No soy nadie que esté en la órbita ni de Podemos, ni de Iglesias, ni de Sumar, ni de Yolanda Díaz, ni del sursum corda. Sin embargo, me resulta familiar el momento que vive este mundo tan dividido. Me transporta a tiempos pretéritos de la vida interior en una formación como ERC, donde su líder en aquella época (Carod-Rovira) mantuvo un pulso que perdió, pero que arrastró al partido al ostracismo lleno de cainismo, divisiones la mayoría de ellas mediocres, y una suerte de debates estériles creados para controlar el relato y con ello el partido.
La actitud de Pablo Iglesias
Que Podemos decida sacar a Iglesias a airear los trapos sucios sobre las negociaciones internas, quiere decir que lo que ocurre ahí dentro entre Podemos y Sumar, está llegando a un punto no de no retorno, sino de tensión para situarse cada una de las formaciones en el mejor puesto, o de salida o de retorno.
Las palabras de Iglesias estaban cargadas de mala leche y de hipocresía, como también portaban orden y tensión negociadora, nada más. Iglesias, a veces, creo que no es consciente, no ya de lo que dice, sino de lo que influye su discurso en el futuro político de su formación. Eso le ocurre a la mayoría de exdirigentes políticos: no saben distinguir entre lo que debe ser y lo que va a pasar.
Que Yolanda Díaz, pocos días después reivindicara su “método frente a las prisas y la mala política”, fue una respuesta para posicionarse ella misma en el centro, apartando la tensión mediática que mostró Iglesias.
Cabe decir que en procesos de tensión como los que vive este entorno, es más importante lo que sucede detrás de los escenarios que lo que pueda decir un alto dirigente. La mentira a unos para quedar bien con los otros, la filtración de acuerdos para que así el rival no pueda echarse atrás, las llamaditas o los whatsapps subiditos de tono hasta llegar a la mala educación; todo eso cuando se acumula en unos pocos, son bombas de relojería que solo gana quien está mejor posicionado para aguantar y quien dispone de más información para poder mover las fichas. Es un caos desordenado entre todos que avista el orden de unos pocos.
El temple de Yolanda Díaz
A mí me parece que Podemos, en su subconsciente colectivo, tiene un peso moral demasiado grande en los hechos que propulsaron su creación (15M) y todo lo que ha acarreado en su contra por parte de los poderes mediáticos y judiciales.
Y se les percibe un cierto resquemor. Una cierta sed de venganza a muchos de sus cuadros con tan solo escuchar su propia retórica, así como también les cuesta salir de su zona de confort por miedo a perder más espacio del que ya han perdido. Por eso resisten a la vieja usanza más propia del comunismo e incluso a la oleada “contemporizadora” de una de los suyos, Yolanda Díaz.
Y a Sumar le queda mucho por demostrar, aunque viendo la asistencia en algunos de los sitios que ha visitado Díaz con su proceso de escucha, hay esperanza para todos ellos.
Todo y eso, tengo la sensación de que el proyecto de Díaz está constituyendo una pirámide con paredes de cristal. Que por causa de este caos que llevan provocando desde hace años los conflictos internos por el poder, Sumar puede llegar a escorarse en el vértice superior por miedo a sacar a pasear el odio y la tensión acumuladas, tal y como hizo Carod en ERC.
Y es curioso como la oposición a Carod-Rovira la patrimonializaron sus dos eternos rivales (Puigcercós y Vendrell), los cuales resultaron ser solo un brindis al sol sin programa ni sentido más colectivo que el de los suyos. Vaya un ejemplo de lo que no hay que hacer, ni de quién no se debe uno fiar por mucho que se grite y se diga que es mejor que el otro.
En búsqueda de los pasos adecuados
Entonces, si este movimiento que quiere ser transversal deviene un conglomerado demasiado altivo, el movimiento acabará no por romperse, sino por homologarse como otro espectro de la realidad partidista actual. Las divisiones entonces estarán cantadas y serán ridículamente pasadas por el ridículo público.
No hay una solución para el momento, solo queda negociar porque no les queda otra para sobrevivir. Y aunque el mal ya está hecho desde hace tiempo y nada va a cambiar esa situación si no el tiempo, los resultados electorales y un cambio generacional respetuoso con quién se pueda.
Eso me lleva a pensar que, en la política actual, en la gestión del poder, lo importante no es ir unidos sino saber llevar bien atados los pactos por el poder a toda escala, hasta el último concejal. No hay nada más relevante que esto.
Y por lo que respeta a Yolanda Díaz, su valor está en alza y es una buena negociadora, pero tiene escollos, muchos escollos, y retomando el pasado que recordaba al inicio, ERC no debería haber dejado marchar a Carod, y lo dice uno que le hacía oposición interna a toda costa con el manual de “lo que dicen los buenos” en la mano.