Este domingo 26 de mayo se celebrarán elecciones europeas y municipales en España, así como las correspondientes en varias Comunidades Autónomas. Estos sufragios se celebran poco después de unas elecciones generales en las que se impuso el Partido Socialista Obrero Español (PSOE), y en las que destacó el derrumbe del Partido Popular (PP) y la entrada de VOX en el Congreso. Pero si por algo se ha caracterizado esta etapa es por una campaña electoral deleznable.
Es evidente que, a lo largo de los años, ha habido campañas electorales más o menos agresivas. Cuando se enfrentan partidos con opiniones distintas, es habitual que el cruce de palabras aumente de tono. No obstante, en las últimas temporadas ya se había experimentado un crecimiento de la agresividad, principalmente por parte de los partidos de derechas, que utilizan un tono belicoso para inflamar el patriotismo de los españoles y ganarse su voto.
Los ataques de los principales partidos derechistas –PP y Ciudadanos (C’s)- se dirigían habitualmente contra los partidos y políticos independentistas, así como contra Unidas Podemos y sus confluencias. Hasta el PSOE se vio atacado frontalmente, cuando se acusaba a Pedro Sánchez, presidente del gobierno, de okupa en la Moncloa.
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Como ya va siendo habitual, el principal agitador de la campaña ha sido Albert Rivera, de Ciudadanos. El líder de la formación naranja descubrió que, si se desplazaba a zonas donde su partido no tenía representación, podía llevar a su partido a abrir los telediarios.
La campaña empezó hace meses en Cataluña, donde Riverae Inés Arrimadas, en ocasiones ambos conjuntamente, se desplazaban a pueblos en las que Ciudadanos es residual, con el objetivo de fotografiarse sacando lazos amarillos. Si, además, el pueblo se manifestaba contra ellos, mejor. Incluso llegaron a visitar Altsasu, municipio en el que fingieron agresiones con piedras.
El único objetivo de estas visitas, partiendo de la base del poco voto que recibe la formación naranja en estos sitios, es mostrar al resto de España que Rivera y sus seguidores no piensan mover un dedo para solucionar los problemas de vascos o catalanes. No les interesa. Además, quieren hacer patente a los votantes que ellos son los más duros contra el independentismo. En campaña electoral, las palabras preferidas de Rivera son España, ETA y separatismo.
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No solo Albert Rivera ha aumentado el tono en su discurso. La irrupción de VOX en el panorama político español ha arrastrado al PP de Pablo Casado que, preocupado por perder votos de la extrema derecha, ha jugado y perdido la partida.
Victorias sociales que se habían conseguido, como la legislación sobre violencia de género, el matrimonio homosexual, los derechos LGTBI, las leyes sobre el aborto y tantos otros avances, se ven en peligro por culpa del paternalismo de las derechas de este país con el fascismo reaccionario representado por VOX.
Los resultados conseguidos por los verdes son responsabilidad de sus votantes, si, pero también de los líderes de PP y Ciudadanos, que han comprado parte de su discurso y les han blanqueado pactando con ellos en Andalucía. Es vergonzoso que en pleno siglo XXI se permita a partidos fascistas presentarse a elecciones, pero es peor que las derechas sigan confiando en ellos como interlocutores válidos.
La campaña electoral llega a su fin. Con las elecciones de este domingo termina una larga etapa en la que se ha decidido la composición de Congreso, Parlamento Europeo y ayuntamientos. Hasta dentro de cuatro años los partidos podrán dedicarse a hacer política, motivo por el que se les paga. Lamentablemente, todo parece indicar que serán cuatro largos años de campaña electoral.