Cristiano
En junio del año en curso se cumplirán 92 años del nacimiento de Ernesto ‘Che’ Guevara. Cómo olvidar cuando Cristiano festejó un gol sacándose la camiseta y dejando ver una imagen del “Che” Guevara. Fue en en el estadio Armando Picchi y es menester recordarlo a continuación.
Su selección enfrentaba a Moldavia. Cristiano (hijo de un estibador sindicalista) sabía que el partido se transmitiría abiertamente por la televisión estatal, que sería una oportunidad única para mostrarle al país sus valores, y no falló.
Recibió un pase alto y definió con un toque de derecha por bajo para anotar su gol. Fue a la tribuna, se sacó la camiseta y dejó ver una imagen del “Che” Guevara. Esto molestó a la Federación de fútbol y a la “gente buena”, que presionó para que el goleador no vuelva a ser convocado a la selección, por expresar sus ideales políticos. Y lo lograron, Cristiano no volvió a la selección en muchos años.
Jugó en el Perugia, Atalanta, Valencia, el Shakhtar Donetsk, el Lecce, el Torino, etc. Nunca ocultó sus preferencias políticas. Pero su deseo era triunfar con el club de sus amores, el Livorno (cuna del Partido Comunista Italiano).
En el 2003, Cristiano rechazó ofertas millonarias y firmó por el Livorno. “Para algunos, un sueño es ser millonario. Comprarse una Ferrari, un yate. Para mí, lo mejor de mi vida sería jugar en Livorno”, dijo llorando en su presentación oficial.
Luciendo el 99 en la espalda (número del año 1899 en que se crearon las Brigadas Autónomas Livornesas) logró la proeza: el ascenso del Livorno a primera división después de 55 años. Su último destino fue el Club Nápoli, donde se retiró en 2012.
Este es Cristiano Lucarelli, italiano, el goleador del pueblo, “quien no necesitó que su cara se vea en los carteles de publicidad, ni tener una transferencia multimillonaria o tener su propia línea de indumentaria para ser querido por la gente” (M. Olive).
Caszely
Hace varios años se retiró en Barcelona Sporting Club uno de los mayores héroes del fútbol chileno en su historia: Carlos Caszely, el “Rey del Metro Cuadrado”, quien no estrechó la mano a Pinochet en un acto durante la dictadura.
Luego de eso, su madre fue torturada. ¿Quién era Caszely? Lo cuento. Vicecampeón y goleador de la Copa Libertadores 1973 con Colo Colo (de Chile), y máximo goleador del ‘cacique’ con 208 goles. Jugó 2 mundiales (Alemania 74 y España 82) y fue goleador de la Copa América 1979. Quinto goleador histórico de Chile con 29 goles. Caszely se retiró en Barcelona Sporting Club de Ecuador.
Cercano a la Unidad Popular en el gobierno de Salvador Allende (1970-1973), tras el golpe de estado, su relación con la dictadura fue difícil.
“Sabía lo que se venía encima, tenía miedo. No por mí, sino por mis amigos y por mi familia, sabía que estaban en peligro por mis ideas“.
Cuando Chile clasifica para el Mundial de 1974, Pinochet acude a despedir a la selección antes de su viaje hacia Alemania. Allí el dictador saludó a todos los futbolistas, pero Caszely decidió no estrecharle la mano.
Luego de eso, su madre fue secuestrada y torturada brutalmente. Quince años después se votaba si Pinochet seguía o no en el poder. Apareció Olga Garrido en un spot de televisión revelando lo que había sufrido. “Por eso voto No“. Tras el doloroso relato, aparecía Caszely. “Yo también voto No“, “esta linda señora es mi madre“. ¡Esta escena repercutió en el mundo!
Esta es la historia de Carlos Caszely, “un futbolista que no tuvo miedo de perder todo lo que tenía por no querer doblar las rodillas ante uno de los dictadores más atroces del siglo XX. Aunque eso le pudiera costar la vida, o la de los que estaban a su alrededor”. (Tolo Leal).
Pasic
El año pasado se cumplieron 10 años desde que el Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia condenó a Stanislav Galic y Dragomir Milosevic por el asedio de Sarajevo (Guerra de los Balcanes). Pero ni la lluvia de bombas impidió que un exfutbolista entrenara a los niños en pleno asedio. Su historia:
Pedrag Pasic fue un futbolista nacido en Sarajevo. Campeón de la liga yugoslava con el FK Sarajevo, rompiendo una racha de 12 años en la que el Estrella Roja, Partizán y Dínamo se repartían los títulos.
Jugó en la liga alemana en el VfB Stuttgart y en el TSV Munich donde se retiró. Con 31 años, dinero y “jubilado”, Pasic regresó a vivir con su familia a Sarajevo en 1989, que fue bombardeada por primera vez el 2 de mayo de 1992.
