Colombia rompe paradigmas y consigue acuerdos para su reforma agraria
La izquierda en Colombia sigue rompiendo paradigmas. Petro avanza en su reforma agraria a través del diálogo y la suscripción de acuerdos. Tal y como lo ha prometido, la paz es el camino.
00Se podría pensar que es un método ingenuo, pero en el actual estado de cosas, Colombia rompe paradigmas. Especialmente a la hora de darle viabilidad a su reforma agraria.
La reciente suscripción de un acuerdo con la Federación Colombiana de Ganaderos (Fedegan), desmiente cualquier intención de expropiar, y le resta argumentos a lo más rancio de la oligarquía colombiana, al uribismo y a la ultraderecha. Estos han tratado de frenar la histórica reforma agraria que impulsan Gustavo Petro y Cecilia López, ministra de Agricultura.
No obstante, el panorama para Gustavo Petro ofrece algo de razón a quienes temen que los métodos pacíficos no sean suficientes.
Otro paso histórico
Lo que está a la vista no precisa de anteojos. Petro alcanzó un acuerdo histórico con la Federación Colombiana de Ganaderos (Fedegan), mediante el cual le compra a los propietarios 3 millones de hectáreas, que luego serán cedidas a los campesinos sin tierra, o que requieran más de ellas.
La sombra de las expropiaciones que tanto le dieron de comer a las campañas de la derecha queda desplazada. O al menos, así debería ser.
“El gobierno podría hacerla sin nosotros, o inclusive contra nosotros, pero ha decidido hacerla con nosotros”, remarcó José Félix Lafaurie, presidente de Fedegan.
No es la única fuente de tierras
Si bien se trata de un paso impactante y desafiante para los métodos más conocidos de la izquierda, en el caso colombiano, es parte de una planificación concebida dentro del plan de gobierno propuesto por Gustavo Petro, y votado por la mayoría social.
La reforma agraria es viable, solo en parte por este acuerdo, pues las tierras que se están entregando a campesinos no provienen únicamente de la compra que hace el ejecutivo a Fedegan. Las tierras que se entregan provienen de dominios extinguidos, baldíos (tierras de la nación), tierras inexplotadas, compradas y expropiaciones.
Reforma agraria y revolución
La ministra de Agricultura de Colombia, Cecilia López, se atrevió a afirmar que la reforma agraria de Petro “es una revolución”.
En declaraciones ofrecidas en julio en El País de España, la ministra se mostró sumamente entusiasta y parece no haberse quedado corta. Hasta el momento, la reforma agraria avanzó en paralelo con otras decisiones urgentes, pero no menos controversiales, como el retorno de la empresa Monómeros al gobierno de Venezuela, presidido por Nicolás Maduro.
“Las tierras que no están funcionando pero que son productivas, las vamos a distribuir, les vamos a comprar la tierra. A mí me pareció una revolución”, declaró López.
En dos meses de gobierno, Petro ha cumplido con lo prometido. No obstante, el precio por romper paradigmas será alto.
La reacción
El sistema y los poderes fácticos en Colombia pueden mostrar una cara relajada frente a los cambios que empuja Gustavo Petro, pero la respuesta en el terreno económico comienza a ser feroz.
“La moneda más devaluada es el peso colombiano”, recalca la Revista Semana, uno de los medios de comunicación que más se ha opuesto a Petro.
Según Semana, el hito que marca el retroceso del peso colombiano, es la elección de Gustavo Petro como presidente, el pasado 17 de junio.
Basta recordar los rostros fúnebres de las principales cadenas de televisión. Hoy hablarán de incertidumbre, mañana quien sabe, lo cierto es que es un síntoma de que en Colombia se rompen paradigmas y surge la paz.