La migración Venezolana: el paso por el Darién
La vida de los migrantes venezolanos no es un camino de rosas. En muchas ocasiones tienen que cruzar terrenos inhóspitos como el tapón del Darién.
Moverse de lugar ha sido, para la humanidad, una manera de expandir su horizonte de sentido. Un momento fecundo para probar sus avances técnicos, en fin, un espacio-tiempo para redimensionar su espacio vital. Sin embargo, esta práctica también ha sido una fuente inagotable de contradicciones e historias lamentables, muchas veces con el tapón del Darién de fondo.
El caso venezolano y su llamada diáspora, guarda dentro de sí ambas caras de la misma moneda.
El capítulo migratorio de los venezolanos en el mundo ha significado, por un lado, un avance en muchos de los lugares donde han decidido residir, pero por el otro, hay un aumento desproporcionado de esta práctica y además, en un alto porcentaje, de manera ilegal. Esto ha saturado y convertido en un problema social y económico la recepción por terceros países de miles de venezolanos que, por diversas razones, toman la difícil decisión de dejarlo todo y buscar otros derroteros.
El Darién
Sin embargo, en los últimos años, es la marcha hacia los Estados Unidos a través de Centroamérica, la parte más cruda de esta desoladora realidad. Imaginen por un instante, dejar sus hogares y embarcarse en la compleja tarea de llegar caminando hacia un destino escogido.
Pero además, sumen tener como obstáculo una de las selvas más terribles del continente americano. Se trata del paso por el conocido tapón del Darién, un territorio con aproximadamente 100 kilómetros sin carreteras.
El Darién es una máquina infernal, plagada de delincuentes, mal vivientes y oenegés lucrándose con el dolor ajeno.
La despedida
Hace 10 años atrás, este fenómeno social no formaba parte del imaginario colectivo del país latinoamericano. Sin embargo, hoy en día es la despedida y separación de cientos de familias, parte importante de las conversaciones y día a día de la nación venezolana.
La tragedia como espectáculo
Semanas atrás, en el New York Times, se publicaron unas imágenes tomadas con el objetivo de visibilizar el paso de los venezolanos a todo color. En ellas se ven a personas de distintas edades, en un duro trasiego por kilómetros de lodo y selva.
Como en una película de ciencia ficción, se pueden observar columnas de personas en simbiosis con los elementos. Todos ellos con el ferviente deseo de llegar al país donde “los sueños se hacen realidad”. Lo que no se dice es a qué precio.
La nueva disposición norteamericana, el limbo.
Toda esta migración andante, se ha topado la semana pasada con un nuevo programa migratorio que rompe y echa por tierra los planes de cientos de venezolanos que hoy están en tránsito hacia el país del norte.
Esta nueva disposición, descalifica a cualquier venezolano de ser elegible para ingresar al país, si entra por tierra. En el nuevo plan se dará, en un primer momento, ingreso por vía aérea a 24.000 venezolanos que demuestren tener en territorio norteamericano a un responsable de su manutención.
En fin, esta decisión inesperada ha generado una ola de críticas por parte de organismos internacionales y representantes políticos venezolanos. Para muchos, ese número total de visas a entregar no son suficientes para dar respuesta al número de solicitantes.
Además, lo abrupto de la medida es que ha dejado a cientos de personas en un tránsito agobiante hacia el limbo que crea el no saber qué hacer.