Amaños en el fútbol español
El martes 28 de mayo de 2019 se conoció que la Policía Nacional había detenido una red organizada que se lucraba con el amaño de partidos de fútbol. Concretamente, esta organización criminal había amañado un partido de primera división, otro de segunda, y lo había intentado con uno de tercera. Los miembros de dicha red eran jugadores y exjugadores de distintos equipos, siendo su cabecilla el exjugador del Real Madrid Raúl Bravo.
Este fenómeno, que ya se había producido en países como Italia y Alemania, se puede dividir en dos grandes bloques: por un lado, existen los amaños para conseguir que un equipo suba o descienda de división -según la policía y La Liga, los más fáciles de detectar-; y, por el otro, los amaños que buscan lucrase -el caso que nos ocupa-. La red organizada por Bravo intentaba concertar el resultado final, así como el número de córners o el marcador al finalizar la primera parte.
>>El auge de las casas de apuestas, una lacra en nuestros barrios<<
El caso estalla justo cuando más voces se han alzado en contra de la proliferación de casas de apuestas en todo el territorio español. Las apuestas, principalmente las deportivas, han existido desde hace décadas, pero en los últimos tiempos es habitual ver su publicidad en televisión, en las radios, periódicos o, incluso, en las camisetas de los equipos de fútbol -destacando entre ellos el propio Real Madrid-.
El problema de las apuestas es doble: por un lado, como cualquier droga, crea adicción. Muchas de las personas creen controlar las apuestas que realizan, pero si lo toman como una actividad habitual, es muy difícil que lo dejen. En segundo lugar, los ciudadanos con rentas bajas ven en las apuestas una manera fácil de hacer dinero. Sabedores de los problemas económicos que pasan las personas en España desde la crisis económica de 2007, las casas de apuestas están abriendo centros en los barrios populares de las principales ciudades españolas.
No se puede disociar el problema que constituyen estos negocios, empobreciendo a las familias y creando adicción entre las clases populares, de la aparición de redes organizadas que pretenden amañar encuentros deportivos para lucrarse, ya que si no existieran estas casas de apuestas, no tendrían medios para hacerse con el dinero.