de entrar en materia, es preciso destacar como estos comenzaron a gestarse a partir de cánones estéticos que en el mundo todavía persisten.
De este modo, han surgido distintas tendencias que han influido en la apariencia de las personas, sobre todo en el caso de las mujeres; obligadas a cumplir con diversos aspectos para considerarse atractivas, damas ejemplares, entre otras calificaciones.
Estas ideas provienen de los juicios compartidos de la sociedad, aunque otras corrientes afirman que proviene de las élites que establecen dichos patrones; ya que son inalcanzables y pueden desencadenar problemas de autoestima, alteraciones mentales, sensación de insuficiencia o comportamientos asociales.
Por un lado, los cánones de belleza son el conjunto de características del aspecto de una persona que la sociedad percibe y valora como bellos.
Una realidad histórica
Estas características han ido variando a lo largo de la historia y son distintas también según cada cultura; tal como la creencia de que el cabello largo y rubio, piel blanca, nariz respingada y mandíbula cuadrada son “los mejores rasgos“.
Sin embargo, las nuevas generaciones han dado un giro a la manera en que antes se canonizaba a la mujer, debido al acceso masivo a la información a través del internet.
Asimismo, ahora es más factible cuestionar esos mensajes estereotipados de perfección que son dañinos, porque la mujer no es un objeto, sino un sujeto de derechos que posee una individualidad y es distinta a otros y otras.
A partir de esos conceptos, surgió una “violencia estética” que se entiende como la presión social bajo la cual está sometida la mujer para cumplir un determinado prototipo estético a toda costa; incluso cuando alcanzarlo supone algún riesgo para la salud mental y física, lo cual es bastante peligroso.
Bajo la lupa histórica
La dictadura de Francisco Franco implicó un notorio retroceso en materia de derechos humanos y por supuesto, en la consecución de los derechos de las mujeres españolas. Fueron silenciadas con la costumbre católica ultraconservadora de las féminas sumisas y devotas (a su esposo, no a Dios); así como también oprimidas por un modelo social que parece no acabar.
En el franquismo, la mujer era la pieza clave para legitimar modelos de masculinidad y feminidad en el hogar, domesticada para ser el pilar del hogar, dígase ama de casa que cumpliera con las cualidades de perfecta esposa, madre abnegada, atenta, hacendosa; mientras que el hombre tenía el rol de ser el padre de familia proveedor y trabajador que a final de cuentas, mandaba en dicho núcleo.
Poder institucional
Para nadie es un secreto que el régimen franquista perpetuó el poder de la Iglesia Católica, retrocediendo a los dogmas de la fe más arcaicos. El matrimonio y la familia eran pilares fundamentales de un orden social, fuera del cual no había nada más que pecado y castigo, por lo que debía preservarse a toda costa.
De esta forma, aquellas mujeres que se salían de ese molde de fémina puritana, recatada y organizada, se consideraban rebeldes; al mismo tiempo en que fueron señaladas y duramente reprendidas por las instituciones encargadas de velar por la moral construida por el franquismo, lo cual fácilmente se comprueba a través de los relatos de memoria histórica.
Es así como niñas, adolescentes y mujeres que el régimen consideraba desalineadas con sus valores, las cuales usualmente eran pobres y muy jóvenes, fueron adoctrinadas por las casas y centros del Patronato de Protección de la Mujer, cuya labor es tildada de ser cruel, humillante y degradante por sus prácticas brutales.
Según la información recopilada, entre ellas había aislamiento, confinamiento, abuso emocional y físico, adoctrinamiento en un sistema de creencias absoluto, explotación laboral, agresiones sexuales.
Por otra parte, existía control sobre la vida personal y las relaciones afectivas, intimidación y amenazas. Entre los abusos se encontraban además la manipulación de la memoria e inducción de falsos recuerdos, dependencia existencial y debilitamiento, denigración del pensamiento crítico y dudosas prácticas médicas; que fueron altamente nocivas para todas aquellas que sufrieron a manos de esas instituciones.