No existen las decisiones racionales. Tan solo lo son en nuestra imaginación. En los estudios de psicología sobre la toma de decisiones, hace años que han descubierto que las decisiones que tomamos se basan principalmente en emociones y sentimientos.
Sin embargo, a posteriori usamos nuestra parte racional para justificarla. Esto es así debido a nuestro sistema límbico que es la parte reptiliana de nuestro cerebro, la más antigua, la más animal. El sistema límbico es el responsable de la intuición y su actuación es más rápida que la parte racional de nuestro cerebro. Esta última necesita procesar y analizar la información, sopesar, comparar y siempre tarda más que la intuición.
Este comportamiento tiene como objetivo la supervivencia, y es así porque cuando a nuestros ancestros les acechaba un depredador, debían tomar las decisiones rápidamente con la información disponible porque lo necesario era una respuesta inmediata.
Si uno de nuestros antepasados percibía como se movían unos arbustos tenía más probabilidades de sobrevivir si huía que si se quedaba a analizar qué estaba pasando y saber el motivo de por qué se movían las hojas.
Las responsables de marketing comercial y político lo tienen claro desde hace años. Ante una campaña radicalizada como la que se presenta, las emociones son más intensas. Por lo que la capacidad de movilizar voto dependerá mucho de la capacidad de generar emociones fuertes.
Pablo Casado ya apeló a la lástima y la empatía que se asocia a las víctimas de ETA. Ciudadanos en Cataluña realizó un acto en el pueblo de Puigdemont buscando que alguien les increpara para crear un sentimiento de rabia e impotencia. VOX apela al peligro de la destrucción de España. Cuanto más fuerte sea la emoción, mayor será el impacto y por tanto mayor será la probabilidad de mover el voto.
Una de las emociones más fuertes y básicas, que mayor reacción instintiva nos genera es el miedo. En un periodo electoral apelar al miedo acostumbra a movilizar el voto, a agruparlo a opciones más cercanas ideológicamente y más fuertes o con mayores posibilidades de aglutinar apoyos. De la misma manera que ante la amenaza de un depredador, las posibles víctimas tienden a arrimarse al miembro de su manada más poderoso y con más posibilidades de defenderles de una agresión.
La derecha está radicalizada, y por tanto un enorme espacio central queda huérfano. El PSOE es el más cercano ideológicamente a este espacio. Por tanto no necesitaría orientarse demasiado a la izquierda, y menos después del pacto con Podemos en la legislatura anterior. Ese pacto ya le servirá de certificado.
Sin embargo, una campaña electoral es como una guerra, no hay que descuidar ningún frente. Las continuas llamadas a la alarma por la posible llegada de la extrema derecha, apelan al miedo. Y la actuación más habitual ante el miedo es el voto útil. El voto útil para detener al trifachito iría al PSOE… según el PSOE.
¿Puede movilizar mucho voto el miedo?
Hay otros factores. Pedro Sánchez ya ha sido presidente del gobierno, en nuestro imaginario ya lo hemos visto hacer de presidente. No nos extraña verlo en Moncloa.
Mas-Colell , exconseller de Economía de la Generalitat decía para que acabe gobernando el PSOE, mejor votar al PSOE, apelando al voto útil de la izquierda. El pacto PSOE – Podemos benefició al PSOE, le apartó del PP, a quien ayudó a gobernar y de Cs, con quien realizó un pacto de legislatura. Y perjudicó a Podemos porqué le amansó, le acercó al círculo del régimen del 78.
¿Puede aglutinar el PSOE mucho voto de Podemos? ¿Qué puede hacer Podemos al respecto? ¿Debe caer Podemos en el discurso del miedo o debe buscar otra emoción en la que basar su campaña electoral?
Lo que parece evidente es que si Podemos apela a un discurso racional y lógico en su planteamiento, la campaña les pasará por encima. Si Podemos se dedica a inundar de datos su discurso y a hacer pedagogía, puede ahuyentar a sus votantes hacia el PSOE o la abstención.
Siempre se ha dicho que el problema de la izquierda es que necesita explicarse mucho y muy bien. Sin embargo, ¿es creíble que defender la justicia social, la igualdad, la renta básica, la sanidad universal y la escuela pública requieren un esfuerzo extra de argumentación? Quizás el problema de la izquierda es pensar que tiene la razón y que tiene tanta, tanta información que podría llegar a aburrir o a provocar perdida de interés.
>>Vox como agente movilizador del voto a Unidos Podemos<<
En las últimas elecciones americanas, en plena campaña, estaba mirando la televisión. Hablaban de los dos candidatos, la favorita Hillary Clinton y el comparsa Trump. Apenas oía que decían, solo miraba las imágenes con la mente en blanco.
Cuando salió Clinton, estaba dando un mitin de campaña, el público en silencio, ella monótona y monocorde con un montón de folios en la mano, citando cifras y datos. Aburrimiento absoluto. Luego salió Trump, la escena era vibrante, el candidato arengaba a gritos, gesticulando enfebrecido ante un público electrizado y vibrante.
Quizás era una burda manipulación informativa para caricaturizar a cada candidato, quizás los actos de Trump estaban diseñados para dar la falsa apariencia de energía y triunfo. Pero he de admitir que mi cerebro reptiliano pensó que ese tío del pelo naranja iba a ganar las elecciones.