La monarquía ha dejado de servir como institución diplomática
Los actos públicos realizados por líderes, como Felipe VI, deben ser medidos y sopesados. Ellos representan a un país y a toda una sociedad.
La actitud del rey Felipe VI en la toma de posesión del presidente colombiano, Gustavo Petro, es contraria a la política internacional que hoy en día necesita reconfigurar España con miras a América Latina. Se trata de un potente mercado de materias primas y energéticas que se abre cada día a nuevos espacios de trabajo. Esto hay que tenerlo en cuenta, aunque importa poco el lugar si las formas no son las mejores.
El filósofo español Miguel de Unamuno, dijo una vez que “sin Simón Bolívar, la humanidad hubiera quedado incompleta”.
En contexto
El acto de presentar la espada de Bolívar frente a la multitud y al mundo plural, siendo presenciada desde varios puntos del planeta, estaba dirigido a afianzar el discurso aglutinador de Gustavo Petro.
El escenario y el propio acto no fueron realizados como provocación, ni en concreto, hacia Felipe VI, por lo que una actitud más positiva hubiese evitado las críticas. De hecho, estas han surgido desde ambos lados del Atlántico.
Ser el único líder presente que no hiciera honor a lo que estaba ocurriendo, más allá de ser un acto de soberbia, lo descontextualiza y aísla. Deben ser tiempos de construcción, de miradas multipolares, de solidaridad y apertura.
Reacciones en la prensa española
Las reacciones de la prensa española no se hicieron esperar. Del lado de los monárquicos, la posición ha sido simple y Felipe VI ha cumplido con el protocolo que le imponía la situación. Otros han ido más allá, señalando que había sido faltado al respeto por Petro.
En fin, la prensa desde esa postura mantiene una linealidad que busca justificar la acción del rey de España, y así evitar daños colaterales.
Para esta postura, la llegada a América Latina de gobiernos progresistas, ha removido viejos resentimientos anticolonialistas. Arma fácil de portar por parte de la retórica populista.
En el caso de los medios más afines a la izquierda, la valoración ha sido más crítica.
Este nuevo desacierto ha generado discrepancias entre la coalición de Gobierno. Las palabras de Félix Bolaños ante el hecho han sido: “Son detalles sin demasiada trascendencia y totalmente menores”. Y claro, han molestado a más de un compañero de camino.
En palabras de Pablo Iglesias: “Una cobardía indigna que solo ayuda a la (ultra)derecha”.
Ante esta situación, el propio Iglesias ha pedido al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, convocar al orden a Felipe VI para exigirle respeto institucional, agregando: “Ha querido humillar la dignidad democrática de España y el honor de las naciones latinoamericanas”.
En el caso de Vox, la respuesta ante esta situación ha sido “algo importante y fantástica”. No es de sorprender.
Lo cierto de esto es que los actos públicos realizados por líderes, deben ser medidos y sopesados. Ellos representan a un país y a toda una sociedad, la cual tiene una relación singular con América Latina, continente que albergó a muchos migrantes españoles durante el periodo franquista.