Aquel día salió también el último tren, se cerró el tráfico terrestre y aéreo, y la ciudad quedó sitiada por fuerzas serbobosnias. Artillería pesada bombardeaba Sarajevo diariamente y francotiradores disparaban a los transeúntes. Casi no había electricidad ni agua. Escaseaba la comida y las medicinas. Los hospitales estaban reducidos a escombros y las escuelas que no habían sido destruidas estaban cerradas.
Los directivos del VfB Stuttgart se movilizaron para rescatar a su ex estrella y le propusieron a Pasic ir a Alemania a hacerse cargo de las formativas del club. Pero él rechazó huir de Sarajevo y en 1993 abrió la academia de fútbol “Bubamara” para niños amenazados por la guerra.
“Sarajevo es mi ciudad y sus habitantes son mi gente. Todo el mundo me conocía y me quería por haber sido una estrella del fútbol. Se identificaban conmigo y, en cierta forma, yo les pertenecía. No lo pensé ni dos veces. Supe que debía quedarme”, señala Pasic en una entrevista.
Mientras los generales serbobosnios Stanislav Galic y Dragomir Milosevic (hoy condenados a cadena perpetua y 29 años de prisión respectivamente) llevaban a cabo el asedio de Sarajevo que causó decenas de muertos, en pleno bombardeo Pasic entrenaba a niños sin ninguna distinción.
“En el exterior se oían explosiones, los disparos, el caos, mientras dentro los niños simplemente jugaban al fútbol sin entenderlo. A los niños queríamos transmitirles valores de unidad y de compartir”, señala Pasic. En 1995 el Tratado de Dayton puso fin al conflicto.
Actualmente existen varios futbolistas profesionales que estuvieron en la academia de Pasic durante el asedio a Sarajevo. El más destacado es Edin Dzeco, estrella mundial de la Roma de Italia, equipo con el que en el 2018 llegó a las semifinales de la Liga de Campeones de Europa. Esta es la historia de Pedrag Pasic, un ex futbolista que en lugar de escapar de la guerra, decidió quedarse y usar el deporte como arma de felicidad.
Sócrates
¿Qué aportó Sócrates a la democracia latinoamericana? ¿Qué conceptos brindó a la gente? Es lo que trataré de explicar a continuación, en mi última reseña sobre un jugador de fútbol que vale la pena recordar.
Sócrates nació en Belem en 1954. Hermano de Sófocles y Sóstenes. Cuando tenía 10 años vio como su padre tuvo que quemar los libros de la biblioteca familiar por temor a ser apresado durante el golpe de estado de 1964 en Brasil. Ingresó a la Universidad donde conectó con movimientos contra la dictadura militar, y se graduó en 1977.
Doctor en Medicina, futbolista profesional del club Corinthians y capitán de la selección brasileña de fútbol (con la que jugó el mundial de España 82), en los años ochenta Sócrates lideró el movimiento denominado Democracia Corinthiana, basada en la idea de: “un hombre, un voto“.
Esto consistía en dar voz igual a todos los jugadores del club Corinthians, sea el capitán o el tercer arquero, pero también al utilero o al masajista. De tal forma que todos los votos valían lo mismo y entre todos decidían cualquier cosa: desde los viajes, los horarios de entrenamiento y el justo reparto de los premios.
Algo revolucionario para el contexto autoritario que se vivía en Brasil, explica un documental del director brasileño Pedro Asbeg sobre la historia del Corinthians. Cuando le preguntaban sobre las tácticas para el siguiente partido, Sócrates respondía apresurado y luego hablaba del sistema de salud, vivienda, educación, o la necesidad de mejorar los salarios en Brasil; señala el escritor inglés Andrew Downie, autor de la mejor biografía de quien fuera conocido como el “doctor del fútbol”.
Este movimiento “socrático” no solo agitó las esferas del fútbol brasileño, también contribuyó al reverdecer democrático de un país que llevaba dos décadas bajo el control de un régimen militar que violaba masivamente los Derechos Humanos, y que desaparecía y mataba a sus opositores políticos.
El hito: En el año 1983, el club Corinthians saltó a la cancha del estadio Morumbi a disputar la final del Campeonato Paulista contra el club Sao Paulo con una pancarta gigante que decía: “Ganar o perder, más siempre con una Democracia“. Una verdadera afrenta al régimen militar de la época.
Sócrates Sampaio Souza de Oliveira brindó estos conceptos políticos a la gente, y fue el portavoz de los problemas sociales que sufría la población en un país donde no se vivía en democracia, mucho menos había sentido de la representación.
Transformó a un equipo de fútbol para reformar una sociedad.