Mundial 2022. El ridículo catarí: 0-2 contra Ecuador
El partido inaugural del Mundial de Catar ha dejado en evidencia al combinado anfitrión. Ha sido ampliamente superado en el terreno de juego por Ecuador, pero tampoco han estado a la altura en el graderío del estadio.
Vergüenza ajena.
Con Morgan Freeman, la rutilante estrella de Hollywood, legitimando (o intentando legitimar) este esperpento que hubiese hecho las delicias de Valle Inclán. “Sólo Catar puede pagarle a Dios para que esté en la inauguración del Mundial”, contaba acertadamente un usuario del todavía vivo Twitter. Pues eso, chaval, lo has “bordao”.
A estas horas no tengo estómago (ni quiero amargaros la jornada), para dar pábulo a las infumables palabras de Infantino. Solo señalar que creo es más disculpable ser algo hipócrita, que mirar descaradamente para otro lado y apoyar sin ambages una teocracia dictatorial.
Y ya, vamos por fin al futbol.
La exhibición de Ecuador…y la del arquero catarí
Saad Al Sheeb, un…portero (?) que creo ya está “viviendo” en el barrio de los trabajadores emigrantes, del que parece no se puede salir sin un permiso especial (más o menos lo que les pasa a las mujeres cataríes), y que demostró que canta mejor que Bisbal.
Nada más empezar, el VAR nos avisó de lo que nos espera en este Mundial, anulando un golazo de Ecuador en el minuto dos. Al cabo de un buen rato, se dignaron a emitir rápidamente parte de la infame repetición. Pareció que cuando toca el balón el jugador ecuatoriano, previamente a la “cantada” del guardameta catarí, sí estaba por el grosor de un bigote de una gamba (dicen) un pelín adelantado. Pero vamos, hasta ahora se valoraba la existencia o no del fuera de juego en el momento en que golpea el balón el jugador que da el pase, no cuando le llega al receptor. Luego marcó, tras un montón de rebotes, naturalmente Enner Valencia.
El pobre árbitro, el gran Daniele Orsato, para este comentarista el mejor del mundo junto a nuestro Mateu Lahoz, no quiso ni mirarlo repetido. No se sabe todavía si para evitar el bochorno planetario de sus compañeros de cabina, o por temor a que a él mismo le mandasen al desierto.
Lo mismo es que los petrodólares han cambiado también la norma y yo aún no me he enterado, perdonad.
Y el triunfador de la noche, Enner Valencia, con sus dos tantos (y el que le anularon), uno de ellos un golazo. Este se erige como un gran rematador y un angelito del que recordamos su “espantá”, en un Ecuador – Chile en el 2016, al fingir una lesión para intentar escapar de su propia policía por no haber pagado la pensión alimenticia a la que había sido condenado.
Catar, mal en el césped y en las gradas
En cuanto a fútbol, los pobres cataríes no demostraron tener más nivel que el que corresponde a un equipo de solteros contra casados de cualquier empresa de España. O tal vez estaban “acojonados” por la presencia del jeque. Y encima, la mitad de sus seguidores se “piran” en el descanso. Viva la deportividad.
Merecidísimo triunfo de Ecuador, equipo al que agradecemos su entrega e ilusión, y al que deseamos, como en el resto de asuntos a ese país hermano, que llegue muy lejos.
Salud y trabajo.