El Estado español debería hacer una reflexión sobre la venta de armas a Arabia Saudí, analizando los datos que he expuesto en una noticia publicada el pasado lunes sobre este tema. Está claro cuáles son sus intereses desde hace más cuatro décadas, profundizados hace cuatro años con el acuerdo de exportación de armas por parte del Gobierno de España al de Arabia Saudí. Después vinieron los negocios del AVE y posible salida en bolsa de Aramco.
No hay nada que comentar ni valorar en el sentido de esto, no es mi competencia. A otros le corresponde este tipo de decisiones e intereses “de altura”. Yo solo puedo y debo hacer mi reflexión personal sobre todo lo que está pasando en Yemen. Si yo trabajase en una empresa en horario laboral de 8 horas, en la que el único interés económico de esa empresa es fabricar bombas destinadas a mantener la guerra en un país en el que cada diez minutos muere un niño, ¿qué haría?
Diría que los países que participaron en la venta de armas que está matando la población de Yemen, por los beneficios, geoestratégicos, económicos y políticos, merecen ser procesados y acusados por crímenes de lesa humanidad. Deseo que la justicia internacional actúe pronto. Mientras tanto, al margen de mi empresa fabricante de armas y de mis compañeros, me declararía objetora de conciencia.
Mi trabajo y mi vida no van a servir como justificación ni a mi gobierno ni a mi corona, para expresar que no tienen más opción que seguir con su acuerdo con los países asesinos, por la única razón de asegurarme mi trabajo. Esa es su falacia, y con ella nos engañan a todos.
No, no me pienso dejar atrapar con su mentira. No a sus intereses capitalistas ni a su manipulación de que comercian con armas para asegurarme un trabajo y una estabilidad. Si acepto me haría cómplice de sus asesinatos, me haría socia de ellos inevitablemente aliada de su perversión capitalista.
Me quieren éticamente atada a su tela de araña para siempre, con una alianza en la que nada se escapa, quieren que sea partícipe del genocidio de un pueblo inocente que llenará sus bolsillos, dejando una imborrable marca en mí para siempre. No, no sería trabajadora de sus bombas que matan.
Conmigo ese capitalismo en fase neoliberal que no cuente. A mí no me engañan. Que sean ellos los asesinos. Yo me bajo del tren ahora, no quiero alejarme más para llegar a una estación de la que ya no haya retorno posible. Conmigo que no cuenten, no quiero 6 niños muertos por cada hora que yo viva.
Ellos serán los responsables y ojalá sean juzgados por sus crímenes.
Conmigo que no cuenten.
Yo no vendo mi alma por un trozo de pan.