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PSOE sin memoria: sin República, sin Estado laico y con la OTAN

El PSOE sigue arrastrándose cada vez más a la derecha, dejando al olvido los temas más importantes para la mayoría social de España.

Una de las grandes desventajas que trae consigo ser un partido con más de 140 años de existencia, es que su largo aliento le imprime una serie de idas y venidas a través de los laberínticos cambios finiseculares que van con el tiempo acumulando y rezagando tareas y objetivos estratégicos en post de los eternos cambios “urgentes”.

El PSOE y su transitar por la historia política española, le ha convertido en un espejo de la sociedad que pretende representar. Ha quedado lejos su intención de cambiarlo todo, de poner el mundo patas arriba.

Es por ello que los grandes temas a transformar como el religioso, la República y las relaciones internacionales han recorrido distintas lógicas y caminos que le han imposibilitado e incluso paralizado a la hora de tomar decisiones a rajatabla que conduzcan a profundos cambios de carácter político y mucho menos de época.

Lamentablemente, el PSOE se ha arrimado a esa visión conservadora y acomodaticia que permea y recuerda aún tiempos pasados difíciles de olvidar.

La república

Los vaivenes del PSOE con la república son de antología. Desde las ideas iniciales de Pablo Iglesias Posse, fundador del partido y sus distintos acercamientos a estos temas, la instauración de un sistema de gobierno distinto al monárquico no han caído en tierra fértil en los predios del PSOE.

Por el contrario, el pacto del 78 y con él la Constitución, han servido de corta fuegos a la hora de generarse cualquier discusión que contraríe ese lazo invisible.

La OTAN

“De entrada no”.

La presencia de España en la OTAN, ha sido otra gran incongruencia tanto en el discurso como en la acción del centenario partido. Luego de ganada la segunda guerra por los aliados, los grandes perdedores a saber, Alemania e Italia, aliados acérrimos de Francisco Franco; quedaron devastados.

A raíz de este cierre de conflicto, los países ganadores decidieron construir un tejido institucional de carácter internacional que hiciera las veces de acicate capaz de pulverizar cualquier nueva embestida del fascismo.

Sin embargo, las conversaciones entre el dictador español y los EE.UU. lograron, negociaciones de por medio, dejar a la España franquista fuera del radar pro democrático que estaba construyéndose.

En el caso de ingreso a la OTAN, el aparato burocrático sobreviviente al 78 mantuvo relación con los EE.UU. No era extraño entonces que un grupo importante de españoles sostuvieran con agrado el posible ingreso del país a la alianza del norte.

Esta posición se topó con las diferencias que dentro de la izquierda española se sintieron ante la posible presencia de bases extranjeras y tener que ser parte de un bloque militar.

Felipe González decía en 1981

“Arreglados estamos si el planteamiento del ingreso en la OTAN se presenta en términos de que no haya otra alternativa para defender al pueblo español. No sólo estamos cediendo soberanía, sino que estamos voluntariamente satelizando nuestro país”, agregó: “Nuestro partido, no asume la decisión de integrarse en la OTAN, y, por consiguiente, estará en contra de la misma, con las consecuencias históricas que tenga mantener una coherencia lógica entre lo que decimos y lo que pensamos hacer”.

Años después en 1986, ese mismo personaje daría voz y voto al referéndum donde se aprobaba con un 56% la permanencia de España en la alianza. Sería el Partido Comunista Español quien se quedaría con la razón sensible contraria a esta decisión.

De aquellos barros estos lodos. El 29 de este mes se darán cita en una Madrid embelesada con la idea de recibir a la cumbre de la OTAN en su seno. Será un presidente del PSOE el encargado de hacer las veces de anfitrión agradecido.

El Estado Laico

La Constitución española en su artículo 16 declara:

“Ninguna confesión tendrá carácter estatal. Los poderes públicos tendrán en cuenta las creencias religiosas de la sociedad española y mantendrán las consiguientes relaciones de cooperación con la Iglesia católica y las demás confesiones”.

A ojos vista, la religión es una parte fundamental para el Estado español. Es por ello que en muchas oportunidades distintos representantes del PSOE han levantado la voz en función de lograr un cambio radical en este álgido punto de la agenda pública.

Pero a pesar de ello, siguen en el tintero temas trascendentales de la vida “moderna” como el divorcio sin tantos complejos ni trabas, la eliminación de las clases de religión obligatorias, los presupuestos asignados a la iglesia católica, la eutanasia, entre otros.

Más allá de una posición anticlerical, un partido de izquierda debería beber de lo nuevo, lo necesario, lo humano. Separarse de la iglesia católica, institución vetusta y absolutamente conservadora,  y revisar su papel durante el franquismo; es un deber dirigido a romper con lo arcaico, con lo obligatorio y castrante.

En fin, tareas pendientes sobran al igual que sus posibles soluciones.