Nadie duda ya de la proximidad de una nueva recesión; la ralentización económica y todos los indicadores así lo advierten.
Nadie duda tampoco de quiénes volverán a perder con esta nueva crisis: los trabajadores. Pase lo que pase, la clase obrera siempre pierde.
La crisis de 2008 disparó el número de millonarios y propició el aumento de grandes fortunas, concentrando aún más la riqueza en unas pocas manos.
De forma paralela, los grandes damnificados fueron los trabajadores, únicos perjudicados por una crisis que ellos no provocaron. La clase obrera sufrió las consecuencias de aquella crisis y hoy, cuando las empresas vuelven a ser rentables – si es que alguna vez dejaron de serlo – los trabajadores siguen siendo víctimas de la precariedad laboral y el desempleo, que les condenan a mayores niveles de pobreza que hace diez años.
El capitalismo ha aprovechado la última crisis económica para hacer de la precariedad laboral un factor estructural que ahoga todavía más a la clase trabajadora, provocando una sociedad más desigual que en 2008.
Y todo ello, haciéndonos comulgar con ruedas de molino: el discurso neoliberal ha calado de forma tan profunda en la sociedad que no nos damos cuenta de lo alienados que estamos. Han logrado hacernos creer que la alternativa al paro es la precariedad laboral, sin cuestionarnos que ésa no es la disyuntiva: debemos exigir empleos y derechos laborales que nos permitan vivir con dignidad.
Desde el altar de arrogancia del que todo lo consigue con dinero, el neoliberalismo se atreve a pontificar sobre la libertad de elección y las bondades del empleo precario, de la misma forma que defiende la falsa libertad de una mujer que se ve obligada a alquilar su vientre. En ambos casos, el monstruo capitalista desvirtúa el concepto de libertad, porque no existe libertad de elección en condiciones de miseria ni aceptación real en situación de vulnerabilidad.
La anterior crisis benefició a los de siempre: intentarán repetir la jugada
¿Pueden la patronal y los empresarios intentar bajar aún más los salarios e incrementar la precariedad? Por supuesto que pueden. La crisis del 2008 les sirvió como experiencia de éxito; en la nueva recesión intentarán seguir debilitando los sistemas de protección social, hacer retroceder nuestros derechos y alienarnos todavía más, anulando cualquier atisbo de pensamiento crítico y enterrando la lucha de nuestros abuelos.
Tras la crisis, el problema ya no es solo el desempleo, sino la precariedad laboral. Existen trabajadores pobres, personas que trabajan a jornada completa y no llegan a fin de mes. Las formas de explotación han cambiado, pero siguen estando y se han hecho más intensas. Bajo el concepto de “revolución digital” y de “nueva economía” se esconden modelos económicos que precarizan las relaciones laborales. Y el objetivo de la clase obrera debe ser evitar que se normalicen estas nuevas formas de precarización con la excusa de una nueva recesión económica.
Recuperemos nuestra conciencia de clase: que las crisis las paguen ellos
¿Y si esta nueva crisis económica supone el despertar de la clase obrera? ¿Y si los trabajadores finalmente se levantan para dar por finiquitado un modelo económico que les exprime cada vez más?
¿Por qué los avances digitales solo perjudican a los empleados, en vez de beneficiarles? ¿Por qué la implantación de las nuevas tecnologías no ha redundado en una disminución de las horas trabajadas o un reparto más adecuado de los tiempos de trabajo? ¿Por qué la tecnología, en vez de ayudar a la conciliación, lo que ha hecho es precarizar todavía más el mercado laboral? ¿Por qué se desprecian los cuidados y el mundo sigue girando en torno a la vida empresarial?
>«Lo que más ha crecido en España en tiempos de crisis son los millonarios»<<
Recuperemos nuestra conciencia de clase para que la nueva crisis la paguen ellos. Luchemos para que las reformas fiscales se orienten a beneficiar a quienes menos tienen, y no a seguir favoreciendo al gran capital. Luchemos por mantener e incrementar los servicios sociales y los derechos laborales que a otros tanto les costó conseguir. Porque solo con la garantía de la protección social la clase obrera podrá tener verdaderas oportunidades. Luchemos para acabar con la precariedad laboral y reclamar trabajos dignos; no dejemos que el capitalismo anule nuestra capacidad crítica y nos haga aceptar la explotación como algo natural. No permitamos más recortes, ni en derechos ni en servicios, y exijamos, de una vez por todas, que la próxima crisis la paguen ellos.
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