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Francia y Andalucía: lo que debe y no debe ser la izquierda

Los resultados de las pasadas elecciones del 19 de junio en Europa dejan lecciones importantes para próximos procesos electorales.

Vistos los resultados obtenidos en paralelo el día domingo 19 en Francia y Andalucía bien vale mirar con detenimiento, qué ejemplos podrían tomarse o desecharse de ambos eventos electorales.

Comenzar por lo positivo nos lleva directamente a Francia. Los primeros elementos sobresalientes que encontramos: el tipo de liderazgo, el nivel de legitimidad y la capacidad interna de participación.

El primer y segundo elemento van de la mano. Una de las grandes fortalezas de NUPES (Partido Nueva Unión Popular, Ecologista y Social),  es su liderazgo.

El trabajo de casi 40 años de actividad política de Jean Luc Mélenchon, le ha permitido conocer al dedillo la realidad francesa y los cambios sustantivos sufridos por su país a raíz los procesos de transformación que ha encabezado el país galo. Ejemplo de ello ha sido la Eurozona, los acuerdos de paz conseguidos entre distintos actores, la transformación de las instituciones en la democracia burguesa, entre otros.

Esta experiencia le ha permitido imprimir un carácter orgánico, dinámico y legítimo a sus decisiones, militancia y equipos de trabajo.

Igualmente, le ha permitido abrir espacios de participación al interior tanto de su partido, como de la coalición de izquierda que hoy día representa.

Una de las grandes banderas y apoyos en el plano fáctico que ha tenido históricamente la izquierda; es su capacidad de permear e incorporar la esfera popular en sus estructuras.

A pesar de ser agrupaciones de carácter disciplinar, los partidos revolucionarios saben que es importante inspirar, movilizar, contar con la gente no solo en las redes sino en la calle, en la vida, en el día día.

Los franceses, altamente conocedores de sus derechos ciudadanos y capacidades acumuladas de transformación; tienen clara la necesidad de contar con partidos y liderazgos que se mimeticen con los tiempos históricos; y den respuestas acordes a lo que se necesita.

Ahora, volvamos a Andalucía. Ninguno de estos tres factores lo encontramos en las distintas apuestas inscritas en las elecciones del pasado domingo 19, que representarán a la izquierda española.

La presencia de Yolanda Díaz ha sido tal vez el único elemento aglutinador y de carácter en esta contienda.

Los liderazgos mostrados por los distintos partidos y agrupaciones de Andalucía de carácter revolucionario; no han logrado traducir las necesidades de ese pueblo tan golpeado por los desmanes de los últimos gobiernos.

Han quedado tan debilitados los de la izquierda, que no han logrado encontrar la hoja de ruta capaz de sumarlos a un mismo proyecto. Esto obviamente ha sombreado la legitimidad de sus descabezados liderazgos y personeros.

Uno de los grandes errores que hay que evitar de ahora en más, es precisamente la sordera demostrada ante los militantes y su posible participación.

La premura no ha sido problema para los franceses del NUPES. Sin embargo, ha sido la excusa favorita de los andaluces. Mejor demostración la dio Podemos en su momento inicial, al quedar por fuera por un tema de tiempos y destiempos. Esperemos. Estos errores no se pueden volver a presentar.