No es un debate cualquiera
Necesitamos políticas públicas valientes que seduzcan no solo a las gentes progresistas del país, sino para que el propio Gobierno central ponga rumbo a una dirección para construir nuevas geometrías variables
El debate sobre el Estado de la nación no fue un debate cualquiera como el de años anteriores. Se celebró tras 7 años sin realizarse, donde se han producido multitud de acontecimientos políticos y económicos.
La mayoría de los portavoces se han esfumado a día de hoy. En esa época Tardá estaba como portavoz de ERC en la cámara baja, Rivera era presidente de un Cs en auge e Iglesias era líder indiscutible de la confluencia morada. Del mismo modo, en 2016, el presidente del Gobierno era entonces Mariano Rajoy, quien también sustentaba el liderazgo del PP a nivel nacional.
Resulta extraordinario que aquel hombre que dirigía un partido que no solo estaba en el lado de la oposición, sino que vivía una crisis interna, ahora este sentado en la bancada del Gobierno, y como Presidente, si, me refiero a Pedro Sánchez Pérez-Castellón, a quien muchos dieron por muerto políticamente.
Hace siete años no había existencia de la extrema derecha representada en ninguna cámara parlamentaria de ámbito autonómico o a nivel nacional.
Era una época donde el bipartidismo se rompió para transformar la cámara de representantes, que era el Congreso, en una cámara multipartidista.
Por aquel entonces no se había llegado a la idea de emprender un gobierno de coalición entre varios partidos democráticos, sin conocer todavía lo que ahora se llama “cultura de la coalición”.
No, este debate no es un debate cualquiera.
Se celebra en un contexto de crisis económica que ha barrido electoralmente la política del Gobierno progresista. Esto ha derivado en que, tras las circunstancias acaecidas, la derecha cuente con mayoría absoluta en los sondeos electorales publicados.
Pero aunque desde algunos medios periodísticos esta celebración se pinte como lo peor que le podría suceder al Gobierno de coalición tras el batacazo electoral en Andalucía. La realidad es que este debate es una oportunidad única y puede servir como motor revulsivo para volver a ilusionar a ese votante progresista y de izquierdas que desde hace varios meses estaban bastante flojos de ánimos o se habían decantado por la abstención en los próximos comicios.
También era muy necesario ese discurso que trata de dar, de alguna forma, una vinculación de la clase política gobernante a las clases sociales gobernadas. Un discurso que sin duda sé apoyó sobre la idea de que el propio gobierno era consciente de la situación por la que está pasando la actual ciudadanía de incertidumbre y duda.
Pero ojo, aunque el P.G haya anunciado nuevas medidas para que las consecuencias derivadas de la crisis económica sean más redistributivas, es necesario seguir con esta hoja de ruta, cambiando principalmente la comunicación en el seno del gobierno y mirar el presente para guiar la línea política hacia el futuro pero sin olvidarse del propio pasado.
Necesitamos políticas públicas valientes que seduzcan no solo a las gentes progresistas del país, sino para que el propio Gobierno central ponga rumbo a una dirección para construir nuevas geometrías variables dentro de las cámaras que se compongan de organizaciones políticas soberanistas, de izquierdas y que respeten el pluralismo político e institucional. Cuidando por ende el llamado “bloque de investidura”.
El debate sirvió para poner en medio del mismo dos exposiciones claras sobre las políticas para salir de crisis económica a cada uno de los bloques. Se dieron, por tanto, dos posturas, la del Gobierno es la que llamamos bloque progresista de investidura, que aunque sí que es verdad que con algunos errores o tardanzas a la hora de tomar estas medidas políticas públicas, son sin lugar a dudas bastante mejores y justas que las del bloque derechista y conservador