Interseccionalidad: mujer y raza
Hay mujeres que sufren discriminación por su género y por su raza, y esto es interseccionalidad, así que hablaremos de esta desigualdad.
Cuando hablamos de interseccionalidad, es importante mencionar que existen diferentes problemas debido a postulados que se cruzan entre sí, porque existe la discriminación por ser mujer, y también por ser afrodescendiente, o pertenecer a otra raza específica.
Y no es un secreto ante nadie que para el género femenino con una etnia y religión diferente, la conquista de espacios permanece vigente, porque todavía existen grandes desigualdades.
A lo largo de la historia se cometieron graves injusticias sufridas por las víctimas de la discriminación racial y otras formas semejantes de intolerancia que son bien conocidas por la mayoría de las sociedades: limitadas posibilidades de empleo, segregación, y pobreza endémica son solo algunas de ellas.
Y por si fuera poco, tal problema afecta principalmente a la población femenina, porque encaran situaciones como: menor remuneración por la realización de un trabajo de igual valor, índices elevados de analfabetismo y acceso limitado a la atención de la salud.
Desigualdad es desigualdad
Si bien la desigualdad basada en la raza es diferente de la basada en el género, estas formas de discriminación no se excluyen mutuamente como se puntualizaba anteriormente, ya que, de hecho, con demasiada frecuencia se entrecruzan dando lugar a una discriminación agravada o discriminación por doble motivo y de ahí surgieron algunas mujeres para analizar la interseccionalidad.
Por tanto, para muchas mujeres, los factores relacionados con su identidad, como la raza, el color, el origen étnico y el origen nacional, se convierten en diferencias que tienen una enorme importancia en su desarrollo integral, porque a veces se les impide o el acceso a una calidad de vida es limitado por tales motivos.
Esos factores pueden crear problemas que afectan solo a grupos particulares de mujeres o que afectan a algunas mujeres de manera desproporcionada en comparación con otras, es a lo que nos referimos sobre el feminismo “blanco” y el feminismo “negro”.
Lo cierto es que las mujeres pertenecientes a grupos minoritarios tienen la tendencia a afrontar situaciones adversas en relación con el mercado de trabajo, la trata de mujeres y la violencia contra la mujer basada en la raza.
En muchas sociedades las posibilidades de empleo de las mujeres pertenecientes a minorías, entre ellas las indígenas, afrodescendientes y musulmanas, son limitadas, lo que hace que conformen los escalones más bajos de la economía. Muchas de esas mujeres se dedican a trabajar en zonas de libre comercio, en la economía no estructurada o en sectores irregulares.
Hasta una época muy reciente, el cruce de la discriminación por motivo de género, la discriminación racial y sus consecuencias, no había sido objeto de consideración detallada, lo que llevó a distintas académicas a especializarse en la materia, como es el caso de Angela Davis.
Filósofas como Davis, aseguran que los problemas se categorizaban como manifestación de una de las dos formas de discriminación, pero no de ambas.
Cifras e indicadores
Diversos indicadores de pobreza, educación e inserción laboral, señalan que las mujeres negras sufren un tipo de discriminación más aguda y frecuente a diferencia de otras. Por lo que, en los últimos años, se ha redoblado los esfuerzos en la lucha para alcanzar el protagonismo y promover sus derechos.
Este mismo liderazgo que asumieron, permite que ellas contribuyan en la formulación, adecuación e implementación de las políticas públicas, tanto en el orden nacional como en el internacional, para la reducción de la brecha de desigualdad.
Al menos, en los Estados de América Latina, la población indígena llega a 40 millones, distribuida en diferentes etnias y culturas, con mayor peso en Bolivia, Ecuador, Perú, México, Chile, Colombia y Argentina. Por otro lado, está la población afrodescendiente, que es de 150 millones y se concentra básicamente en Brasil, Colombia y Venezuela.
En estos países persisten profundas desigualdades y una distancia marcada e inaceptable en los indicadores de acceso a bienes y servicios. Aunque esta problemática aparezca en gran parte del mundo, nos centramos en estos lugares, pues, son las naciones más jóvenes.
No podemos ignorar lo que sucede a nuestro alrededor, las personas negras e indígenas son las que más sufren esta desigualdad, pero sobre todo las mujeres negras e indígenas, y por ello, es que están esforzándose para lograr su visibilidad en la esfera pública.