En el 1.533 AD muere en la Plaza de Armas de Cajamarca, Ataw wallpa, Ata Balipa o Atabaliba, Atahualpa Yupanqui y Duchicela, último Inca en Reinar el Tahuantisuyo, heredero de Huayna Cápac hijo de la princesa Quiteña, Paccha Duchicela, Reyna de Quito y Puruhá Shiry Duchicela XVI, linaje Real por ambas líneas de ascendencia, quien fue engañado y traicionado por el fascineroso Pizarro que lleno de ambición –según cuenta la leyenda- y la historia también, se hizo entregar en rescate tanto oro y plata como jamás un reino Europeo hasta ese entonces había visto, y entonces cumpliendo una sentencia de muerte -obtenida al más puro y moderno estilo de Lawfare- por estrangulamiento utilizando ese malvado instrumento de muerte llamado “garrote vil” que trajeron los españoles –por su nacionalidad-, los conquistadores -por su visión expansionista-, los invasores y saqueadores -por su realidad- y –por su piedad- los evangelizadores.
Así entonces quedó desprotegido el territorio del Reyno de Quito y a merced de los “recién llegados” que se dedicaron en otras cosas a más de la intriga, al saqueo, crímenes, violaciones, explotación, esclavitud y sobre todo a la vandalización de los pueblos originarios y ancestrales y así “culturizarlos” y “civilizarlos”, lo cierto es que algunas crónicas de la época narran como a las mujeres, muchas vírgenes y otras princesas, eran sometidas al vasallaje y a la esclavitud sexual. Entonces lo que decimos es que el Reyno de Quito quedó a merced de la delincuencia organizada, las mafias, los criminales, el hampa y la trata de blancas.
Hoy, 488 años después, en el mismo territorio del antiguo Reyno de Quito hoy llamado República del Ecuador, aparece el heredero de Enrique Lasso un quiteño afincado en Guayaquil, empleado público de poca importancia y de Nora Mendoza llegada a Guayaquil desde la ciudad de los Reales Tamarindos, una de las primeras villas españolas del Virreynato del Perú, la nueva villa de San Gregorio de Portoviejo; entonces así nacido sin linaje ni realeza, nació en el 1.955 AD Guillermo Alberto Santiago Lasso Mendoza, quien gracias al odio generado en contra de Rafael Correa y el gobierno de la Revolución Ciudadana, por una prensa deshonesta y alineada, y aupado por una clase empresarial explotadora y evasora de impuestos y a no pocos millones de dólares, logra alzarse con la Presidencia de la República para satisfacer uno de sus caprichos de hombre rico.
El Inca Ataw Wallpa murió y comenzó la debacle del Reyno de Quito, el Inca-paz Lasso llegó y comenzó la debacle del Ecuador. ¿La historia se repite? ¡No, que va! El uno fue un gobernante querido y respetado y hasta hoy es recordado por las etnias indígenas incluso una –los Saraguro- aún guardan luto por su muerte, esas mismas etnias son las que van a participar activamente en la salida del Inca-paz del gobierno del otrora poderoso Reyno de Quito.
El otro, el Inca-paz será olvidado y su nombre será apenas una mancha en los anales de la historia pues a diferencia del mártir de Cajamarca, este ya es suficientemente despreciado, odiado y muy pronto deberá dejar la presidencia en virtud de la ejecución de la sentencia de muerte política a la que lo ha condenado el pueblo por su ineptitud e indiferencia con las necesidades populares, y pronto le aplicará el antiguo “garrote vil” que en este caso será el iniciado proceso de revocatoria de mandato, que será además amenizado con marchas y protestas a nivel nacional, protagonizadas por los distintos gremios y colectivos sociales las cuales está a pocos días de comenzar.
Lo que ocurrió en el Reyno de Quito tras la muerte del Inca Ataw Wallpa, es lo mismo que está ocurriendo en el Ecuador de hoy, con el asalto al solio presidencial de este verdadero Inca-paz, quien a guisa de “descorreizar” el país ha descuidado por desconocimiento y revancha política, la administración del Estado en todas sus instancias, lo que le ha valido el repudio y el rechazo nacional, pues actualmente apenas tiene un 19% de aceptación y es así como los actuales “conquistadores” están dedicados a la intriga, al saqueo, crímenes, violaciones, explotación, esclavitud y sobre todo a la vandalización de las principales ciudades ecuatorianas, para terminar de una buena vez con los diez años de bonanza y paz instaurados por el gobierno de la Revolución Ciudadana, cuyo gobernante aun hoy, después de cinco años de haber dejado el Gobierno, mantiene un respetable 47% de aceptación, pues supo desde el primer momento, ubicar al ciudadano sobre el interés del capital económico, y justamente por eso es recordado y evocado cada día por el pueblo ecuatoriano y lo es más aún por quienes pretendiendo desvirtuar sus logros lo mantienen más vigente que nunca, estos son sus enemigos políticos -quienes no tuvieron prebendas- la prensa que fue conminada a la ética periodística y los empresaurios a quienes se obligó a pagar impuestos y a respetar los derechos laborales de los trabajadores.
¡Definitivamente, con Correa estuvimos mejor!