Tetsuya Ishida: “Autorretrato de otro”
Ya desde el mismo título que define la exposición podemos comprender el distanciamiento, la dualidad, la soledad y el desdoblamiento que obligatoriamente se da en el individuo que no tiene más remedio que sobrevivir en una sociedad desarrollada.
Y esto desgraciadamente es así, ya que pese a que los más conscientes e informados intenten organizarse y busquen todo tipo de originales tendencias alternativas, lo cierto y verdad es que en el seno de una sociedad que con el apoyo de todos (nos guste o no), busca precisamente no solo evolucionar, sino si se quiere, simplemente mantenerse y perpetuarse, las medidas que ha de adoptar, aunque sean absolutamente legales y democráticas, pasan cada vez más por el control, la vigilancia, la prevención y la orientación ( y la manipulación).
Y esto es así. Simplemente defensa propia. Cualquier especie animal en la naturaleza adoptaría instintivamente, en función y con el límite de sus propias capacidades medidas similares.
Algo que se ve perfectamente reflejado en este intuitivo artista japonés, Tetsuya Ishida, que en sus brillantes y breves diez años de producción (falleció en Tokio con poco más de treinta años y le descubrimos en Europa a través de la bienal de Venecia creo que 2015), nos legó este ambiente tan opresivo, tan agobiante, por otra parte tan nítido y tan pulido. Y tan impersonal.
Nuestra felicitación al Reina Sofía, por montar esta exposición en el madrileño Palacio de Velázquez, en el Retiro, que además acierta al haber hecho coincidir durante algunos días la misma con la Feria del Libro.
Tetsuya Ishida, que nos deja una profunda huella, amarga sin duda, y en el que no sé ustedes, pero yo encuentro deudor o nos recuerda al mismo tiempo al Bosco, a Hiroshige, a Solana, a Grotz, y a alguien tan descreído y pesimista como Kafka. Y su obrar resulta igual de contradictoria.
La enorme y trágica soledad del ser humano dentro de una sociedad superpoblada a la que por otra parte dedica sus mayores esfuerzos por mantener, dentro de esa brutal uniformidad, por dentro y por fuera. No encuentro casual esa típica vestimenta, habitual en Japón para todos aquellos que tienen un trabajo habitual como comerciales, administrativos o similares.
Pasen y vean:
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Delenda est Moscardó.