En poco menos de un año, Yolanda Díaz, Ministra de Trabajo y Economía Social, se ha convertido en un referente para la izquierda española. Militante comunista, hija de sindicalistas del Ferrol, ha conseguido enfrentarse al gran desafío que supone la pandemia, evitando que la economía y el mercado de trabajo se haya deteriorado, más todavía.
Ya desde la toma de posesión, Díaz dejó claro su compromiso con el bienestar de los trabajadores y la necesidad de mejorar sus condiciones laborales. En numerosas ocasiones, ha reiterado su compromiso constante en la defensa de los trabajadores: “detrás de los números hay personas. La gente, primero”. Y es ese planteamiento el que está guiando todas sus medidas.
En unos momentos en los que aún no hemos salido de las consecuencias de la crisis de 2008, con el desafío de la transformación de los modelos productivos, la nueva crisis de 2020 se ha convertido en una responsabilidad para el nuevo gobierno progresista de PSOE-UP. Esa responsabilidad, en gran parte gracias al impulso de Yolanda Díaz, ha sido la que ha permitido que, al final, hayan salido adelante medidas de gran calado para proteger a la población, como los ERTE, la ley de teletrabajo, la eliminación del despido por bajas médicas justificadas, el incremento del Salario Mínimo Interprofesional, etc.
Es cierto que aún queda mucho camino por recorrer, y algunos de los obstáculos en ese camino serán de los más importantes. Parece que la derogación de la reforma laboral de 2012 se va a retrasar, al menos, hasta el final de la pandemia, aunque algunas de sus medidas más lesivas han comenzado a regularse.
Todo esto ha llevado a que la figura de Yolanda Díaz sea una de las mejor valoradas del gobierno de coalición. Con un trabajo eficaz, a pesar del contexto de pandemia, ha conseguido sentar a la mesa de negociación a los empresarios y sindicatos, para tratar temas de envergadura. A pesar de la crisis sanitaria, que la ha obligado a reajustar sus objetivos, busca eliminar la precariedad, implantar unas relaciones laborales que modernicen el mercado, pero sin afectar al bienestar de los trabajadores.
La ministra tenía claro que la prioridad, en esta nueva crisis económica, debía ser evitar los despidos masivos que siguieron a la crisis de 2008. Por eso, ha trabajado para garantizar los puestos de trabajo, a través de los ERTE. Pero el gobierno de coalición se enfrenta a una crisis económica sin precedentes, con un mercado laboral fragmentado y precario, y un clima político completamente hostil.
La necesaria reforma del mercado de trabajo
Es el gran talón de Aquiles de la economía española, pero las fórmulas que se han aplicado, hasta ahora, no han estado pensadas para mejorar las condiciones de los trabajadores. A pesar de que en los últimos 40 años los gobiernos socialistas y populares han impulsado sucesivas reformas, la tasa de paro sigue estando muy por encima de la media europea, con niveles extraordinarios de desempleo juvenil y de larga duración, con una precariedad que alcanza niveles descomunales. Esta es una anomalía económica insoportable: desde el año 1984 hemos tenido más de una cincuentena de reformas laborales y más de una treintena en materia de contratación. Y la mayoría de ellas sólo han provocado unas relaciones laborales cada vez más debilitadas.
La reforma de Mariano Rajoy, en 2012, generó una enorme devaluación interna, que provocó un empeoramiento sin precedentes de las condiciones laborales. La intensidad de ese impacto fue tal, que algunos de sus efectos fueron recortados por los tribunales. La reforma laboral de la exministra Fátima Báñez no estaba impulsada por el objetivo de la recuperación de las condiciones de los empleos perdidos desde 2008 a 2012, sino que siguió fomentando la temporalidad y la devaluación salarial.
Por eso, los ejes principales de trabajo de la ministra, para esta nueva legislatura, son esenciales en ese desarrollo: trabajo de calidad, salarios dignos, replantear las políticas activas de empleo, protección efectiva del desempleo, igualdad real en el mercado laboral (eliminación de la brecha de género), seguridad y salud laboral, potenciar el trabajo autónomo (real), potenciar la economía social, etc. Para ello, Yolanda Díaz defiende el diálogo en tres frentes: con los agentes sociales, con los grupos parlamentarios y con las comunidades autónomas. Todo esto, evidentemente, dentro de un marco internacional adecuado.
La defensa de los derechos de los trabajadores
La ministra Díaz está empeñada en la protección y la garantía de los derechos fundamentales de los trabajadores, que deben primar siempre, por encima de las necesidades económicas. Como señaló la misma ministra en una reciente entrevista, “antes se decía que los derechos de los trabajadores no se detenían en la puerta de las fábricas, ahora tampoco han de pararse en el teclado del ordenador”. El problema es que las reformas del mercado laboral han provocado la deshumanización del empleo.
En el marco de los derechos laborales, Díaz está dispuesta a no permitir que se desarrollen las desigualdades, y a centrar sus propuestas en mejorar la calidad en el empleo, desterrando la temporalidad y la precariedad del mercado laboral. Es decir, eliminar los bajos salarios, la precariedad o la explotación.
Otro gran desafío de la ministra es que nadie se quede atrás, que todos los trabajadores tengan unas condiciones de trabajo dignas. Y es que, en las relaciones laborales, la parte débil es la persona trabajadora, y por eso es tan importante que el Estado y la legislación esté dispuesta a promocionar la recuperación económica y social, y que nadie quede atrás.
La lucha contra la precariedad
Este es otro de los grandes objetivos de Díaz, al frente del Ministerio, y ha dejado claro que, frente a la precariedad, lo único que puede defendernos de la crisis es el trabajo decente, con salarios que permitan vivir dignamente. Por eso, no tiene sentido que en España el 13% de las personas trabajadoras sean pobres; ya antes de la pandemia, casi la mitad de los trabajadores tenían empleos precarios, porque el modelo laboral español ha sido el de la precariedad, como lo definió Báñez: “la opción es un mal contrato o el paro, elija usted lo que quiera”.
También es necesario garantizar la seguridad de los trabajadores y combatir los accidentes y las enfermedades laborales, para hacer descender las cifras de los accidentes en los puestos de trabajo. De ahí su compromiso con la seguridad laboral, que busca conseguir que los lugares de trabajo no sean espacios de riesgo.
Pero también para terminar con la situación que viven los sectores más vulnerables: los jóvenes, las mujeres y los parados de larga duración.
Lo que necesitamos es garantizar y consolidar relaciones laborales estables, para conseguir un mejor modelo de protección social. Impulsar un trabajo de calidad, con derechos, decente, con salarios dignos. Esto es algo que, según la ministra, será esencial para activar la economía tras la pandemia.