Izquierda y derecha europea o el instante eterno de la política. Elecciones en Francia.
Los temas que marcan la pauta en la agenda electoral francesa, también definen los intereses y preocupaciones del resto de sus vecinos.
Con las presentes elecciones en Francia (2022), se reedita en Europa el ya común debate entre la izquierda, la derecha y el espectro de posibilidades que les acompañan desde el centro y los extremos dentro de las tipologías de gobiernos y partidos políticos.
La permanencia de este tema en la cuna que cobijó en 1789 el nacimiento de esta dicotomía hasta nuestros días, refleja cómo estos asuntos considerados en desuso por algunos intelectuales posmodernos, siguen vigentes y aún permiten traducir elementos en los análisis y discusiones de lo que somos como sociedad y queremos ser.
En segundo lugar, las elecciones en Francia. Por ser y hacerse en el territorio testigo del inicio y origen de muchos procesos pre formativos destinados a convertirse en herramientas tecno políticas de uso común en el resto del continente y el globo; suelen convertirse en preludio y laboratorio de acciones y decisiones que definen y marcan momentos históricos que como el actual, combinan cambios superficiales y sustantivos al calor de la reconfiguración de fuerzas y actores intervinientes en los sistemas políticos del viejo continente.
La Agenda
Los temas que marcan la pauta en la agenda electoral francesa, también definen los intereses y preocupaciones del resto de sus vecinos. La guerra, el avance de las extremas derechas, la tibieza en el discurso de los presidentes y candidatos de turno, la migración, entre otros; influyen directamente en las posiciones asumidas por algunos partidos cuyas fronteras se tornan líquidas y como veremos permiten y permean debilidades de carácter ideológico.
El caso más representativo de esto que se plantea, es la relación entre el partido de Macron, a saber, La République En Marche y el de Marine Le Pen Agrupación Nacional . Ambos contrincantes reposan sobre la delgada línea invisible existente entre los partidos considerados de derecha y extrema derecha.
Los resultados del domingo 10, obtenidos en la primera vuelta electoral francesa, lejos de tranquilizar y almibarar los deseos del ya presidente Enmmanuel Macron (27,8 %) , hacen reposicionar dentro de la agenda gala, los viejos recuerdos y temores sobre el peso específico que tienen partidos reaccionarios como los de Le pen (23, 1%) y el imaginario que se teje alrededor de las democracias europeas de larga data.
La inmigración como pretexto
Los programas de gobierno de las derechas europeas, lo podemos observar tanto en Francia como en España, contienen un aditivo común: su repulsa por los migrantes y los retos que desencadenan su hibridación con las nuevas generaciones.
Tanto La agrupación nacional francesa como Vox en España, tienen sendas propuestas anti migrantes que hallan en algunos sectores de clase media y baja una caja de resonancia, que hace las veces caja electoral dispuesta a indigestarse de votos venidos de los desempleados, mal pagados y desatendidos ciudadanos descontentos.
Qué tenemos
Las preocupaciones como la seguridad y terrorismo, guerra en Ucrania, la presencia en las calles de migrantes argelinos, marroquíes, portugueses, entre otros; la disminución del poder adquisitivo, crisis sanitaria, un caleidoscopio político representado en extrema derecha, derecha moderada, verdes y otros tantos que hacen las veces del flautista de Hamelin convocando desde el engaño a las masas, con la finalidad de instaurar paquetes económicos de corte neoliberal, que blanden las banderas de la privatización y descentralización como soluciones definitivas.
Los resultados de la primera vuelta francesa, muestran claramente una relocalización de la derecha en Francia, lo que podría estar indicando un reforzamiento de la derecha extrema en Europa. Macrón, desde su oferta neoliberal llena de propuestas sociales difusas y mal implementadas no logró durante su primer período aglutinar y convencer al voto general.
Los chalecos amarillos son expresión de esto. Los movimientos, que aprenden y definen objetivos mientras avanzan, mantienen en estado de alerta al status quo. Lo mismo en España; los transportistas en la calle, de manera menos orgánica dieron un llamado de atención al presidente Sánchez, asimismo los niveles de popularidad que maneja y diluyen su mandato.
En Europa, la pasada crisis del covid-19 vino a abrir heridas que se creían sanadas. Las minorías reflejadas en los ancianos, migrantes y pobres vivieron en carne propia la exclusión por parte de los Estados declarados de izquierda y derecha. La fuerte discusión nacida al calor de las deficiencias de un sistema de salud privatizado y la razón de ser de los Estados modernos entraron en una tensión aún no resuelta.
¿Las democracias convertidas y relegadas principalmente a procesos eleccionarios serán la solución?