Y llegó el día. Llevaba mucho tiempo sin atreverme a dar el paso y sentía que no era quién para hablar e informar. Que si no sería capaz de expresar con palabras escritas lo que quiero decir, menos todavía con palabras habladas.
Quizás a algunos y algunas les parecerá ser así, no siempre gustaremos a todo el mundo. Pero para aquellos y aquellas que os puedan interesar estos artículos, es un auténtico placer poner palabras en vuestro tiempo. Todos sabemos que el tiempo hoy en día es un bien escaso, así que intentaré aprovechar al máximo esta lectura y despertar vuestro interés en la política.
Aunque sea despertar la curiosidad en ella, porque os aseguro que nos concierne y mucho. Es necesario ir sabiendo qué hay detrás de los medios de comunicación manipulados y pesimistas, que muchos de vosotros y vosotras habréis dejado de consumir.
El despertar
Esta necesidad de escribir y hablaros, nace del deseo de difundir para aquellos que se alejen cada vez más del escenario político. Hace unos años iba diciendo que era una “apolítica” sin saber muy bien lo que significaba, pero me servía de escudo para no entrar en debates. Siempre al preguntarme sobre ella decía que no me interesaba. Ahora veo que era por ignorancia. Era el sentir de que mi voto no servía para nada, la desilusión porque “todos son iguales”, el no haber podido memorizar ni interesarme en su momento la historia por culpa de un sistema educativo nefasto que se rige en calificaciones, y por otros factores que me han frenado en su momento.
¡Y qué bien lo han hecho hasta mis casi 33 años! Hasta ahora no he podido hablar nada de ello. ¿Cómo van a priorizar que puedas ver lo que hay detrás del telón? ¿Que sepas dónde va destinado ese dinero que cada mes te quitan de la nómina?
Ahora si lo pienso, llevo mucho tiempo hablando de política. Porque al final impacta todo en lo social y se suele reflejar en muchas de las conversaciones que puedan haber en una terraza con diez personas, con treinta cervezas encima la mesa.
En muchas ocasiones, ahí está uno de los plenos mayores de cada tarde. ¿La lástima? Que ahí se queda. ¿Por qué será? La gran mayoría nos hemos sentido incapaces de hacer cambios. Para nosotras era filosofar, arreglar el mundo entre cervezas.
No quiero generalizar porque sé que mucha gente se moviliza y me consta por muchos amigos. Pero también sé de muchas que se han cansado de ser las únicas, o junto con dos, en estar en una manifestación de salud o en apoyar una huelga en las calles.
¿No creéis también que si hay varias manifestaciones al mismo tiempo en diferentes partes de una gran ciudad, será imposible ir a todas? Desde mi punto de vista está genial que aparezca tanto movimiento, pero quizás daría más impacto si no estuviéramos tan separados por etiquetas.
¿Quizás deberíamos unirnos en los valores del respeto y de nuestra dignidad? Porque si algo he aprendido estos años es que el actual sistema siempre se pondrá de nuestro lado de una manera perversa: para ir comiéndonos poco a poco con una cucharilla de café sin avisar de que es la última taza.
La tiranía del sistema
El sistema nos conoce bien. Sabe lo que nos gusta, ponérnoslo fácil, barato y de manera directa y delicada para hacernos sentir únicos y especiales, para que después no nos identifiquemos en nada con el que trabaja a nuestro lado, y sigamos consumiendo recursos de una forma insostenible.
Y si supiéramos que él tampoco tiene tiempo de conciliación familiar, o simplemente tiempo para no estar haciendo nada, que es muchísimo. Se llama descansar y es muy necesario. O que su sueldo es tan bajo que mira más la cuenta del banco que las opciones para cambiar su situación. Quizás así empezaríamos a encontrar más cosas en común.
En cambio, el sistema se apodera y crece con tu frase de “bah, yo ya paso, todos los políticos son iguales” para hacer realmente lo que quiera. Irá pasando el tiempo y ya habrá cogido más terreno, sabiendo que nosotros no nos preocupamos por nuestra calidad de vida, y haciéndonos sentir cada vez menos merecedores de tiempo para vivir y no producir.
¡El sistema nos aparta cada día de nuestro poder de participación para que las cosas puedan cambiar y nos hacen pensar que lo decidimos nosotros! Porque amigos y amigas, siento deciros que todo es política. Desde el precio del transporte público hasta la educación de nuestros hijos, pasando por el precio de una barra de pan. Todo depende de nuestros gobiernos y parlamentos, que elegimos nosotras. Pasar de esta realidad nunca será la respuesta. No tengo la solución pero empezamos por reconocernos como trabajadores y comprender nuestras coincidencias.
¿Sabéis lo mejor? Tenemos siempre las de ganar. Podemos hacer muchísimo y ya se está haciendo. Ahora, pregúntate, ¿estás dispuesto a realizar cambios en tu vida?
El primero de muchos
Yo hoy al fin me decidí a escribir y no puedo sentir más liberación. Tengo la oportunidad de expresarme en este medio, y tú si quieres también puedes ejercer tu derecho a la libertad de expresión colaborando aquí. Puedes escribir o hacernos llegar tu realidad.
Intentemos ir un paso más allá, que no solo se quede en inspiraciones en las terrazas. Desde esta posición privilegiada en la que tengo tiempo y recursos para poder escribir, elijo emplearlo en ello para que este sea un espacio seguro y de confianza en el que poder debatir y reflexionar, aprovechando esta ola de conciencia que se siente.
Que este primer escrito, junto a los que van a llegar, sea el puente para poder ir entrando a más sofisticación con lo que escriben mis compañeros y compañeras en las demás secciones. Haciendo un gran trabajo de investigación y comunicación, sin tener el foco situado en dónde las potencias quieren que miremos, sino mucho más allá.
Agradecida a las dos personas que me ayudaron a abrir los ojos. Va por vosotros Equipo G.