Lentejuelas rojas y a la izquierda: Raffaella Carrà
El legado de Raffaella Carrà quedó para la historia como feminista, defensora de la clase trabajadora, del colectivo LGBTI y el comunista.
Raffaella Carrà quedó como un ícono de la cultura pop y del feminismo que revolucionó no solo a la industria de la época, sino también a todo aquel que la escuchara… hasta marcar un hito que abanderó también a la izquierda y al colectivo LGBTI+.
Lo cierto es que muchas de sus composiciones cuestionaron prejuicios y también hablaban de temas tabú como: la homosexualidad, la masturbación femenina o el gusto por el sadomasoquismo, entre otros, y debido a ello fue cancelada en algunos sitios hasta que fue inevitable.
Además, fue la primera mujer en mostrar el ombligo en la televisión italiana, haciendo que el Vaticano la censurara, pero años más tarde, se convirtió en una artista tan popular que triunfó en el resto del mundo, es decir, varios países de Europa, Canadá y América Latina, convirtiéndola en un fenómeno imparable.
Fue una diva que se empoderó y buscó empoderar a todas las mujeres a través de sus extrovertidas canciones, reivindicando la libertad sexual del género femenino y rompiendo esa figura de “mujer puritana y sumisa” que predominaba en aquellas épocas post dictadura.
Y por si fuera poco, apoyaba activamente a la clase trabajadora y era una fiel creyente de la igualdad, convicción que la llevó a plantarse ante los productores de su programa, y exigió el mismo sueldo que los presentadores masculinos.
Sus excéntricas y llamativas presentaciones, las divertidas letras, las alegres melodías y su actitud siempre tan brillante la hicieron una de las artistas más amadas por la audiencia, además de ser respetada por todos.
Muchos sostienen que “cuando ella entraba por la puerta, todo el mundo se callaba para escucharla. No era solo una rubia con ropa ajustada y brillante. Era una mujer muy potente. Con mucha fuerza. Y eso se notaba estuviera donde estuviera“.
Voto de lentejuelas rojas
Raffaella declaró en reiteradas ocasiones que era comunista, ya que siempre había votado a la izquierda y que en un conflicto entre obreros y patrones se pone incondicionalmente del lado de los trabajadores.
Era abiertamente muy “política” y llevaba un mensaje dirigido a impulsar el progreso de las sociedades conservadoras y desiguales que habían sido heredadas tras años de conflictos, disputas y guerras.
Ella podía estar usando un vestido de lentejuelas mientras te preguntaba tu situación laboral, a su vez que vivía permanentemente en un estado de excitación política de izquierdas, mientras dirigía departamentos enteros, vestida de lentejuelas rojas.
Por ello es que Raffaella confesó: “yo voto comunista”, pero destacando que implicaba más que una simple frase, pues, es “un modo de vida y una responsabilidad muy grande”, ya que se sentía muy movida a defender la igualdad, los derechos y libertades de las mujeres, entre otras cuestiones.
El contexto de La Carrà
Uno de los factores que hacen trascendental el activismo de Raffaella es el contexto en el que se situaba todas las cosas que hacía, pues, nos encontramos con una Italia y una España donde el papel del hombre “el macho”, y la mujer, un agregado que solo estaba para satisfacer las necesidades de sus maridos.
De ahí que, su mensaje feminista haya sido tan rupturista, porque define un nuevo modelo de mujer en la sociedad en una constante búsqueda de la libertad y de la capacidad de decisión sobre sí mismas.
Para esa época, Raffaella ya planteaba la importancia de la decisión libre y el placer femenino, por lo que su discurso contribuyó a romper con el silencio de temas tabúes en la sociedad, tanto la italiana como la española, y con la amplificación e impacto que supuso ese mensaje.
A su vez, se convirtió en un ícono LGTBQ+ por el contenido lírico y sonoro de sus canciones, donde predominan las fiestas, la diversión y la sexualidad. Eso hizo que la nombraran, en el año 2017, la reina del World Pride en Madrid, donde declaró que no entendía cómo todavía se debía luchar por los derechos de las personas LGTBQ+, siendo algo tan arcaico.
Y lo más importante es que ella decía que el verdadero reto que tenía el mundo es enseñar a los hombres que “al cuerpo femenino lo sujetaba una cabeza”; que el físico de la mujer estaba conectado al cerebro, que no eran dos mundos aparte. Que se podía ser inteligente y ser sexy. Que, por suerte, nunca hubo que elegir.
“Aquello no iba sólo de mostrar mi cuerpo, era hacer entender que el cuerpo de una mujer siempre está unido a su cabeza. La sensualidad no está reñida con la inteligencia, la simpatía, la ironía…”, manifestó.