“No hay triunfo cultural si no hay victoria política frente a las fuerzas opositoras”, bajo esta premisa Álvaro García Linera, ex vicepresidente de Bolivia, exponía los asideros de la propuesta política que llevó a los movimiento sociales reunidos en el MAS, a la creación del Estado Plurinacional de Bolivia.
Sin embargo, la victoria política no ha consistido únicamente en el triunfo en las urnas electorales, la habilidad de sostener esa victoria se puso a prueba a finales del año 2019, cuando un Golpe de Estado fraguado por los Estados Unidos, a partir de un evento electoral, barrió con el gobierno encabezado por Evo Morales y García Linera, dejando como resultado decenas de muertos y centenares de heridos producto de la persecución desatada por el fascismo del gobierno de facto.
En menos de un año, el odio desde el cual se instaló una época muy oscura para el pueblo boliviano, ha sido derrotado con el triunfo electoral de Luis Arce, hoy presidente electo de Bolivia. Pero este hecho no sólo representa un aliento para los gobiernos progresistas y revolucionarios de Latinoamérica, sino que además comprende un nuevo reto para esta propuesta alternativa que no es otra que la consolidación de una victoria cultural donde se cierre paso al fascismo, y a cualquier oportunidad imperial de socavar la integración latinoamericana.
La confusión producida en la comodidad del Estado de Bienestar
En Bolivia, durante los 13 años de presidencia de Evo Morales, redujo la pobreza de un 60 a un 30%, ello significó la instalación de un estado de bienestar que se reflejó en mejores condiciones de vida para los bolivianos. Esta ha sido una de las características más resaltantes de los gobiernos de izquierda sobre todo en Latinoamérica, una región marcada por la desigualdad en la distribución de la riqueza.
Paradójicamente, este avance en los derechos sociales, económicos y políticos, tuvo un impacto en la conducta colectiva que avivó los conflictos de lucha de clases, a tal efecto, la sensación de superioridad de una recién surgida clase media generó gran parte de las condiciones para el desarrollo de una operación mediática internacional que juntó racismo con clasismo y otras variantes de odio para abrir paso a la arremetida que culminó en el golpe de estado de finales del 2019.
La victoria cultural en términos gramscianos es vital para mantener la victoria política, esta fue una de las reflexiones reiteradas por Álvaro García Linera en diversas participaciones y declaraciones antes y después del golpe de estado que acabó con el gobierno de Evo Morales.
Los errores y el Golpe en Bolivia
“El principal error fue el mantenimiento de la estructura de los cuerpos de seguridad que han sido entrenados, formados y que siguen articulados a la doctrina de seguridad y defensa de Estados Unidos”, opina Juan Romero, analista internacional venezolano quien considera que es un error no crear una Doctrina de Seguridad y Defensa no alineada a la doctrina norteamericana.
La firmeza en la defensa de la victoria política, tan necesaria términos leninistas para respaldar la lucha de los movimientos sociales, es también un punto a revisarse, pues de ninguna forma la entrega bajo coacción del poder, significará evitar la violencia, aún cediendo a las pretensiones del fascismo, el pueblo sufrió física y moralmente la arremetida de la derecha boliviana.
“Esta experiencia representa una lección para el propio Evo Morales y Álvaro García Linera, creo que en algún momento la justificación que tuvieron para evitar un mayor derramamiento de sangre fue totalmente inútil porque igual sucedió en un año, y además avanzó una agenda económica sumamente agresiva que ha desmontado parte de la estructura de funcionamiento del Estado Boliviano.” Afirma Romero, desde su perspectiva, reflexionando sobre las enseñanzas de la experiencia boliviana para la izquierda latinoamericana.
La clave del retorno, la organización política
“Luego del golpe, el MAS y Evo Morales tuvieron que desarrollar de forma acelerada una fuerte organización política lo cual sirvió para lograr la victoria electoral”, explica Basem Tajeldine, analista político venezolano de origen sirio.
Por otra parte, la movilización del pueblo boliviano respondió con firmeza a la geopolítica de la reacción que se impuso con el golpe de estado, fue un factor determinante en el impulso de mayores niveles de organización que permitieron retornar al cauce democrático y finalmente alcanzar la victoria electoral con la cual se cierra de manera contundente el capítulo de la violencia y el retroceso social que duró aproximadamente un año.
“El Partido de Evo Morales ha debido organizar y formar futuros cuadros gobernantes para contar con una plataforma política alternativa”, recalca Tajeldine, refiriéndose a otra las grandes lecciones de esta etapa breve, pero dolorosa de la historia de Bolivia.
Bolivia, lecciones de cara a los nuevos desafíos de la izquierda latinoamericana
La región latinoamericana ha enfrentado en el 2020 varios desafíos enmarcados en una realidad apocalíptica que impone la pandemia del COVID-19, entre otros las elecciones de octubre en Bolivia, y de diciembre en Venezuela son dos coyunturas importantes para la izquierda suramericana.
Uno de los aspectos más resaltantes y que deben servir como enseñanza para los gobiernos progresistas y revolucionarios de la región, “debe producirse en las elecciones del 6 de diciembre en Venezuela una victoria tan contundente como la que vimos en Bolivia que evita que la comunidad internacional genere una distorsión como la que se produjo en la pasada elección de Evo Morales”, considera Juan Romero, historiador venezolano.
“Debemos generar un debate sobre el funcionamiento electoral, sobre el funcionamiento institucional y sobre el funcionamiento político de los gobiernos de izquierda insurgentes”, finaliza Romero a propósito de estas reflexiones.
La izquierda mundial presencia un nuevo capítulo en Latinoamérica que merece toda la atención de cara a la nueva batalla que se librará en Venezuela a finales del 2020.