Si el chavismo logra vencer en las próximas elecciones legislativas que se celebrarán este año -escenario con más posibilidades de acontecer-, muchos medios de comunicación le darán la única explicación posible que se puede entender si tomamos como ciertas sus informaciones, que dibujan una realidad de hambre, miseria y violencia extrema; fraude electoral.
Sin esa explicación al resultado electoral, la actualidad informativa se abriría a cuestiones como la posición de Juan Guaidó en el escenario político, la situación organizativa de la oposición, la realidad material de los venezolanos y las verdaderas condiciones de vida, afectadas por unas medidas coercitivas que suponen un bloqueo frente al que el gobierno responde con diálogo, paz social y gasto social expresado en los CLAP, la GMVV y la gratuidad de los derechos básicos.
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La oposición está dividida en tres bloques que a día de hoy están separados por años de disputas tanto privadas como públicas. Ha habido intercambio de insultos, agresiones físicas, maniobras internas para impedir la culminación de diálogos con el gobierno entre otras actitudes que han configurado un escenario en el que la unidad de cara a las legislativas es imposible.
Existe un bloque moderado que decidió abandonar la estrategia golpista que hoy lidera Juan Guaidó. Este bloque, representado por el neoliberal Henri Falcón y el evangelista Javier Bertucci, recibió ataques bastante duros de sus antiguos compañeros de la Mesa de Unidad Democrática (MUD), por dar credibilidad al ejecutivo de Maduro al participar en el diálogo y en las elecciones presidenciales de 2018.
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Recientemente, al observar que el diálogo ha sido un éxito y cuenta con el apoyo de la mayoría social venezolana, los que apoyaban a Juan Guaidó se han desgajado en dos grupos, el más numeroso, junto con el chavismo, eligió a Luis Parra como nuevo presidente de la Asamblea Nacional (AN), terminando con el liderazgo del de Voluntad Popular (VP).
Meses atrás las convocatorias del expresidente de la AN eran marginales, por lo que no era capaz de suscitar el apoyo del ejército para dar el golpe de estado pedido por la administración de Donald Trump. Ahora que no ejerce el cargo que usaba como justificación legal para ser reconocido como presidente por algunos países aliados de Estados Unidos, la oposición ha perdido a su líder mediático de manera oficial.
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Se abre ahora un escenario en el que EEUU lo mantiene vivo, políticamente hablando, para no perder la inversión hecha durante el último año (varios millones gastados mediante su agencia USAID, además del apoyo mediático y diplomático), y aprovecharla para llamar a la abstención en las legislativas de final de año, para restar credibilidad a las mismas y abrir la puerta argumentativa del fraude electoral, que será anunciado por Guaidó en los medios de comunicación que lo dibujan como un líder con fuerte apoyo social.
Mientras tanto, dentro de las fronteras de Venezuela, Juan Guaidó no cuenta con el apoyo del campo conservador, que se alista para afrontar las elecciones legislativas como un plebiscito interno. Se presentarán separados para medir la fuerza de cada uno, y así acudir una vez se conozcan los resultados a un proceso de unidad en el que cada uno hará valer su fuerza electoral para obtener mayor cuota de poder interno.