Antonio López en Valencia (II) - Antonio López en Valencia (II)
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Antonio López en Valencia (II)

Continuamos en la Fundación Bancaja, donde podemos seguir admirando la obra de este
genio, de este maestro, Antonio López, que ha sabido dar al hiperrealismo un sentido mucho
más trascendente, más español, más manchego, en algún caso yo diría que casi
almodovariano (y es que ambos tiene raíces comunes).

Alguno de ustedes pensará que exagero, pero desde luego, nada que ver con los hiperrealistas
americanos, esa sucesión de frascos, botellas, reflejos de cristal, carenados de motos y objetos
brillantes absolutamente vacíos, no necesariamente de contenido, pero sí de significado.

Considero que un rincón de una alacena de nuestro maestro tiene más alma y más historia en
su polvo de lustros que una colección entera de lienzos que solo puede llamar la atención por
su alarde técnico.

Hablando de alacenas (inquietante la figura que aparece por encima).

La alacena (óleo sobre lienzo)

Impresiona.

Y si nos acercamos, su mirada

Un gran acierto que se nos permita ver cómo trabaja el maestro.

Croquis con medidas II

Lápiz, rotulador y bolígrafo sobre papel Basik Guarro. Colección Museo Nacional Centro de
Arte Reina Sofía.

Ventana de noche. Poniente

2013- En proceso. Óleo sobre tabla. Colección particular. Un curioso experimento, tal vez obteniendo el reflejo de la superficie de una lámpara de la habitación.

Rosas de Ávila

Óleo sobre lienzo. Colección particular.

Nevera nueva

Óleo sobre lienzo. Colección particular.

(El jamón y el queso manchego que no pueden faltar, y entonces se ponían sobre la nevera).

Sinforoso y Josefa

Óleo sobre lienzo. Colección particular.

Esta pintura de 1955 si que nos remite a la España rural…..(me parece puede tratarse de los
padres del artista).

Mujer en la playa

Lápiz y carboncillo sobre papel encolado a tabla. Colección Museo Municipal de Valdepeñas.

Y esta obra que podéis ver a continuación no pertenece a la exposición, se trata de una pequeña reproducción de Madrid desde Torres Blancas, que como pequeño homenaje al artista cuelga de una de las paredes de mi apartamento. Decir que el original, del que ignoro en qué envidiadas manos está actualmente, fue adquirido en su día por casi dos millones de libras en una subasta en Christie´s, y según creo es el precio más alto jamás alcanzado por un pintor español vivo.

Quiero comentaros que durante los más de veinte años en que senté mis reales en una población cercana, he accedido a diario a Madrid precisamente por ese lugar, y debo decir que jamás tuvo ese acceso a la capital aspecto tan deplorable. El edificio blanco de la izquierda perteneció a una gran compañía (CEPSA), actualmente es un gran hotel, y siempre ha estado cuidadísimo. Pero el maestro lo veía así, y ello forma parte de su genialidad. El aspecto real, con sus cochecitos y sus paseantes, seguramente que no habrían movido ni moverían el ánimo de nadie. Y lo cierto es que realmente emociona y turba su detenida contemplación.

Haceros partícipes de que tuve la oportunidad y el honor de compartir con el maestro un recorrido, hace ya años en la Juan March de Madrid, como consecuencia de una anécdota que ahora no viene a cuento relatar. Ello fue con ocasión de una exposición dedicada a David Hockney, que como mis fieles seguidores bien conocen, se trata de mi pintor favorito. Debo decir que al maestro no pareció, para decepción mía, entusiasmarle demasiado, aunque viendo mi poco disimulado interés por el tal Hockney fue muy elegante y debo confesar que no escuche de sus labios ningún comentario negativo, pero vamos, que saqué la conclusión de que no le interesó demasiado, creo que lo encontró un tanto banal, naif, tal vez demasiado sencillo, demasiado plano, para alguien que como él, trabaja denodadamente para intentar lograr ese algo más que nos rinde y que comentábamos antes.

Cerramos ya nuestro recorrido con esta obra, leit-motiv de la película ( que recomendamos vivamente) de Víctor Erice “El sol del membrillo”, que reflejaba perfectamente la obsesión, la lucha, la batalla descomunal del artista intentando captar el reflejo exacto del sol en el membrillo de su jardín, peleando a la vez día tras día contra la maduración de la fruta, el peso y la caída de la rama, las nuevas sombras….., confieso que en su día, me impresionó. Sobre todo la frustración real del artista honesto (y eso que es el mas dotado de todos), derrotado por no poder “atrapar” ese rayo de sol en el membrillo, ese reflejo de la naturaleza por otro lado inaprensible y que tal vez……solo existía en su cabeza.

O al menos esa es la impresión que yo saqué.

Membrillero

Óleo sobre lienzo. Colección particular.

Y aquí lo dejamos, con el deseo de que el maestro siga muchos años iluminándonos.

Salud y trabajo.