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Los dineros del Rey

Desde una visión superficial, se pretende generar un halo de transparencia y honorabilidad muy necesitado en este momento.

Las recientes declaraciones  de la casa real española sobre el peculio del rey Felipe VI, es a  pocos meses  del  octavo aniversario de la proclamación de su reinado, una noticia inédita e  insólita.

Por primera vez, un monarca le da  “cuentas al pueblo de sus riquezas”, todo un titular que a contramano acompaña el reflejo austero y vetusto que se le ha impreso al anterior Príncipe de Asturias.

En el comunicado oficial, se informa que “Su Majestad el Rey guiado por ese mismo espíritu de servicio y compromiso cívico, añade hoy a sus responsabilidades constitucionales su decisión personal de hacer público su patrimonio, que asciende a la cantidad de 2.573.392,80 euros”.

Se supo en detalle que “de este patrimonio 2,26 millones corresponden a depósitos en cuenta corriente o de ahorro y fondos de inversión, al mismo tiempo que posee los 305.450 euros restantes en objetos de arte, antigüedades y joyas de carácter personal”.

Lo que reviste de carácter histórico esta decisión, es que esto le convierte en el primero de los monarcas españoles que  muestra al público sus recursos  sin  estar obligado por ninguna ley pre establecida.

El rey Felipe VI, a consecuencia del escándalo de proporciones reales protagonizado por su padre, Juan Carlos I y su hermana la Infanta Cristina, ha visto muy golpeada su credibilidad y con ella la de la corona.

 

¿Qué se Busca?

Con estas declaraciones, desde una visión superficial,  se pretende generar un halo de transparencia y honorabilidad muy necesitado en este momento por la corona.

Pero mirando un poco más de cerca, podemos deducir que  el impacto que ha tenido para todo el estamento construido desde el régimen del 78 producido por la aguda crisis social, económica y política, es de proporciones similares a las de los escándalos pueriles y farandulezcos.

Las tramas de corrupción, infidelidades y  pare usted  de contar de los miembros mal entretenidos de la corona, no tienen justificación ante la situación compleja que esta atravesando hoy día la España profunda.

La falta de viviendas sociales, la precarización y temporalidad del trabajo, los aumentos constates en los carburantes y en los costos de la electricidad, los altos números manejados en inflación y desempleo. En fin, todo un cuadro que aleja al país  del anhelado sueño de ser parte integral y poderosa de la Europa del siglo XXI.

En esta rebatiña mediática, llena de chapuzas y enredos mal ávidos subyace la necesidad de reconfigurar los antiguos pactos asumidos por la monarquía, la burguesía y las castas que hoy dirigen el país.

El régimen del 78, logró a través del nuevo pacto, lavar el rostro a muchos que perteneciendo al franquismo siguieron  haciendo vida política y  real. Esto permitió construir una democracia a medias.

Esta democracia post Franco, ha logrado saldar parte de la deuda social y ha permitido crear espacios y partidos progresistas que están decididos a cambiar las cosas en España. Sin embargo, la preeminencia de la corona sobre procesos centrales como las elecciones señalan un camino largo por recorrer.

Para la burguesía española, la presencia de la corona le permite ganar terreno y además poder contar con un corresponsable en sus errores y fracasos.

Son tiempos aciagos para el rey  Felipe VI como monarca, sobre sus hombros pesan muchos compromisos con implicaciones familiares, nacionales e internacionales.

La permanencia en Europa de regímenes monárquicos, tiene en España un posible inicio en el punto de quiebre necesario para transformar a las democracias europeas en verdaderos regímenes políticos populares y  amplios.

Sin embargo, falta mucho por hacer. El franquismo sociológico aún apuesta a las viejas estructuras y sólidas monarquías ávidas de permanecer en el tiempo y en el poder.