¡Qué mediocridad Teresa!
La líder de Adelante Andalucía Teresa Rodríguez celebra como una victoria la derrota sin paliativos que supone obtener dos diputados.
Si ya me quedé terriblemente decepcionado con la actitud de Por Andalucía tras conocer su pésimo resultado electoral debido a su alarmante falta de autocrítica, con la de Teresa Rodríguez la sensación es de una conductora de un vehículo sin ruedas, riendo de felicidad porque el retrovisor sigue bien alineado y en su mano tiene la tuerca para volver a colocar el volante.
Verla sonreír de alegría al conseguir tan solo 2 escaños, siendo la última fuerza del Parlamento de Andalucía, indica de manera muy obvia que Teresa se presentaba por su propio pesebre y no por los intereses del pueblo andaluz. Recuerdo cuando su movimiento exigía al resto de las fuerzas de izquierda que sus cargos estuvieran tan solo 4 años en el poder, para evitar posibles corrupciones. Pero claro, salir de extraparlamentarismo tiene su impacto.
Si le importase la mayoría social andaluza, en primer lugar no habría huido hacia adelante tras romper la unidad de Adelante Andalucía -en total tradición trotskista todo hay que decirlo-. De hecho se habría mantenido fiel a los acuerdos, en vez de aprovechar para colocar a los y las suyas en puestos clave para luego chantajear con cambiar las reglas dadas esperando convertir la unidad de ese momento en su cortijo.
En segundo lugar habría apostado por la unidad en vez del juego político que ha desarrollado, más típico de “las derechas“. Durante la rueda de prensa que ofreció para celebrar que ha sacado 7 veces menos escaños que el fascismo, comentó que ahora sí está preparada para iniciar un proceso de unidad.
Es decir, que nunca tuvo la intención de unirse de manera previa para intentar superar al fascismo y al neoliberalismo, sino que quiso demostrar su verdadera fuerza para pelear por más y mejores puestos institucionales al unirse con el resto de la izquierda. A eso se le llama oportunismo político. Y lo practican quienes hacen la política desde los despachos.
Pues ya lo tenemos, la izquierda a la izquierda de la izquierda ha triunfado. Con dos escaños va a defender la dignidad de los y las andaluzas, porque tiene el suficiente poder institucional para que sus propuestas de ley no sean más que moscas que el PP aplastará con los vientos de la mayoría absoluta.
Teresa Rodríguez pierde, en el mejor de los casos, 8 escaños y se permite el lujo de reírse de la ultraderechista Macarena Olona porque “solo” ha sacado 14 escaños, dos más que en la anterior elección. No se me ocurre otra palabra que “mediocridad” para definir la situación.
La cuestión es la pequeñísima zona de confort en la que se ha instalado la izquierda. Con la precariedad instalada en millones de hogares andaluces -con trabajos en los que se les explota y a la vez sin llegar a fin de mes-, con unos servicios públicos deficientes que no son capaces de responder ante el aumento sostenido de la pobreza, con un modelo productivo asentado en el ladrillo y el turismo que perpetúa los males endémicos de Andalucía, Teresa Rodríguez debería aspirar a representar a esas grandes mayorías, no a celebrar que casi se queda en la marginalidad política.