¡Qué lástima por la Complutense!
La prensa amarillista se ha encargado de jugar con las conclusiones en el caso de un Pablo Iglesias que se ha quedado sin la posibilidad de ejercer como profesor en la Complutense.
Pablo Iglesias ha sido motivo de varios artículos y comentarios por haber quedado fuera de la posibilidad de ejercer el papel de profesor en la escuela de periodismo en la Universidad Complutense.
Pudiéramos, como los otros, escribir sobre el puntaje que faltó y sobró, o el numero de participantes que, como él, intentaron sin resultados entrar en la afamada casa de estudios.
La transición hacia la nueva vida
Sin embargo, hoy hablaremos sobre el a veces complicado tránsito entre la política de las altas esferas del poder y el retorno a la vida común y corriente de cualquier mortal.
La política, cuando se esta ejerciendo, es un shot de adrenalina. Un espacio público que trata a quien acuna con mimo y beneplácito. A pesar de ser un lugar para acumular enemigos, también es campo fértil para lograr, cuando se cree en los cambios, transformar la realidad de mucha gente.
Son los debates, las participaciones en eventos y tomas de decisiones importes, la razón sensible de la rutina diaria. Sin embargo, cuando se decide dejar esos predios, el precio suele ser alto.
La historia contemporánea está repleta de nombres de hombres y mujeres que, luego de ostentar un cargo mayor o relevante en la política, deciden volver a la esencia de la vida común. El problema es que, al hacerlo, o bien retoman con serenidad el camino andado, o se entregan al ostracismo.
Pablo Iglesias
El caso de Pablo Iglesias y la Complutense, mas allá de lo caricaturesca de las intenciones de la prensa amarillista española, es un ejemplo de alguien que ha decidido alejarse de las luces para buscar sus propias posibilidades. Nos guste o no el político de Podemos, su razón es válida, pues intenta por sus propios medios abrirse a nuevas posibilidades.
Bien podría pensarse que para una universidad, un hombre del verbo y experiencia de Iglesias es una excelente oportunidad. Eso solo si, la visión crítica, aguda y a veces recalcitrante, es permitida.
Las universidades, mas allá de los puntos y el currículo, bien podrían ponderar otras experiencias y formas de aprender diversas. Este es un mundo cambiante y con él la universidad debería estar acompasada.
Mucho queda por andar y pensar pero, por ahora, solo resta decir que la Complutense se va a quedar sin la posibilidad de grabar un programa de La Base dentro de sus salones, biblioteca o qué sé yo.
¡Que lástima por los jóvenes que querían aprender a desarticular la realidad desde una visión critica y profundamente sensible!