La voz dormida, el universo femenino detrás de la guerra
El franquismo y su huella indeleble en la historia y memoria española, ha sido objeto de miles de textos, poemas, canciones y libros.
El franquismo y su huella indeleble en la historia y memoria española, ha sido responsable de miles de textos, poemas, canciones y libros que desde la estética de la postguerra han permitido traer hasta nuestros días, la barbarie que significó la presencia de un hombre como Francisco Franco en el poder.
Una de esas joyas literarias prestada al cine que logra materializar ese momento en imagen, es el libro de Dulce Chacón titulado “La voz dormida” (Alfaguara, 2002); y llevado a la gran pantalla en el año 2011 por el director Benito Zambrano.
La autora desde su mirada femenina, se dedica a hilar a cada personaje y lo va llevando y tejiendo en esa urdimbre traducida en historia de cuerpos inmolados y acallados por la ignominia, el temor y la bestialidad que porta en sus hombros la guerra civil española.
A través de cinco personajes femeninos, todos ellos revestidos de fuerza, voluntad y entereza; la película va entregando un mensaje inequívoco contra el fascismo, el machismo y la violencia en todas sus expresiones.
Hortensia
Un sonido inconfundible rompe la noche, un disparo y luego otro y otro. Dentro de la cárcel de mujeres de Ventas, en Madrid, un grupo de ellas se acurruca y abraza en señal de terror.
Esta escena se repite en La voz dormida con terrible frecuencia y está atravesada por una serie de infortunios que trae un lugar de confinamiento abarrotado y con indescriptibles condiciones. Esa es la situación de Hortensia, una mujer con inquebrantables ideales, llevada allí en estado de gravidez y que espera como las otras un juicio injusto de las manos de un sistema judicial corrompido y clasista.
La propuesta de Chacón, logra condensar en cada uno de sus personajes los temas recurrentes dentro del imaginario de quienes no vivimos en carne y hueso lo ocurrido. A través de una impecable democracia de personajes, podemos ser testigos de varias sub tramas; cada una avocada a mostrar por un lado los intersticios del aparato represivo franquista y por otro el despliegue de sentimentalidad que genera toda esta realidad.
A partir de las imágenes, podemos armar mentalmente el entramado simbiótico entre el aparato del Estado y la iglesia católica, que hizo las veces de panóptico del destino de los encierros disciplinarios, tal cual lo administró durante la colonia.
De igual manera, muestra el papel jugado y el peso específico llevado por el estamento militar de la época. La historia desarrollada durante la post guerra; señala también la profusión con la que se violaban cotidianamente los derechos políticos y humanos de quienes osaran combatir contra este acicate represor.
Las demás
Tomasa, Elvira y Reme, estas tres mujeres acompañan en el infortunio a Hortensia. Con ellas se completa el universo femenino que transcurre dentro de Ventas. Allí en una brutal coexistencia, se entrelazan las historias de carceleras, presas y monjas.
Estos momentos de tensión generan el caldo el de cultivo para encontrarnos con los mejores diálogos del guión. Un personaje sobresale de entre las carceleras, Mercedes, magistralmente actuado, hace las veces del fiel de la balanza entre ambos bandos en soterrado combate.
Por último y no menos importante, hallamos en la trama de La voz dormida un personaje maravilloso por su sencillez y profundidad. Pepita, hermana de Hortensia. Hará las veces de hilo de Ariadna entre el laberíntico mundo de generales, guerrilleros, monjas, carceleras y cobardes. Ella en sí misma, encarna lo único que nos hace más humanos y mágicos a la vez, el amor.